OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista


24/07/15. Opinión. La decisión del nuevo Ayuntamiento de Madrid de poner en marcha una web para aclarar informaciones incorrectas es el punto de partida de este artículo en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com del periodista Dardo Gómez sobre la confianza o no que generan los grandes medios. “Si me hiciera falta algún argumento más para decir que los grandes medios de comunicación no me resultan en absoluto fiables (como a la mayoría...

...de los españoles) y que ni ebrio les otorgaría capacidad fiscalizadora alguna, sumaría su indecencia e hipocresía en el trato que dan a sus periodistas”, sentencia.

Pero, de verdad, ¿quién cree en los grandes medios?

UNA periodista preguntó a la alcaldesa de Madrid: “¿usted no confía en los medios…?” La respuesta debió haber sido: “No; como la mayoría de los españoles”. Argumentos le hubieran sobrado frente al coro de voces huecas que atronaba Madrid.

EN la mañana que reventó el “notición” de que el Ayuntamiento de Madrid abría una web destinada a rectificar aquellas informaciones publicadas que consideraban incorrectas, un alarido de voces huecas se alzo ante tamaña herejía.

HABÍA alguien que casi decía que los medios, a veces, no informan correctamente y esto, para los dueños de esas bocas, era intolerable.

EN pocas horas cerraron filas ante ese agravio algunos directivos de organizaciones profesionales, los tertulianos faltones de siempre y ciertos informativos públicos y privados. Aunque algunos de estos últimos no se atrevían a mucho, tal vez por pudor, y citaban a los presuntos voceros del colectivo periodístico. Tampoco faltó el político indocumentado que se apunta a la carnaza; aunque algunos de ellos tengan una larga historia de manipulación y persecución a periodistas. Vaya tropa…

COMO el papel y el micrófono lo aguantan todo; no es necesario aportar argumentos documentados para sustentar ese supuesto “tufillo a censura” y algunos repetían las majaderías de siempre sobre la libertad de prensa y la de expresión; demostrando, una vez más, que todo vale.

ESE mismo día, una periodista -micrófono en ristre- abordaba a la alcaldesa de Madrid y le soltaba: “¿usted no confía en los medios?”; vaya alma de cántaro…

POR supuesto, la alcaldesa regateó en corto y no se atrevió a emitir un sonoro NO; que debió ir seguido de un sensato “como la mayoría de los españoles”.

PORQUE lo más ridículo del argumentario corporativo de estos días era que todos hablaban como si, de verdad, gozáramos de una democracia informativa, como si los grandes medios no estuvieran metidos en trincheras mediáticas ni defendiendo sus intereses en su particular guerra, donde cada día muere mucha información.

LA parcialidad de la información de los grandes medios de comunicación españoles está documentado y denunciada hasta por organismos internacionales y sus conductas informativas como la cobertura tergiversada de la infamia contra Grecia, de la negociación oculta del tratado de libre comercio de Europa con Estados Unidos o el tratamiento sesgado de los datos de la “lista Falciani” son más que elocuentes.

¿Quién cree en los medios españoles?

EN los momentos en que la colega hacía esa pregunta “inocente” hacía escasas semanas que se había conocido el informe elaborado por la Universidad de Oxford y publicado por el ‘Instituto Reuters para el estudio del periodismo’, en que se concluye que los medios de España son los menos creíbles de los once países consultados en Europa y los segundos menos creíbles de los doce estudiados de todo el mundo.

SINTETIZO: Los datos del estudio demuestran que el 66% de la ciudadanía española no confía en la mayoría de noticias publicadas en los grandes medios españoles y que, para mayor escarnio, el 54% de los encuestados tiene la misma inseguridad en lo que publican sus medios de consulta habitual. Es decir, aquellos con los que más coinciden o confían.

PERO es que mucho periodista decente y responsable -que lo hay- tampoco confía en los medios para los cuales trabaja; visiten el último informe emitido por la Asociación de la Prensa de Madrid y comprueben: “Para los propios periodistas, el amarillismo, el sensacionalismo, el periodismo como espectáculo (57,5%) es la principal causa de la opinión negativa sobre los propios periodistas, seguida de los intereses políticos de los grupos editoriales, la falta de rigor, el intrusismo profesional, la falta de independencia, los intereses económicos de los grupos editoriales, la precariedad, los tertulianos y las tertulias y otros.”

ESTOS colegas lo saben de primera mano, ya que el mismo informe recoge que el 79% de los periodistas de toda España que han respondido al estudio reconocen haber sufrido presiones para manipular información y esas presiones, en el 80% de las veces les han sido aplicadas por el medio para el cual trabajan. A ver si nos dejamos de preguntar cosas cuya respuesta ya sabemos; o deberíamos.

No somos fiscales de nada

UNA vez más, en el vacío de los argumentos, aparecieron los lugares comunes del “cuarto poder” y la pretensión de que los periodistas estamos para “fiscalizar a los gobiernos”. No se quién ni cuándo se inventó esta majadería, que se repite como verdad de fe, aunque carezca de toda consistencia.

QUIEN dice, por pura demagogia, “los periodistas” en realidad está queriendo decir “los dueños de los medios”, que son quienes deciden qué se publica y cómo; también, qué se oculta.

SE supone que unos señores elegidos por nadie tendrían la capacidad dictatorial de fiscalizar a quienes han sido elegidos por los ciudadanos para ejercer sus funciones. En todo estado democrático existen organismos constitucionales que deben cumplir esa función y, de hecho, bien o mal la cumplen.

LA ventaja de la democracia es que si la ciudadanía no está conforme en cómo lo hacen tiene la opción de acudir a las urnas y desalojarlos de ese poder que les habían concedido.

ALGO que no podemos hacer con los directores de los medios, elegidos por sus accionistas para satisfacer sus aspiraciones e intereses y no los de la ciudadanía. Habría que recordarles a quienes sostienen tamaña temeridad este capítulo del Código Europeo de Deontología del Periodismo: “Sería erróneo deducir que los medios de comunicación representan a la opinión pública o que deban sustituir las funciones propias de los poderes o entes públicos o de las instituciones de carácter educativo o cultural como la escuela.”

Y explica contundente: “Ello llevaría a convertir a los medios de comunicación y al periodismo en poderes o contrapoderes (mediocracia) sin que al propio tiempo estén dotados de la representación de los ciudadanos o estén sujetos a los controles democráticos propios de los poderes públicos, o posean la especialización de las instituciones culturales o educativas correspondientes.”

ESTO fue aprobado por unanimidad por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en 1991; ya hubo tiempo para haberlo leído. Además, su redactor es un conocido de todos nosotros, el profesor Manuel Núñez Encabo; por entonces diputado del PSOE en ese organismo.

Y además, indecentes…

SI me hiciera falta algún argumento más para decir que los grandes medios de comunicación no me resultan en absoluto fiables (como a la mayoría de los españoles) y que ni ebrio les otorgaría capacidad fiscalizadora alguna, sumaría su indecencia e hipocresía en el trato que dan a sus periodistas.

JAMÁS han salido en defensa de ellos cuando han sido apaleados por las fuerzas del orden público o maltratados por algunos políticos de escasa calidad o presidentes de clubes deportivos de baja estofa.

EN estos días, precisamente, se van a multiplicar los titulares y editoriales por los tres periodistas freelancers españoles que están padeciendo su secuestro en Siria; pero los columnistas de confianza de esos medios se cuidarán mucho de decir cuánto les están pagando a estos periodistas por sus colaboraciones ni cómo, alegremente, aceptan esos reportajes de sangre sin asumir responsabilidad alguna por ellos.

ANTONIO Pampliega, uno de los periodistas que está padeciendo el secuestro señalaba en abril pasado que “los grandes medios de comunicación de España, en los que quieren trabajar los futuros periodistas -cita a El Mundo y El País- pagan por crónica en Internet entre 32 y 45 euros. Ya puedes estar en Siria en la guerra o en Madrid en tu casa trabajando, que te van a pagar eso, con foto incluida. En junio del año pasado, negociamos con El Mundo y nadie nos dijo precios. 32 euros. Monté en cólera, se difundió por Internet y nos subieron la tarifa, pero no hemos vuelto a publicar porque estamos en una lista negra. Aquí, si te quejas, no vuelves a publicar.”

A esta gente indecente, los enfermos de “síndrome de Estocolmo” le pretenden otorgar la capacidad de fiscalizar a nuestros gobernantes. Basta de decir chorradas; por lo menos, no en mi nombre. Faltaría más.

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