“Hay que seguir el dinero, si encontramos quien ha pagado para cometer el crimen estaremos frente a su instigador. Por ello es importante que la justicia caiga con contundencia sobre el empresario que paga a investigadores para saber cómo y a quién puede corromper”

OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista

24/06/25. Opinión. El conocido periodista Dardo Gómez reflexiona en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la corrupción política en España y Europa: “En estos días hemos visto cómo un partido que perdió el Gobierno por corrupto, se erguía, pleno de una dignidad que desconoce, para reprochar a su adversario que se veía en esos momentos ante un espejo de su propia mala praxis”...

De corruptos a corruptores: No hay pan para tanto chorizo...

Seguramente este eslogan que se coreó en todas las plazas de España en mayo de 2011 y se pintó en las puertas de un número importante de entidades financieras haya sido la frase más lograda entre las que se lanzaron en aquellos días del 15M de hace más de catorce años.


Sin embargo, esa forma tan española que debemos explicar a los extranjeros, no fue vacuna suficiente. Es posible que no lo fuera porque no se trata de un virus o bacteria española sino de un mal propio del capitalismo asentado que se suele combatir como quien limpia el borde del plato para que no haga feo.

En estos días hemos visto cómo un partido que perdió el Gobierno por corrupto, se erguía, pleno de una dignidad que desconoce, para reprochar a su adversario que se veía en esos momentos ante un espejo de su propia mala praxis. Uno y otro no han aprendido nada de aquel clamor del 15M, y gran parte de los que conforman el actual arco parlamentario tampoco. Muchos de ellos herederos de siglas también corruptas de las siglas nacidas en democracia y no nos remontamos más atrás porque del estraperlo al derrumbe de Los Ángeles de San Rafael, el garrote vil y más ya sabemos que todo fue corrupto con el franquismo, porque toda dictadura lo es en sí misma.

Datos manejados por distintos organismos internacionales señalan que el imperio de la corrupción en el mundo tiene un alto coste, tanto para las economías nacionales como en la perduración de las injusticias sociales que asolan a muchas de nuestras sociedades; sobre todo a las más pobres, que casi siempre lo son por la corruptela de sus gobernantes y la oferta de corrupción de las metrópolis dominantes. Si no fuera así, a qué vendría la intervención de un monarca emérito para la construcción de un ferrocarril en tierras lejanas... Suelen llamarles intermediarios, agentes, influencers, lobbies pero no son otra cosa que traficantes de la corrupción que hambrea a gran parte del mundo.

Como decía, se estima que la corrupción nos cuesta a los habitantes del mundo unos 2,6 billones de dólares cada año. Yo sólo repito lo que asegura Naciones Unidas, que tampoco puede frenar esta sangría de bienes que fluye hacia las arcas de las grandes multinacionales alimentarias, energéticas o farmacéuticas, previo pago de sus comisionistas.

Gran parte de ese dinero saqueado es del que muchas administraciones honestas no disponen para satisfacer la sanidad o la educación de su ciudadanía o desarrollar proyectos comunitarios, porque se han desviado hacia los corruptores, que siempre es más que el que se llevan los corruptos.

Nos irrita, no puede ser de otra manera, que la corrupción en España se sigue repitiendo una administración tras otra y alcanza a casi todas (no me animo a más) nuestras autonomías, pero no estamos en el centro de esta pandemia. Somos un espacio más y no notable en el ranking global de la corrupción mundial. El Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) que elabora cada año la ONG independiente Transparency International, en su última entrega de febrero de este año, nos coloca el puesto 46 de 180 en el ránking de la corrupción mundial; junto a Chipre, República Checa y Granada. Un punto por encima de Fiyi, dos por encima de Omán y los mismos por debajo de Portugal. En cuanto al ranking de la corrupción europea, este año hemos pasado del puesto 14 al 16, dentro de los países de la UE.

La corrupción se institucionaliza en Europa

El conocido como Barrio Europeo es la zona de Bruselas donde se ubican las principales edificios de las organizaciones pertenecientes a la Unión Europea y junto a ellas existe un férreo conjunto de oficinas que concentra la actividad de los lobbies oficiales. El Corporate Europe Observatory (CEO) es un grupo de investigación independiente sin fines de lucro que, ubicado en ese mismo espacio belga, se dedica a indagar la función de estos grupos de presión profesionales y hacer pública la influencia que ejercen sobre los diputados y funcionarios de la Unión Europea en beneficio de las grandes empresas que los contratan.


Estos grupos utilizan diversas estrategias, como relaciones públicas, conferencias y contactos con funcionarios de la UE, para promover los intereses de sus clientes. El CEO estima que más de 25.000 lobistas trabajan en Bruselas, la mayoría de ellos al servicio de grandes empresas. En su informe guía Lobby Planet, señala que pretende llevarnos a las entrañas del barrio institucional de Bruselas, ese planeta habitado por los lobbies para explicaros los métodos, con frecuencia oscuros, que utilizan los lobistas en el seno de la Unión Europea.

Han hecho falta escándalos como el Dieselgate de Volkswagen o el controvertido caso del glifosato de Monsanto, un tipo de pesticida, para sacar a la luz las tácticas que utilizan los lobbies para intentar acomodar la política de la UE a sus intereses, evadir la regulación y manejar los hilos del debate político a su antojo.

La guía Lobby Planet contiene información sobre más de 135 grupos de presión que representan los intereses de diferentes sectores de la industria financiera, la digital, la del tabaco, la energética, la armamentística y los defensores del libre comercio a ultranza.

Hay que perseguir a los corruptores

Visto lo anterior y la evidente sistematización y/o institucionalización de la corrupción por parte de las grandes empresas es fácil llegar a la conclusión que esta inmundicia que juega con la democracia y los bienes de las personas no es un accidente del capitalismo ni una forma menor y grosera de enriquecerse. Está claro que es el sistema de hacerlo de todas las grandes empresas nacionales e internacionales para su desarrollo.


Hace unos días, ante los últimos escándalos que afectan a uno de los grandes partidos políticos españoles pero que es común a casi todos ellos, ha saltado a la arena en defensa de la dignidad empresarial don Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, para asegurar que “el sistema empresarial no es corrupto” y que quien “corrompe es el que tiene el poder”.

Al capo de los empresarios españoles se le debería aplicar que no habría pisos de putas sin puteros que los visitaran y, por otro lado, explicarle que ya todos sabemos que existe el poder del dinero; casi siempre más fuerte que el de la administración. Se trata de un argumento pedestre el del señor Garamendi que no ha dado muestra de listo ni de preparado sino de un torpe prepotente que pretende tomarnos a todos los demás por tontos. Sólo somos pobres...

En muchas novelas policiacas el detective recomienda para hallar al culpable que “hay que seguir el dinero”, si encontramos quien ha pagado para cometer el crimen estaremos frente a su instigador. Por ello es importante que la justicia afine sus uñas y caiga con contundencia sobre el inductor que desde el despacho de su empresa es quien paga a investigadores para que le informen cómo y a quién puede corromper para hacerse con una adjudicación, o silenciar las barbaridades comerciales que puede haber cometido su empresa.


Siempre hay que seguir el dinero... No falla.

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