OPINIÓN. Me tienen contento. Por Juan Torres
Catedrático
de Economía Aplicada de la
Universidad de Sevilla
30/10/12. Opinión. “Aquí no todo son penas, como él
bien sabe perfectamente. No las tienen sus amigos enriquecidos a la sombra del
poder, los que se benefician constantemente de la inmunidad (empezando por él
mismo) o de los indultos, los que siempre tienen la suerte de que le prescriban
los casos judiciales que deberían llevarlos a la cárcel, los que se han hecho de
oro engañando a la gente y a quienes el Rey recibe en palacio cada dos por
tres, los que viajan a su lado diciendo que venden la imagen de España cuando
lo que hacen es irse a ganar dinero de cualquier forma mientras evaden
impuestos en España”. Nueva colaboración de Juan Torres con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com en la que reflexiona
sobre las “ganas de llorar” del Jefe del Estado.
Las lágrimas del
Rey Juan Carlos
LEO en diversos medios las declaraciones del rey Juan Carlos a
los periodistas en un viaje a la
India sobre la situación española: “Desde fuera, -dice el
monarca- España se ve mejor, sales más contento de la imagen de España. Dentro,
dan ganas de llorar, todo son penas”.
PARECE
mentira que haga esa afirmación sin darse cuenta que si aquí nos dan muchas
veces ganas de llorar es, en gran medida, por el comportamiento del Rey y de
algunos miembros de su familia. Da ganas de llorar que a estas alturas de la
historia nuestro pueblo tenga un jefe del Estado sin haberlo elegido y que se
de por bueno que el tampoco podamos hacerlo con el siguiente. Da ganas de llorar
la opacidad que afecta a los negocios del Rey y que los españoles no podamos
saber ni cuál es su fortuna adquirida mientras ha ocupado la Jefatura del Estado ni
cómo la ha obtenido. Da ganas de llorar que sepamos que él ha sido quien ha
abierto las puertas a los negocios sucios de su yerno y también que sea siempre
el mejor aliado de una oligarquía empresarial y financiera que está en el
origen de los males más graves que sufre nuestra economía. Da ganas de llorar
que no tenga esa misma empatía con otros grupos sociales y también que asuma
sin más las posiciones ideológicas que mantiene justamente la parte de la
población más privilegiada mientras que se presenta como Rey de todos los
españoles.
DA
ganas de llorar que se dedique a disfrutar a costa del erario público en
actividades francamente innobles por no decir que poco éticas y da ganas de
llorar que le bese la manos con tanto ahínco a los jerarcas religiosos cuando
luego lleva una vida personal tan poco ejemplar y del estilo que estos últimos
condenan en sus pláticas.
AQUÍ
no todo son penas, como él bien sabe perfectamente. No las tienen sus amigos
enriquecidos a la sombra del poder, los que se benefician constantemente de la
inmunidad (empezando por él mismo) o de los indultos, los que siempre tienen la
suerte de que le prescriban los casos judiciales que deberían llevarlos a la
cárcel, los que se han hecho de oro engañando a la gente y a quienes el Rey
recibe en palacio cada dos por tres, los que viajan a su lado diciendo que
venden la imagen de España cuando lo que hacen es irse a ganar dinero de
cualquier forma mientras evaden impuestos en España.
QUIENES
tienen penas en España son otras personas, pero no son las cercanas al Rey y
por eso se extraña el Monarca de sus llantos.
AQUÍ
lloran los miles que están perdiendo su casa a manos de bancos depredadores sin
que al Monarca le haya salido ni una palabra ni el más mínimo gesto de
solidaridad y apoyo efectivo.
SI
el Rey Juan Carlos tuviera lo que tiene que tener un buen Jefe de Estado (o
simplemente una buena persona) para no hacer llorar a muchos de sus
conciudadanos no se iría de caza cada dos por tres, o de copas con sus amigos y
amigas multimillonarios, o a ganar quién sabe dónde aún más dinero, sino que
estaría en la puerta de las casas donde los banqueros se quedan con las
viviendas de la gente humilde que se han quedado sin ingresos por su propia
avaricia.
SI
el Rey Juan Carlos fuese a sus puertas a consolar a esta gente y a evitar con
valentía que los dejen en la calle, si en lugar de ponerse tantas medallas en
el pecho pusiera su estampa delante de la policía para evitar que la gente más
indefensa pierda sus casas, entonces sí, entonces Juan Carlos de Borbón sabría
por qué se llora tanto en España.
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