“Todos los ríos y arroyos tienen un cauce por donde indefectiblemente (a veces incluso a pesar de haber sido desviado) tiende a circular el agua”
OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía
16/10/20. Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), Rafael Yus, escribe este artículo para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la idoneidad de la limpieza de los cauces de arroyos y ríos: “Las sequías persistentes propician que en estos cauces secos durante mucho tiempo llegue a enraizar numerosas especies vegetales oportunistas. Pero cuando llueve...
...mucho, el río se desborda y produce una inundación de áreas aledañas más o menos extensas. Pero esto es normal, todo río o arroyo tiene una “superficie de inundación” más o menos extensa, siendo progresivamente más extensas y excepcionales según su “periodo de retorno”, es decir, su frecuencia, de forma que las menos extensas son más frecuentes que las muy extensas”.
¿Limpieza o destrucción opaca de ríos y arroyos? Una propuesta alternativa
Al final del verano, como si se pusieran de acuerdo, todos los Ayuntamientos contratan a una empresa con maquinaria pesada, a la que les encarga que “limpie” los ríos y arroyos de sus correspondientes municipios. Un afán de limpieza inaudito, porque, de sobra es conocido que durante todo el año ese ayuntamiento no hace absolutamente nada para evitar que la gente utilice los cauces fluviales como vertederos de todo tipo de residuos, principalmente plásticos y escombros, desechos de los principales sistemas productivos de la comarca. Pero tampoco hacen nada para eliminar esos residuos, dejando que sean las aguas fluviales las que se encarguen de arrastrarlas al mar, y que sean las máquinas contratadas las que lo hagan una vez al año. ¿Es que los ayuntamientos se afanan por la limpieza al final del verano? No parece verosímil. La razón de este malentendido es que lo que normalmente llaman “limpieza de cauces”, en realidad es una operación de restablecimiento del canal de desagüe de las aguas pluviales. Se acerca el otoño y los ayuntamientos se empeñan en dejar “diáfano” los cauces fluviales para facilitar la rápida evacuación del agua de lluvia, en la creencia de que ello es bueno para evitar las inundaciones, que no es casual que sean frecuentes en la cuenca mediterránea.
Una actividad opaca, sin control ambiental
Para lograr esta ansiada operación de “limpieza” la máquina contratada se encarga de pasar por el cauce, en el trayecto acordado, eliminado todo tipo de obstáculos, que no sólo son los montones de escombros o el frigorífico averiado, sino que incluye a toda forma vegetal que haya crecido en la superficie del cauce y, de paso, su fauna asociada. Una operación que deja tranquilos a sectores sociales que demandan este tipo de acciones, en la creencia de que ello les librará de inundaciones, y por tanto también a los sectores políticos, no importa el daño ambiental que se esté produciendo, porque, por paradójico que pueda parecer, estas labores de “limpieza” se realizan de forma opaca, sin ningún informe previo de impacto ambiental, ni una exposición pública del proyecto, y tampoco bajo un control o vigilancia ambiental, como si fuera una operación tan inocua como barrer la calle del pueblo. Se da por sentado que esta limpieza es “inocua”, que no produce daños ambientales. Nada más lejos de la realidad, como mostraremos a continuación. Una operación que se salda al final con un paisaje desolado de lo que muchos ciudadanos apreciaban como espacio natural y por ello lo denuncian públicamente en las redes sociales. En este artículo discutimos este tipo de prácticas tan arraigadas en todos los municipios y alertamos sobre sus daños ambientales.
Por qué se producen inundaciones
Lo primero que tenemos que reexaminar es el funcionamiento de un río o arroyo, para comprender que las inundaciones son un fenómeno normal en este tipo de cauces. Todos los ríos y arroyos tienen un cauce por donde indefectiblemente (a veces incluso a pesar de haber sido desviado) tiende a circular el agua. Por ese cauce pasa agua, sea de forma permanente o, como sucede en muchos de los ríos y en casi todos los arroyos de la cuenca mediterránea, de forma intermitente, según la estación, de forma que en las estaciones de lluvia lleva agua y cuando cesa la lluvia el cauce aparece seco o con un hilo de agua muy estrecho. Las sequías persistentes propician que en estos cauces secos durante mucho tiempo llegue a enraizar numerosas especies vegetales oportunistas. Pero cuando llueve mucho, el río se desborda y produce una inundación de áreas aledañas más o menos extensas. Pero esto es normal, todo río o arroyo tiene una “superficie de inundación” más o menos extensa, siendo progresivamente más extensas y excepcionales según su “periodo de retorno”, es decir, su frecuencia, de forma que las menos extensas son más frecuentes que las muy extensas. Pero el problema no se produce por el mal funcionamiento del río o arroyo, sino por el hecho de haber cultivado y construido viviendas o naves industriales en esas llanuras de inundación, algo que los técnicos que lo aprueban conocen perfectamente, pero por el alto valor del suelo urbano, intentan paliarlo mediante encauzamientos subterráneos que obviamente ante lluvias muy intensas o torrenciales (frecuentes en nuestra climatología) son insuficientes para evacuar las aguas de lluvia, provocando inundaciones. Dicho de otro modo, y utilizando un dicho popular, que como muchos refleja la sabiduría que emana de la experiencia:
“En cada inundación, el río baja con sus escrituras de propiedad bajo el brazo”.
Así se explican muchos desastres que conocemos en nuestra comarca como, por ejemplo:
a.-Inundaciones de Rincón de la Victoria. Este pueblo se ha inundado en varias ocasiones, algunas recientemente, coincidiendo con lluvias torrenciales propias de fenómenos tipo “gota fría”. El emplazamiento de la ciudad, despreciado en antaño (y por eso la capital no era Rincón, sino Benagalbón) obedecía a la revalorización del litoral por el boom turístico. Morfológicamente es un territorio en pendiente hacia el mar y surcado por numerosos arroyos secos casi todo el año. El pueblo creció encima de este sustrato, ocultando y entubando estos arroyos bajo el asfalto y las casas, en lugar de respetar los cauces y llanuras de inundación. Las intensas lluvias, sin embargo, muestran la insuficiencia de estos canales y el agua se desborda e invade las calles. Como única solución han colocado tuberías de desagüe más anchas.
Puede seguir leyendo el artículo completo AQUÍ.
Puede leer aquí anteriores artículos de Rafael Yus