La corrupción informativa se ha desnudado hasta las verijas en los últimos meses, y todos sabemos que no hay corrupción sin corruptos y corruptores. Sin embargo, todas las organizaciones de periodistas hacen piña en no llamarlos por su nombre; lo que las hace cómplices de quienes atentan contra el derecho a la información de la ciudadanía

OPINIÓN.
¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista

21/09/22. Opinión. El conocido periodista Dardo Gómez reflexiona en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los colegas que desprestigian la profesión: “Yo tengo fichados sin ninguna duda, por ejemplo, a Antonio García Ferreras, Eduardo Inda, Ana Terradillos, Susanna Grisso, Ana Rosa Quintana, Vicente Vallés, Francisco Marhuenda, Manuel Cerdán, Alfonso Rojo, Federico Jiménez Losantos, Albert Castillón,...

...Juan Manuel de Prada, Joaquín Prat (h), Carlos Herrera, y  podría seguir... Pero sugiero que vosotros vayáis completando éste puzle de los corruptores de la información”.

El corporativismo periodístico protege a quienes corrompen la información

En mi último artículo de julio pasado para EL OBSERVADOR cargaba contra las campañas pseudoinformativas que desde hace varios años vienen orquestando contra el derecho de la ciudadanía a la información una ristra de periodistas de los principales medios audiovisuales y de la prensa tradicional española.


Estos falsarios pretenden incubrir esa prevaricación informativa aduciendo que quienes les acusamos de mentir y falsear estamos vulnerando su libertad de expresión. Falso; esa preciada libertad no les faculta para orquestar campañas que están expresamente condenadas por todo código profesional. Los mismos códigos que remarcan que las opiniones periodísticas no tienen porqué ser objetivas, pero que sólo son respetables si no alteran la realidad de los hechos y se formulan desde la honestidad.

Los hechos que destaparon que la corrupción informativa es el pan de cada día del programa Al rojo vivo, de La Sexta, han servido para que una parte creciente de la población española que no se creía en la existencia de tanta inmundicia lo haya comprobado; pero no basta con haberlo conocido. En España, tanto el verano como la Navidad suelen actuar como una droga que desactiva la memoria y todos los perversos confían en que septiembre y enero son los blanqueadores de sus infamias, y así se han ido preparando para volver a sus infames actividades confiados en que ya este septiembre nos habremos resignado a que ésto es lo que hay...

Pues yo no me resigno, y creo que la ciudadanía decente no debemos permitir que estos canallas se vayan de rositas y pensando que todos somos tontos y nos merecemos sus infamias. Los hechos han demostrado que no se trata sólo del corrupto Antonio García Ferreras; hay muchos más informadores implicados en este negocio contra nuestros intereses ciudadanos. Además, os advierto que para frenar esta porquería no podemos confiar en el conjunto de la profesión periodística ni en sus organizaciones, ya que en ellas se impone el perro no come carne de perro.

Lo hace evidente que el pronunciamiento obligado de todas estas organizaciones ha sido de una tibieza vergonzante, y una vez más, han puesto el corporativismo por encima de los derechos de los usuarios de informacion. Más que condenar o denunciar a los corruptos han mostrado su preocupación -que no sé si es cinsera- por la información y el despretigio que cosas como las destapadas (que no son nuevas) pueden representar para sus asociados.


¿Y los ciudadanos? ¿Y la verdad? ¿Y la decencia? Pues, que les den morcilla...

No hay condena sin condenados

Así la FAPE, que presume de ser la mayor organización de los periodistas españoles, habla en su comunicado de una supuesta “polémica surgida en torno a supuestos audios del excomisario Villarejo y su difusión por algunos medios”, que estaría “desprestigiando” a todo el colectivo de informadores. La verdad es que cuando lanzaron ese comunicado no había polémica alguna, ya que nadie estaba discutiendo si el director de Al rojo vivo había actuado de forma correcta o no. El propio prevaricador ya admitía que esos audios no eran supuestos e incluso pretendía disimular su estafa a la audiencia presentando su falsedad como un error.


Por su parte, la Red de Colegios de Periodistas manifestó “su profundo rechazo a las prácticas que de estas grabaciones parecen deducirse” (?). Pues no hay que deducir mucho ya que hay evidencia de esas prácticas; pero los colegios miran para otro lado  y se suman a la milonga de la FAPE de la supuesta dignidad y profesionalidad de sus asociados que, según dicen, ”no se puede medir por el presunto comportamiento irregular de algunos de los que lo ejercen”. Y dale con lo de presunto...

Casi en la misma línea, una organización seria como la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP) tampoco se moja y señala que ella “viene alertando a la ciudadanía, desde hace años, del peligroso deterioro de la información que ofrecen una parte de los medios de comunicación y un grupo de sus profesionales con sus malas prácticas”.

Parece que los conocen, pero que no tienen nombres...


No estaría nada mal y nos aclararíamos todos si estas organizaciones, además de indignarse, nos dijeran quiénes son aquellos que desprestigian, quiénes los que tienen ese raro comportamiento irregular, cuáles son los medios que deterioran la información y quiénes son los integrantes ese grupo mafioso de las malas prácticas.

Todo parecería indicar que los conocen ya que dicen cosas muy graves de ellos, y si no es así, supongo que les costaría poco identificarlos y denunciarlos; por lo menos ante la ciudadanía... ¿Por qué no lo hacen?

Parece que es por esa cosa que llaman “corporativismo” y que, según se ve, está por encima de la decencia; algo comparable a la omertà de la mafia siciliana o de la 'Ndrangheta calabresa o el pacto de silencio de los delicuentes. Es decir, una porquería.

Como en las artes mafiosas, detrás de ese ocultamiento de los nombres de los medios corruptos y los de los periodistas de confianza de los mismos está el miedo, la cobardía de miles de personas que un día se han apuntado a una profesión que debe ser digna o no podrá ser.

Es posible que a la mayoría de ellas y ellos nadie les haya explicado que, alguna vez, esa  profesión les podría exigir dignidad en su ejercicio y también el debido respeto por la ciudadanía que ha delegado en ellos la responsabilidad de satisfacer su necesidad y derecho a estar informados. Estoy hablando de los inocentes o perversos inconscientes y entre estos no puedo incluir a los directivos de los medios ni a los dirigentes de las organizaciones, ya que ellos no tienen la posibilidad de alegar ignorancia.

No pueden hacerlo, porque al ocultar a los culpables de un delito de prevaricación informativa se convierten ellos y convierten a sus organizaciones en cómplices necesarios de la violación del derecho a la información.

Una muy larga lista, incompleta por necesidad

Decía en mi entrega anterior que nadie desde las administraciones nos defenderá de esta canalla que ha usurpado la industria de la comunicación y llamaba a organizarnos para defender nuestros derechos. He dado el ejemplo de algunos grupos de ciudadanos británicos que lo están haciendo y que os invito a conocer. Pero es imposible defenderse sin documentarse sobre las prácticas de desinformación y, sobre todo, si no sabemos quiénes son los enemigos de nuestro derecho constitucional y universal a estar informados.

Por lo mismo y para contrarrestar el ocultamiento que hacen los organizaciones de periodistas, propongo que todos y cada uno de nosotros elabore, para uso propio y difusión pública, los nombres de los culpables y de los medios que los alojan.


Yo tengo fichados sin ninguna duda, por ejemplo, a Antonio García Ferreras, Eduardo Inda, Ana Terradillos, Susanna Grisso, Ana Rosa Quintana, Vicente Vallés, Francisco Marhuenda, Manuel Cerdán, Alfonso Rojo, Federico Jiménez Losantos, Albert Castillón, Juan Manuel de Prada, Joaquín Prat (h), Carlos Herrera, y podría seguir... Pero sugiero que vosotros vayáis completando éste puzle de los corruptores de la información.

Si os queréis sumar a esta tarea de mostrar las caras de ésta infamia os recomiendo que no dejéis de mirar a los medios de vuestras respectivas comunidades y provincias. En ellos también abundan nidos de peligrosos alacranes que odian la democracia y se dedican a desinformaros. Algunos son estómagos agradecidos y otros aspirantes a convertirse en paniaguados de administraciones y/o empresas.

Sin embargo, de momento no voy a publicar la lista de los medios corruptores de la información que nadie debería comprar ni visitar; aunque no tengo el más mínimo respeto ni consideración alguna por ellos ni por sus directivos fascinerosos. Es que muchos colegas decentes se ven obligados a trabajar en ellos por causa de la pérfida precariedad y no quiera ofenderlos; demasiada pena ya purgan por tratar cada día con esa gente.

Identificar esos medios no es difícil. Pueden seguir estos rastros: Viven de las subvenciones de distintas administraciones corruptoras, ocultan los conflictos laborales en sus empresas y en las de sus anunciantes, publican publicidad como si fuera información, difunden los informes policiales como si fueran investigación propia pero nunca el archivo de esa denuncia, ocultan las faltas de los políticos que los protegen y son refractarios a todo lo que suponga el desarrollo de la libertad ciudadana.

Creo que no os costará mucho identificarlos porque, además, hieden...

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