“En el mundo ocurren muchas más cosas que la toma de posesión de alguien que representa el fascismo. Y si miramos atrás las luchas por la igualdad encontramos que no hay momentos propicios para esas luchas”. Angela Davis nos llama al optimismo inteligente
OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista
14/02/25. Opinión. El conocido periodista Dardo Gómez reflexiona en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el wokismo frente a la ultraderecha: “Esto de ‘woke’ con que conservadores y extrema derecha nos clasifican de forma despectiva a los que no nos embelezamos con sus consignas vacías declaro que no me molesta. Woke significa “despierto” y esto es precisamente como...
...nos sentimos, despiertos y con los ojos bien abiertos para advertir de sus movimientos engañosos y sus palabras de odio”.
Si no vivimos como pensamos, acabamos pensando como vivimos
Como escribió el dramaturgo alemán Bertolt Brech, “son malos tiempos para la lírica”. Cada noticia se disputa el pobre mérito de ser peor que la anterior, y contribuye a generar un espacio gris de ilusiones para quienes nos empeñamos en seguir siendo buena gente y creemos que es obligación de todos serlo. Aunque más no sea, pensando que no hay razón para golpear al más débil, creyendo que aquellos con otro color de piel o de religión o con otra forma de amar no hay razón para marginarlos.
A lo mejor para ser bueno bastaría con no sentirse el amo del espacio donde nacimos ni negárselo a otros que acuden a él por necesidad, y a los que muchos achacan todas las pestes bíblicas. A lo mejor basta con tan poco para ser bueno... Acaso sería suficiente con negarse a la crueldad y entrenar nuestra capacidad para la solidaridad; una capacidad innata en los seres humanos, ya que sin ella puede que no existiera ninguno de nosotros. Ya que, expulsados del vientre materno, somos incapaces de vivir sin el auxilio de un congénere que no tiene por qué ser aquella que nos parió; pero lo olvidamos...
Sin embargo, nos causan desazón los mensajes de pura maldad que aseguran que para salvar a la humanidad hay que desprenderse de algunos que, sin embargo, también forman parte de esta humanidad. Esos mensajes nos llenan de angustia por que pensamos que si quienes dicen estas barbaridades las dicen desde las alturas del éxito y gozan de toda expectación mundial, sentimos que ya no hay salida para nuestras ilusiones de un mundo humanizable.
Pues si es así pensamos mal; no es la primera vez que los malos amenazan con el triunfo de la maldad...
Hacia un wokismo desencadenado
Michel Feher es filósofo belga que ha sido fundador del Cette France-là, un colectivo de investigación e intervención en favor del derecho de los migrantes; ha sido entrevistado no hace mucho en El País acerca de esta regeneración de la parte oscura de la humanidad que alberga la desmemoria de lo que es la ultraderecha y del daño que puede volver a causar.
Según Feher, la extrema derecha actual vende una sociedad en la cual los puros son el pueblo, que no define donde empieza y termina, que sufre presionado entre los "parásitos de arriba" y los "parásitos de abajo", y como sugiere la Agrupación Nacional en Francia los ultras serían una fuerza horizontal amplia que combate al mismo tiempo contra el gran capital y la extrema izquierda. Pero nada habla del sistema capitalista que nos gobierna, y si le toca elegir se queda con el gran capital; basta ver la nueva administración trumpista conformada por multimillonarios ultras.
Frente a esta configuración diabólica y descorazonadora el filósofo belga encuentra esperanza en la decisión, que debería ser masiva, de no rendirse antes de luchar, de no bajar los brazos ante esta forma de violencia y proclama: “¡Hay que ser ‘wokista’!, ¡Un wokista’ desencadenado!”
Esto de “woke” con que conservadores y extrema derecha nos clasifican de forma despectiva a los que no nos embelezamos con sus consignas vacías declaro que no me molesta. Woke significa “despierto” y esto es precisamente como nos sentimos, despiertos y con los ojos bien abiertos para advertir de sus movimientos engañosos y sus palabras de odio. Si tiramos de historia me resulta incluso elogioso porque originariamente fue utilizado para referirse a quienes se revuelven y seguimos alerta frente a la discriminación de los afroamericanos y como era natural se extendió a otras militancia honorables: las luchas contra la desigualdad social por todo tipo de discriminación desde las de género, las de orientación sexual o los orígenes de las personas. Defectos o manías lacerantes que son patrimonio de la derecha más rancia e injusta. Ahora, somos wokistas todos los movimientos políticos progresistas que no claudicamos a nuestra reserva de dignidad.
Tiene razón Michel Feher y frente a esta ola deshumanizadora la respuesta es sumarnos a ¡Un wokismo desencadenado!”, estemos con los ojos bien abiertos frente a quienes pretenden negarnos el derecho a ser mejores humanos.
Tampoco el marxismo se fue alguna vez
El Partido del Trabajo de Bélgica (PTB/PVDA) es un caso especial dentro de las formaciones tradicionales de la izquierda europea por una razón sencilla y profunda: su reivindicación de las raíces marxistas de la izquierda. Su eslogan, frente al excitismo actual que pondera el ascenso económico sin importar las formas de conseguirlo, es "Primero las personas, no los beneficios”.
Una apuesta optimista por un futuro que viene empedrado por un digno pasado de siglos. Así lo ve también la luchadora social Angela Davis, que a sus ochenta años y ante el advenimiento de la administración Trump y sus millonarios, ha señalado:
“En el mundo ocurren muchas más cosas que la toma de posesión de alguien que representa el fascismo. Y si miramos atrás, las luchas por la igualdad encontramos que no hay momentos propicios para esas luchas. Siempre nos hemos encontrado con oleadas de conservadurismo, y aunque no podemos crear las condiciones para las luchas en las que participamos podemos aportar nuestra determinación. Podemos aportar nuestra visión de un futuro mejor. Fue el Dr. King quien dijo que no podemos capitular ante decepciones finitas y lo que hacemos es enfrentar esas decepciones finitas con esperanza infinita”.
Nunca existieron tantas facilidades para hacer verdad de la mentira como en este punto del siglo de la comunicación, donde los medios de comunicar son cada vez más potentes, pero también más controlados por unos pocos. Precisamente, por quienes creen o quieren hacernos creer que la economía de mercado, el libremercantilismo o el capitalismo más o menos salvaje, son el paradigma de nuestra civilización.
Los neoliberales no dan cuartel; así las cosas no quedaría otra que enterrar la memoria de Marx junto con su literatura. Ahi es nada... Si la razón no recupera posiciones, no será extraño que al pensador alemán pronto no se lo halle ni en los textos de historia. Sin embargo, un leve ejercicio de memoria nos lleva a que desde "La República" de Platón al levantamiento de los indígenas de Chiapas tenemos 2.500 años en los que hombres de todas las culturas han planteado repetidamente a sus semejantes la posibilidad o la necesidad de utopías humanistas. Algunas no fueron más allá de la letra, otras encontraron hombres y mujeres ilusionados por la idea que, comprometidos con ella, iniciaron el camino de llevarla a la práctica para plasmar una justa distribución de los bienes que somos capaces de arrancarle a la naturaleza, el disfrute de la libertad, el derecho al conocimiento, la igualdad de derechos civiles y el sosiego de la paz dada por la justicia. De verdad, no se me ocurre que ninguno de estos propósitos ni su conjunto sea contrario a la naturaleza del hombre; aunque una y otra vez hayan sido sacrificados esos ideales por “los trump” de turno.
El listado de los supuestos imbéciles, fracasados, utópicos o gilipollas que hoy llamarían wokistas y que han creído en ese futuro social no cabría en estas páginas pero, con seguridad, incluye nombres como los de Platón, Jesús de Nazaret, Francisco de Asís, Jean Paul Sartre, Albert Schweitzer, Mahatma Gandhi, Albert Einstein, Juan XXIII, Adolf Palmer, el cura Casaldáliga o el obispo Romero...
Ante el pensamiento de cualquiera de ellos no resiste la mínima comparación ni uno sólo de los temerarios "sabelotodo" que en las tertulias radiofónicas o televisivas o en las columnas de la prensa actual repiten que el pensamiento negacionista ha de triunfar.
¡Soy ‘wokista’; un 'wokista’ desencadenado!
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