“Los peces tienen una respuesta de estrés (concentración de cortisol) más alta en aquellos sonidos que son intermitentes, y de éstos, aquellos que son aleatorios, que es básicamente el sonido que provocan las motos acuáticas

OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía

07/01/21. Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), Rafael Yus, escribe su segundo artículo para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el impacto del ruido de las motos de agua: “El sonido continuo irregular puede tener el efecto más pronunciado en la producción de estrés, enmascaramiento y pérdida de audición, lo que indica que también...

...pueden tener el efecto más pronunciado sobre la reproducción de los peces”.

“Primavera ruidosa” (2). El impacto de las motos acuáticas sobre la salud de los ecosistemas marinos, la economía del turismo y la seguridad de las personas

En la primera parte de esta pequeña serie de artículos mostrábamos la motivación de poner de manifiesto que las legítimas quejas de los bañistas por el ruido y peligrosas acrobacias de las motos acuáticas no constituyen un mero asunto de “gustos”, sino de la existencia de un conflicto no solucionado, no sólo entre las motos acuáticas y los bañistas (residentes o turísticos), sino que afecta a numerosas formas de vida marina y los ecosistemas donde subsisten. Tras tratar el problema de las agresiones a cetáceos, seguimos en esta segunda parte la descripción de los daños que producen las motos acuáticas en otros animales.

b.-Impactos acústicos sobre los peces. Los estudios sobre el impacto del ruido antropogénico sobre los cetáceos se intuyó principalmente por la convicción de que estos animales se comunican mediante sonidos, de modo que sonidos extraños y de alta intensidad debían afectar a su comportamiento, como realmente así se ha comprobado. Pero algunos autores empezaron a preguntarse si los ruidos marinos podrían afectar también a los peces, abriéndose así una línea de investigación que demuestra que, en efecto, determinados ruidos producidos por las máquinas humanas afectan a los peces de diversas formas. El agua es un medio excelente para la transmisión de sonido debido a su alta densidad molecular. Es preciso recordar que el sonido viaja alrededor de cinco veces más rápido en el agua que en el aire (aproximadamente 1500 frente a 300 m / s), y esto significa que las longitudes de onda son aproximadamente cinco veces más largas en el agua que en aire (por ejemplo, para una señal de 100 Hz: 3 m en aire, 15 m en agua). Así Popper y Carlson (1999) empezaron a investigar este asunto, partiendo del hecho de que los peces tienen órganos auditivos, como el oído interno y la línea lateral, que son sensibles a sonidos de rango sónico, infrasónico y ultrasónico. Por su parte, Slabbekoorn et al. (2010) constatan que las actividades humanas en y cerca del agua se han incrementado en los últimos años, añadiendo sonidos artificiales a los naturales del entorno marino. Los sonidos muy altos, de una exposición relativamente corta, como los que se producen durante el hincado de pilotes, pueden dañar a los peces cercanos. Sin embargo, los ruidos subacuáticos más moderados de más duración, como las producidas por los buques, potencialmente impactan áreas mucho más grandes, e involucran mucho mayor cantidad de peces. Las observaciones de la actividad pesquera ya han cosechado evidencias de la sensibilidad de los peces a los sonidos, como los movimientos horizontales y verticales, alejados de los buques, en el caso del arenque del Atlántico (Clupea harengus) y el bacalao del Atlántico (Gadus morhuuna), presumiblemente en respuesta al ruido del barco. Otro ejemplo se refiere a los efectos del ruido de la navegación cercana en atún de aleta azul (Thunnus thynnus) en grandes corrales oceánicos. En presencia de ruido de barcos, los cardúmenes de atún eran menos coherentes que cuando el ruido no estaba presente y los peces individuales a menudo nadaban independientemente hacia la superficie o la parte inferior. También se ha informado que los peces huyen de áreas de disparo en prospecciones sísmicas según se infiere de la disminución de las tasas de captura para las pesquerías de palangre y arrastre.

Estas primeras hipótesis fueron confirmadas en estudios posteriores. Por ejemplo, Nichols et al. (2015) investigaron los efectos fisiológicos del ruido de una embarcación a motor en el pez kelp (Heterostichus rostratus) de hábitat costero, midiendo las respuestas al estrés (concentración de cortisol) de los peces al aumento del ruido de diversas dinámicas temporales y niveles de ruido. Como resultado, este pez exhibió respuestas de estrés agudas cuando se expuso a ruido intermitente, pero, curiosamente, no al ruido continuo. Estos resultados sugieren que la variabilidad en el entorno acústico puede ser más importante que el período de exposición al ruido para inducir estrés en un pez marino, y proporcionar información con respecto a los niveles de ruido a los que se producen las respuestas fisiológicas. Como muestra el gráfico de la Fig.7, los peces tienen una respuesta de estrés (concentración de cortisol) más alta en aquellos sonidos que son intermitentes, y de éstos, aquellos que son aleatorios, que es básicamente el sonido que provocan las motos acuáticas. El segundo gráfico muestra el estrés también está directamente relacionado con la intensidad o nivel de ruido, por lo que son los ruidos de algo nivel y aleatorios los que provocan mayor estrés en estos peces.

Por otra parte, Jong et al. (2020) realizaron un extenso metanálisis sobre el impacto del ruido en los peces y encontraron una serie de conclusiones sobre las predicciones de los efectos de diferentes tipos de ruido antropogénico sobre la reproducción de los peces, distinguiendo entre efectos por ruido continuo e irregular, o bien por ruido continuo. En el primer caso se desencadena siempre estrés con respuesta de evitación (vulnerables en etapas de asentamiento, desove y cuidado parental), de aumento de cortisol (vulnerable en etapas de desarrollo y desove) y pérdida de condición (vulnerable en etapa de desove y asentamiento). En cambio, el ruido continuo provoca mecanismos de pérdida de enmascaramiento y pérdida auditiva, con respuestas de pérdida de claves y señales (vulnerable en etapas de desarrollo, asentamiento, desove y cuidado parental) y cambios en señalización (vulnerable en etapa de desove). En general, este metaanálisis sugiere que el sonido continuo irregular puede tener el efecto más pronunciado en la producción de estrés, enmascaramiento y pérdida de audición, lo que indica que también pueden tener el efecto más pronunciado sobre la reproducción de los peces. En conclusión, la vulnerabilidad de una especie al estrés por ruido inducido dependerá principalmente de: (1) su potencial para reasignar la reproducción a momentos o lugares más tranquilos, y (2) su vulnerabilidad al enmascaramiento y la pérdida auditiva principalmente en la función de la comunicación sonora en su comportamiento reproductivo.

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