“Algunos de estos campings empiezan a utilizar estas instalaciones como tapadera para legalizar y mercantilizar el suelo, una forma sofisticada de edificar densa, masiva y desordena en un suelo no urbanizable, es decir en un suelo que no está autorizado para construir residencias”
OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos y Miguel Ángel Torres Delgado
23/09/20. Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), Rafael Yus, junto con Miguel Ángel Torres Delgado, escriben este artículo para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los campings como negocio inmobiliario: “Son muchos los casos de campings que, amparados en la declaración de utilidad pública y de interés...
...turístico, se han colmatado de casas y edificaciones más o menos permanentes (de madera, plásticos, de obra prefabricada, etc.) y más o menos móviles, siendo frecuente que los móviles se inmovilicen con una plataforma. De esta manera, y ante las narices de la autoridad urbanística (local y regional), se ha ido creando un fabuloso negocio inmobiliario fuera de toda norma”.
¿Campings o aldeas de residencias baratas? Urge una solución a la especulación
A mediados de agosto del 2020, tuvimos conocimiento de un pavoroso incendio en el camping Pueblo Fiesta de los alrededores de Mollina, que calcinó completamente 40 casas, afectando a las pertenencias de 79 personas, la mayoría de origen británico, necesitando ayudas de emergencia, atención de los servicios psicológicos, alojamiento provisional, etc. Las causas del siniestro están investigándose pero todos los expertos están de acuerdo en que han contribuido a amplificar el desastre el hecho de que explotaran diversas bombonas de gas butano y el que se trata de casas prefabricadas, con material muy combustible (Fig.1).
Este hecho nos ha conducido a reflexionar sobre este tipo de instalaciones, porque si antes sabíamos lo que era un camping, ahora dista mucho de aquella imagen. ¿Que es un camping? En una primera aproximación, y ateniéndonos al significado de la palabra anglosajona “camping”, es un lugar para “acampar”. Antiguamente se acampaba en cualquier lugar, estando más o menos pertrechados de los avíos de una tienda de campaña. La imagen, ya antigua, de un camping es muy parecida a la de un poblado de indios americanos: una serie de parcelas que se alquilaban y donde el huésped instalaba su tienda de campaña, generalmente cerca de su coche, si es que lo llevaba.
Esta imagen ya es anacrónica. En este tipo de espacios, encontramos ahora una variedad de alojamientos, siendo raras las clásicas tiendas de campaña, ahora la gente que escoge estos espacios para alojarse son más comodones, entran con sus autocaravanas y las usan como pequeña casa bien equipada. Pero los campings también ofrecen casas rústicas, hechas de madera, con espacios lógicamente reducidos, llamados bungalós (del inglés: bungalow), que sería algo equivalente a una casa rural. Hay unos servicios generales, como comedores, baños, piscinas, etc. Todo ello puede resultar muy atractivo para desconectar de nuestros hábitos urbanos de todo el año. Y suele tener tarifas mucho más asequibles que un hotel, pues por un precio de unos 400 euros se incluye el alojamiento, televisión, WiFi, aire acondicionado, calefacción, cocina completa, cama con sábanas, una bombona de gas al mes, agua potable, 200 kw de electricidad, ropa de ducha y, en algunos casos, hasta piscina. Un ‘todo incluido’ que puede contar además con descuentos para jubilados e incluso para estudiantes, que pagan una tarifa menor, de cerca de 300 euros mensuales.
Si, como suele suceder, este camping está cerca de una ciudad de interés turístico, o de un paraje de interés como una playa, un embalse, un río o una montaña, puede ser una interesante opción para alojarse y desplazarse a dicha ciudad para ver sus encantos. De hecho, ésta es la opción que adoptan muchos turistas que no quieren o no pueden hacer grandes desembolsos y sin embargo sí aspiran a disfrutar de las ofertas turísticas que tienen los lugares que están próximos a este camping.
Así pues, la práctica del campismo es una actividad loable, que sin duda representa una buena forma de recreo en contacto con el medio natural. Tanto los espacios de acampada en zonas forestales y de montaña, generalmente públicos y bien regulados, como los campings tradicionales acotados y con mejores equipamientos, y que suelen ser privados, constituyen un modo de turismo y de fomento de prácticas saludables y de respecto ambiental, y además más económico y de compromiso social.
Una tentación hecha realidad
Los campings son instalaciones hechas en un suelo rústico, no urbanizable, que se encuentra en las cercanías de una ciudad o un paraje natural. Por este motivo sus precios son razonablemente más asequibles que los que se pueden encontrar en otros alojamientos en suelo urbano. Desde hace tiempo, mucha gente contempla en estos espacios la posibilidad de pasar largas temporadas vacacionales, rivalizando así con el alquiler turístico, el alquiler de una vivienda en la ciudad. Esta modalidad de uso se encuentra en personas que buscan solo un lugar abierto, en unas condiciones cómodas, y sin perspectivas de hacer mucho turismo, simplemente pasar una temporada vacacional relajados en estas instalaciones. En estos casos, y máxime cuando dispone de una autocaravana, puede interesarle “privatizar” una parcela con una cuota que generalmente es bonificada por, algo que al camping le puede interesar para los meses de “vacas flacas”. De hecho, se tiene constatado que la última crisis financiera y el encarecimiento del alquiler en las ciudades ha movido a muchas personas, entre ellos estudiantes o parejas jóvenes, con pocos ahorros, buscar en los campings una forma de residencialismo asequible a sus modestas economías.
Pues bien, como se suele decir en el mundo empresarial: “donde hay una necesidad, hay un negocio”. Algunos de estos campings empiezan a utilizar estas instalaciones como tapadera para legalizar y mercantilizar el suelo, una forma sofisticada de edificar densa, masiva y desordena en un suelo no urbanizable, es decir en un suelo que no está autorizado para construir residencias. Paradójicamente, son muchos los casos de campings que, amparados en la declaración de utilidad pública y de interés turístico, se han colmatado de casas y edificaciones más o menos permanentes (de madera, plásticos, de obra prefabricada, etc.) y más o menos móviles, siendo frecuente que los móviles se inmovilicen con una plataforma. De esta manera, y ante las narices de la autoridad urbanística (local y regional), se ha ido creando un fabuloso negocio inmobiliario fuera de toda norma.
En este negocio no pueden faltar los oportunistas comerciantes de casas de madera, que manipulaban al incauto ciudadano dando información errónea o delictiva respecto de las facilidades de plantar esa construcción en cualquier parte. De hecho, en la Axarquía todavía podemos ver en suelo rústico casas prefabricadas transportables en remolque de camión, a las que se les colocaba inverosímiles ruedas a las mismas para asignarles una falsa movilidad, alegando prácticas similares a las de otros países europeos y norteamericanos.
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