Periodista y secretario general de la FeSP

OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista
y secretario general de la FeSP
22/07/09. Opinión. En
el curso ‘La prensa en crisis: hacia un cambio de modelo’ celebrado en Málaga
este mes de julio, su directora, Magis Iglesias, presidenta de la Federación de
Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), apeló al “rearme moral del
periodismo” para superar la crisis por la que atraviesa el sector. Para el
colaborador de EL OBSERVADOR /
www.revistaelobservador.com y secretario general de la
Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP), Dardo Gómez, es esta una
sugerencia que entra en el “catálogo de la ‘bobalización’ del momento”. “Se me
ocurre -argumenta Dardo- que, si se hace un llamamiento a alguien y se pretende
que responda; habría que llamarlo por su nombre. Más aún, habría que explicarle
cómo y en qué está confundida su moral para instarle a su rearme. Pero, eso de
llamar a las cosas por su nombre no se les da bien a los que quieren nadar y
guardar la ropa; hacen como que denuncian pero dejan en el aire a quién… No sea
cosa que alguno se enfade”.
Y ahora me vienen con el
rearme moral…
LLAMAR al rearme moral del periodismo, decirle a las empresas que sean respetuosas de la ética periodística o sugerir buenas prácticas laborales entran en el catálogo de la ‘bobalización’ del momento. Mientras se consuman esta sarta de tonterías, por suerte, en las empresas se sigue luchando por minimizar el impacto de la prepotencia patronal.
DESDE siempre se ha dicho, en el mundo de la política, que cuando se quiere echar tierra a un asunto, no hay nada mejor que promover una comisión que se encargue del caso. Todo se perderá en estudios y regateos, hasta terminar con el tema archivado por hastío y olvido.
EN el ámbito de la profesión
periodística, desde hace algunos años, hemos inaugurado un recurso similar
mediante sesudos observatorios, encuestas y estudios para saber cómo está la
profesión que, como todos sabemos, estaba como los zorros y ha ido peor, a
pesar de los análisis.
Y no hablo de los nuevos estudios y
análisis, sino de los que se han venido haciendo desde hace años; no dudo que
con sana intención, pero nadie puede decir que hayan servido para mucho, ni
siquiera para algo.
HA sido como concurrir al médico por
alguna dolencia, que le hicieran unas analíticas y luego lo despacharan con el
diagnóstico para casa. Del remedio, ya hablaremos…
COMO este gusto por los estudios no se
pierde en un día; apenas nos atacó la crisis con saña, lo primero ha sido
reeditar nuevos observatorios y otras majaderías para saber con certeza lo que
ya sabemos por evidencia.
Y tampoco es que se aporte certeza; porque nadie sabe de verdad cuántos periodistas han perdido sus empleos; los datos disponibles son los que se desprenden de los ERE y de los despidos formalizados ante comités de empresas o ante la magistratura.
Es decir, de los periodistas que contaban con un contrato de
trabajo; aquellos a los que las empresas les habían dado “certificado de
existencia”.
PERO los observadores, desde sus atalaya
no divisan ni reconocen a los restantes; a los que navegan en las pateras del periodismo
español y que, según datos prudentes, pueden ser hasta el 35% de la profesión.
Con ese más/menos no hay análisis que se aguante y convierten todos los datos
de los observatorios en papel mojado.
ES que estos empeñados en observar, siguen ganados por la miopía y sin querer admitir que no se sabe cuántos periodistas trabajan en España. Y no digo “hay” para no entrar en los debates estériles y recurrentes sobre supuestos furtivos o intrusos; hablo de los que comemos y de los que están dejando de comer de esto.
Además,
dan ideas
TAMBIÉN es tiempo de discursos y de dar titulares.
DURANTE un rato se había acallado el
discurso de las “buenas prácticas”; que es algo así como la cúpula de la
sandez, posición que sólo le disputa el mito bobalicón de la autorregulación de
los medios.
PUES el tema ha resucitado y se le recomienda a las empresas que adopten esas buenas prácticas que no sabemos cuáles son ni se nos indican.
SE lo dicen a las mismas empresas que están despidiendo de forma salvaje, extorsionando a sus trabajadores para que acepten disminución de salarios sin ninguna contrapartida o engañándoles para que renuncien a sus derechos con la promesa verbal de darles luego trabajo si
ALGUNOS, además, dan ideas a los
empresarios. Hay quien acaba de apuntar de forma pública que preferirían la
suspensión temporal de empleo a los despidos. Pues claro, y ante la posibilidad
de ir a la horca muchos optarían por Guantánamo; no te fastidia…
Y lo lanzan así, sueltos de cuerpo y se quedan tan anchos. Torpeza mayor es difícil de hallar.
A rearme
tocan
CUANDO ya parecía que el catálogo de
imprudencias y bobadas se había agotado aparece quien llama al rearme moral del
periodismo. Vaya llamadita o tajadita…
EL periodismo, queridos amigos, no es una unidad en lo espiritual ni en lo empresarial ni en sus objetivos.
COMO ya lo señalaran hace más de quince
años los parlamentarios del Consejo de Europa, en esto del periodismo y, más
preciso, dentro de los medios periodísticos hay que distinguir entre los
accionistas, los editores (y su personal de confianza, añado yo) y los
periodistas.
¿A quién se dirige la llamada al rearme moral?
SUPONGO que no a los periodistas, que no
tenemos capacidad para decidir sobre los destinos de las empresas, que hemos
sido apartados de sus definiciones editoriales y nunca consultados sobre sus
aventuras mediáticas.
SE me ocurre que, si se hace un
llamamiento a alguien y se pretende que responda; habría que llamarlo por su
nombre. Más aún, habría que explicarle cómo y en qué está confundida su moral
para instarle a su rearme.
PERO, eso de llamar a las cosas por su nombre no se les da bien a los que quieren nadar y guardar la ropa; hacen como que denuncian pero dejan en el aire a quién… No sea cosa que alguno se enfade.
Por suerte, otros trabajan
COMO es fácil de deducir y si no lo
deducen se los digo, estos aportes a la bobalización provienen de quienes no
tienen posibilidad, capacidad ni ganas de hacer algo positivo por los
trabajadores de la información.
NO tienen posibilidad porque no
representan a los trabajadores, no tienen capacidad porque no están ni saben lo
que pasa dentro de las empresas y no tienen ganas porque temen enfrentarse a
las empresas y a sus directivos, que muchas veces también lo son de estas
organizaciones declamatorias.
POR suerte, los comités de empresas y
los delegados sindicales que son los auténticos y únicos representantes de sus
compañeros sí tienen la posibilidad, capacidad y ganas de luchar por salvar
puestos de trabajo o, en el peor de los casos, lograr las mejores condiciones
ante los despidos.
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