OPINIÓN. Despacho abierto. Por Encarnación Páez
Alcaldesa de Villanueva de Tapia
27/05/13. Opinión. La colaboradora de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com Encarna Páez expresa en este artículo su desazón ante el pacto casi inédito y unánime habido la semana pasada entre los partidos con representación en el Parlamento de Andalucía –PSOE, PP e IU- para defenestrar a quien durante 17 años ha sido Defensor del Pueblo, José Chamizo.
Defensor ¿del Pueblo?
LOS andaluces y andaluzas más desfavorecidos están de luto. Se ha marchado, bueno, han quitado de en medio, a la voz de los pobres y de la denuncia de los abusos institucionales. Esta es otra historia del mundo al revés. Cuando una figura imprescindible en una sociedad de desmanes como es la nuestra, cobra más protagonismo que la institución que la nombra, hay que callarle la boca.
JOSÉ Chamizo es un hombre comprometido con la justicia social; no ha vacilado en luchar fervientemente por un sistema más igualitario. Ha sido un decidido defensor de los inmigrantes, de los marginados, de los desclasados, de los necesitados en definitiva. Ha sido la voz de un pueblo al que interesa silenciar por unos partidos políticos indignos de representarlo. Lamentablemente, asistimos a una descomposición tal que no existe ningún pudor en destituir a José Chamizo por una cuestión de incomodidad política, por haber sido el portavoz de un pueblo que está cansado de las poltronas apolilladas y de la pelea política barata.
EL PP y el PSOE son incapaces de alcanzar un pacto por el empleo, de ponerse de acuerdo sobre algunas medidas imprescindibles para una salida digna de la crisis, pero son unánimes en defenestrar a un símbolo del inconformismo y la filantropía. Tengo que confesar que la actitud más dolorosa para mí ha sido la de Izquierda Unida, apoyando una decisión tan injusta. ¿Dónde ha quedado la defensa del espíritu crítico, la independencia política, la justicia social y la libertad? Todos estos principios defendidos apasionadamente en mítines y documentos son arrojados a la basura al unirse a la marea negra que está gangrenando la democracia y callando a un pueblo indignado y oprimido. La sombra del poder es alargada y sus tentáculos provocan asfixia en una ciudadanía sin esperanza ni futuro.
LA clave está en que los representantes parlamentarios no desean un defensor del pueblo, sino de sí mismos.
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