OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía


24/04/20. 
Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), Rafael Yus, habla en esta colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el confinamiento y los animales: “Ahora pensemos en otros seres vivos, particularmente los animales más próximos a nosotros, los vertebrados ¿dónde los encontramos normalmente? Salvo unos pocos que gracias...

...a sus alas pueden venir a nuestros hábitats urbanos, la mayoría se encuentran en el mundo rural, y más específicamente en los espacios naturales, muchos protegidos como parques naturales o parajes naturales. Allí están literalmente confinados, porque fuera de allí están condenados a morir por algún atropello, la caza, etc.”.

Reflexiones sobre la naturaleza, a propósito del confinamiento por el coronavirus

Como todos los españoles que no estamos en la trinchera de la lucha sin cuartel contra el coronavirus, y que cómodamente la contemplamos con un auténtico aluvión de información y desinformación, estoy recluido en mi domicilio y, si bien no me falta trabajo para no tener que recurrir a recursos para la distracción, ha habido momentos suficientes como para repensar sobre nuestro papel en la naturaleza, visto en negativo, cuando el papel lo retoma un diminuto ser (que no me atrevo a calificar de “ser vivo” para no entrar en la polémica aún no resuelta de si los virus son o no son seres vivos) que ha cobrado un inusitado protagonismo que nos recuerda las históricas pandemias medievales de la “peste negra”.


Sobre los confinamientos

Desde el decreto del estado de alarma todos los españoles hemos sido recluidos a los estrictos límites de nuestros propios domicilios, de forma que nuestro “hábitat” teóricamente queda reducido a la más o menos escueta superficie techada de nuestras casas. Es una situación nueva para nuestra especie, acostumbrada a disponer de áreas mucho más grandes para su actividad vital. ¿Quién es responsable de este confinamiento? Un ser (vivo o no): el coronavirus COVID-19. A este confinamiento le llamaremos confinamiento urbano y se reduce a la ciudad.

Ahora pensemos en otros seres vivos, particularmente los animales más próximos a nosotros, los vertebrados ¿dónde los encontramos normalmente? Salvo unos pocos que gracias a sus alas pueden venir a nuestros hábitats urbanos, la mayoría se encuentran en el mundo rural, y más específicamente en los espacios naturales, muchos protegidos como parques naturales o parajes naturales. Allí están literalmente confinados, porque fuera de allí están condenados a morir por algún atropello, la caza, etc. ¿Quién es responsable de este confinamiento? Un ser vivo: el ser humano, cuya tendencia expansionista y depredadora de territorio sólo respeta determinados espacios, generalmente inhóspitos e improductivos, como las montañas, donde los seres vivos sobreviven, algunos a duras penas, gracias a la reclusión. Es un confinamiento protegido, aunque reducido a los espacios protegidos.

A pesar de estos confinamientos obligados, algunos componentes escapan de los mismos para realizar visitas a otros confinamientos. Por ejemplo, algunas aves pueden abandonar sus confinamientos protegidos y realizar alguna visita al confinamiento humano. También al contrario algunos seres humanos, no sólo los naturalistas, también los domingueros, abandonan temporalmente su confinamiento para visitar a los confinamientos protegidos. Son visitas interesadas, las aves y otros animales buscan alimento en el confinamiento urbano y los seres humanos buscamos entretenimiento (a veces ciencia) en el confinamiento protegido.

Sin embargo, ninguno de estos dos confinamientos son autosuficientes. El confinamiento urbano, la ciudad o urbe, necesita un área de “campeo” cientos de veces más amplia que la de la propia ciudad: necesitamos superficie para cultivar nuestros alimentos, para almacenar el agua, para realizar la actividad que demanda el sistema económico, para infraestructuras que faciliten los desplazamientos, etc. Es, en definitiva, nuestra huella ecológica. Incluso durante el confinamiento estricto decretado por el coronavirus, seguimos abasteciéndonos de lo que hemos cultivado o criado en amplias superficie de suelo rural. El confinamiento protegido tampoco es autosuficiente para muchas especies, pues muchos seres vivos allí recluidos necesitan ampliar su área de campeo para buscar su alimento, a veces invadiendo los confinamientos humanos (los cultivos, la ciudad, etc.), y si no lo consigue, es presa de la fuerte competencia por los escasos recursos naturales de sus propias áreas de confinamiento.

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