‘Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen’. Y también sean malditos los publicistas de la crueldad que, disfrazados de periodistas, nos quieren normalizar los mensajes de muerte de algunos dirigentes

OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista

14/03/24. Opinión. El conocido periodista Dardo Gómez reflexiona en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la ‘rentabilidad’ de la guerra: “Podemos estar de acuerdo en que el principal y necesario objetivo de una empresa es obtener beneficios económicos, sin los cuales ninguna de ellas sería viable; por lo mismo también aceptamos que las grandes empresas no son proclives a aceptar...

...su responsabilidad social ni a poner otros valores por encima de sus ganancias. Varios grupos de empresas periodísticas han proclamado que ellos tampoco entienden que deban hacer compatible ética y rentabilidad”.

No queremos la guerra; pero algunos medios, sí

El pasado 17 de enero el Bild alemán difundía que había tenido acceso a un plan secreto del Gobierno de su país, para afrontar una posible agresión rusa contra la OTAN. Según el artículo, sus fuerzas se estarían preparando para una posible y próxima guerra total europea ante el amenazante despliegue de las tropas rusas en Bielorrusia. Esto se difundió por varios medios europeos, aunque no había pruebas de esos supuestos documentos filtrados, los mismos medios que durante años habían tildado a ese diario, ex Bild-Zeitung, de “amarillo”. El diario alemán, pese a su larga falta de ética informativa, tiene la mayor tirada diaria europea y es el tercero en difusión del mundo.


El 24 de febrero se viralizó en las redes sociales que la “Comisión Europea aseguró que se prepara para una guerra contra Rusia”. Esto era a pocas horas de finalizar el plenario del Parlamento Europeo de ese día. La web desinformativa El Puntual 24H difundía lo mismo a través de Twitter (actual X); la supuesta información se acompañaba con una foto en la que aparecen la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y el canciller de la Unión Europea, Josep Borrell. Además, la presidenta habría señalado que esa guerra “será inevitable. Los hombres en edad de combatir tienen que estar preparados”.

Después se sabría, gracias al verificador VEO, que esa foto tenía varios años y que Von der Leyen no había anunciado lo que se decía. En cambio, había señalado: “La amenaza de guerra puede no ser inminente, pero no imposible. No se deben exagerar los riesgos de una guerra, pero sí hay que estar preparados para afrontarlos. Y eso comienza con la urgente necesidad de reconstruir, reponer y modernizar las fuerzas armadas de los Estados miembros”.


Esta web difusora de fake news cuenta con más de 72.000 seguidores en X, y aunque su trabajo a favor de la mentira está comprobado por todos los verificadores, habremos de comprobar que su mensaje sólo es la avanzadilla probélica de una campaña en la cual ya se han alistado varios medios tradicionales de los mal llamados “serios”.

Un mes antes del bulo de El Puntual 24H, distintos medios difundieron que varios militares europeos adelantaban su opinión “profesional” de que la guerra está a la vuelta de la esquina, aunque no se sabe si esas opiniones venían avalada por datos o por deseos.

El general de británico Patrick Sanders, durante su intervención en un salón de Vehículos Blindados de Londres, aprovechó para pedirle a las autoridades de Reino Unido que “movilicen a la nación”, y aunque dijo que no apoya volver al servicio militar obligatorio subrayó la necesidad de que se produzca un “cambio” en la mentalidad de la población británica.

Por otros medios, se difundió que el ministro de Defensa de Alemania, Boris Pistorius, consideraba posible un ataque de Rusia contra la OTAN en unos “cinco a ocho años”, y  que era importante estar preparado para ello. Otra voz, la de Rob Bauer, alto funcionario de la OTAN y almirante de Países Bajos, alertaba de algo similar y advertía de que vivimos “el mundo más peligroso en décadas” y exigió una “transformación bélica” de la OTAN.

Curiosamente, nadie mencionó a los pacifistas que rebatían esas opiniones.

Esto huele a campaña orquestada

En la madrugada del pasado 3 de marzo desde la portada de El País, un gran titular nos vomitaba: “Europa se pone en pie de guerra”, y rubricaba una línea más abajo: “La UE fortalecerá su capacidad de defensa con más armamento e inversión ante la amenaza de Vladímir Putin, y lanza mensajes a la población de que un conflicto no es imposible”.

Un repaso de varios artículos de ese día nos muestran que el ardor guerrero parece aletear en los informadores del diario. Un artículo en el interior del diario, que prolonga la amenaza de la portada, señala que Europa “ha descubierto el elefante en la habitación” y que “su defensa es frágil y muy dependiente del paraguas de Washington, que, además, puede peligrar. Así que ha decidido un cambio de paradigma y pasar de una época de escasa atención a la defensa a otra en la que es prioridad. Más compra y producción de armamento, mayor inversión y coordinación. Algunos Estados miembros hablan ya incluso de volver al sistema de reservistas”.

Es decir, que los europeos incautos deben despertar de su supuesta inocencia y prepararse para hacer daño por las armas; algo a lo que da más sustento, ese mismo día, una columna titulada con mala fortuna “Estamos solos y sin excusas”. Una pobre usurpación de una frase de Jean-Paul Sartre extraída de su libro El existencialismo es un humanismo donde expresa: “Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace”.

La expresión del notable pensador galo está muy lejos de la vulgaridad que opinan en el diario: “Sabemos que si no enviamos tropas ni armas les estamos abandonando a su suerte. Lo dijo alguien: estamos solos, sin excusas. La campaña de “intensa labor de pedagogía política” a favor de la guerra ha empezado”.

Ese “alguien”, señora directora de Opinión, era nada menos que uno de los grandes defensores de la libertad que nunca hubiera impulsado una enseñanza de amor a la guerra.

Aunque quizá no fuera una idea original de la opinadora ya que en su editorial del mismo día el diario apoyaba la tesis de Ursula von der Leyen, que ha anunciado su idea de ahorrar en armas haciendo compras colectivas como se hizo con las vacunas contra la Covid y recoge que el Banco Europeo de Inversiones se sumaba a la iniciativa. Estas propuestas, según el editorial de El País, de implantarse “deben ir acompañadas de una labor intensa de explicaciones y pedagogía política ante una ciudadanía europea educada durante varias generaciones, por fortuna, en escenarios de paz y que tendrá en su poder ratificar estas decisiones cuando sea llamada a las urnas”. Detrás de esta última arenga es como si se oyeran marchas militares y gritos de “¡A por ellos!” jaleando a la muerte como si fuera una gesta lúdica.

Cuando todos comemos del mismo plato

Podemos estar de acuerdo en que el principal y necesario objetivo de una empresa es obtener beneficios económicos, sin los cuales ninguna de ellas sería viable; por lo mismo también aceptamos que las grandes empresas no son proclives a aceptar su responsabilidad social ni a poner otros valores por encima de sus ganancias. Varios grupos de empresas periodísticas han proclamado que ellos tampoco entienden que deban hacer compatible ética y rentabilidad.

A muchos no nos hacía falta que lo aclararan y, por lo mismo, desde hace muchos años las organizaciones de periodistas no afiliadas a la impunidad ni a la prevaricación informativa del actual sistema mediático han apostado por que se prohíba la pertenencia cruzada de medios y empresas estratégicas. Es decir, no permitir por ley que corporaciones dedicadas a la producción de materiales o servicios vitales para la ciudadanía, y sensibles a las decisiones políticas de los países, puedan participar en los accionariados de los medios.

Lamento que nuestra legislación no haya atendido estas demandas; de haberlo hecho me hubiera evitado la tentación de relacionar esos penosos artículos y el editorial de más arriba con la figura de Joseph Oughourlian, presidente del grupo de comunicación Prisa, y del fondo de inversión Amber Capital, que es uno de los principales accionistas del conglomerado Indra.


Esta corporación, entre otras muchas ocupaciones, se dedica a producción de guerra. Actividad por la cual los ingresos de su división de defensa (“transporte y defensa” es la denominación), que crecieron un 18%, hasta los 1.500 millones” de los que se felicitaba el presidente de Indra, Marc Murtra, que lo consideraba un “gran punto de partida”.

En su web puede leerse que lo hace para “contribuir a construir un mañana más seguro. Y lo hacemos creando ecosistemas en los que clientes, socios y gobiernos se unen para proteger e impulsar el futuro. Un futuro lleno de retos, amenazas y oportunidades, donde anticiparse es tan importante como saber reaccionar”. Así es como ya en 2021 anunciaba que dotaría al Ejército del Aire de los radares de defensa aérea más avanzados tras la firma de un contrato de 120 millones de euros.

Su muestrario de ofertas alberga una amplia oferta de radares para la vigilancia y defensa del espacio aéreo “frente a todo tipo de amenazas”, sistemas de ATM, Comunicaciones, Navegación y Vigilancia por todo el mundo o sistemas de mando y control para la defensa aérea: tecnología de vanguardia para la protección y vigilancia del espacio aéreo, sensores de defensa aérea integrables con sistemas de armas para neutralizar amenazas aéreas, y aseguran que “hemos desarrollado, probado y perfeccionado productos y soluciones integradas que son escalables para cumplir con los requisitos de bases aéreas militares de cualquier alcance y magnitud”.

Todo el mundo se empeña en decir que la guerra es un buen negocio... para los que matan, claro está.

Una supuesta objetividad informativa de mierda

Quiero suponer que toda esta información guerrera es fiable y que quienes la transmiten lo hacen de buena fe, que no desconfían de las intenciones ni de los intereses de las fuentes y que lo hacen confiados en la, para ellos, necesaria objetividad que debe albergar en la profesionalidad. Es decir, que prefiero pensar que son tontos a encuadrarlos como malas personas.

Esta tipo de objetividad bobalicona es repudiada por la laureada periodista británica Christiane Amanpour, maestra en el análisis de los muchos conflictos que ha cubierto quien comparte esa experiencia con sus colegas. “Tengan cuidado de dónde obtienen la información”, les dice. “A menos que todos nos comprometamos como ciudadanos globales que aprecian la verdad, que comprenden la ciencia, la evidencia empírica y los hechos, entonces estaremos deambulando hacia una catástrofe potencial”. “Hay algunas situaciones en donde uno no puede ser neutral sobre ello, porque cuando eres neutral eres cómplice. Objetividad no significa tratar a todas las partes por igual, significa dar a cada parte una audiencia.”

Las declaraciones de generales tanto como las de los miembros de ciertas administraciones europeas pueden ser importantes, pero son opiniones que vienen siendo rebatidas por muchos especialistas de la ciudadanía pacifista que, al tiempo que opinan, formulan propuestas de solución para los problemas que los primeros plantean y que también deberían ser conocidos. Estos periodistas belicistas no pueden dejar en las personas la idea de que la opinión de la presidenta Von der Leyen es la verdad suprema o que no hay alternativas a la guerra anunciada.

Recordamos al notable escritor uruguayo Eduardo Galeano, que vivió años entre nosotros cuando los patriotas de su país lo exiliaron: “Las guerras mienten. Ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: 'yo mato para robar'. Las guerras siempre invocan nobles motivos: matan en nombre de la paz, en nombre de Dios, en nombre de la civilización, en nombre del progreso, en nombre de la democracia. Y si por las dudas, si tanta mentira no alcanzara, ahí están los grandes medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero”.

Como dijo Julio Anguita, que tuvo que vivir el sacrificio de su hijo en la infame guerra de Irak auspiciada por estos mismos exaltadores del infortunio y la crueldad: “Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”. Y agrego: también malditos los publicistas de la muerte disfrazados de periodistas.

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