“La única función de estas cremas es proteger a las células de la piel de los daños que pueden producir la radiación ultravioleta (UV) que nos regala el sol, que es solo una parte de toda la radiación que recibimos, pero la más dañina”
OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía GENA
07/09/21. Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), Rafael Yus, analiza en una serie de artículos el impacto de las cremas solares en los ecosistemas marinos: “Según más de dos centenares de investigaciones científicas que se han venido realizando desde hace veinte años y que han probado, sin ninguna duda, que las sustancias de las cremas de protección solar provocan alteraciones,...
...cuando no la muerte, de un número de especies marinas que crece cada año”. Informa EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com.
El ecocidio y suicidio de los baños de sol. [1] Las cremas de protección solar y sus filtros UV
Cada verano unos 1.500 millones de personas se aglomeran en las costas de todo el mundo, de las cuales unos 60 millones lo hacen en las del Mediterráneo español. Es la expresión más visible de aquello que los capitalistas llaman “crecimiento”, puesto que desde los años sesenta del siglo pasado, esta afición de los baños de mar no ha hecho más que crecer año tras año. Las imágenes que nos ofrecen algunos destinos turísticos, hablan por sí solas. Una masa humana semidesnuda expone su frágil epidermis a las peligrosas radiaciones del sol. Solo este peligro debería prevenir, como se hacía antiguamente por razones estéticas, de nuestra exposición al sol. Pero, el baño de mar va aparejado a otras consideraciones sociológicas: oscurecer la piel (que por alguna razón sigue siendo un mito, entre estético y erótico), exponer y enseñar los cuerpos, sean jóvenes o ancianos y sean bellos o marcadamente feos. Y, claro está, el abrazo de esa agua salada a la que atribuimos inconscientemente propiedades dermatológicas nunca probadas.
Una masificación que se extiende a playas sin vocación turística como son las de las calas de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, un paraje natural protegido por sus valores ambientales, tanto por los hábitats de interés comunitario, como por su biodiversidad, marina y terrestre. En los últimos años venimos denunciando, una y otra vez, sobre los excesos del turismo en este paraje, que no por estar protegido está más vigilado. Una presión que se traduce en masificación de sus pequeñas y frágiles playas, tanto desde tierra (bañistas) como desde el agua (embarcaciones) e incluso desde el aire (parapentes), tomando este paraje natural protegido como si fuera un parque acuático.
Al impacto de las basuras, deyecciones, submarinismo ilegal, extracciones de seres vivos, contaminación acústica por el griterío, polución atmosférica por el polvo que levantan los microbuses que conducen a largas colas de bañistas, se une un problema que, a lo largo de estos artículos queremos detallar por su importancia y, sin embargo, desconocimiento: el impacto de las cremas de protección solar sobre la vida marina, algo que está más que demostrado, según más de dos centenares de investigaciones científicas que se han venido realizando desde hace veinte años y que han probado, sin ninguna duda, que las sustancias de las cremas de protección solar provocan alteraciones, cuando no la muerte, de un número de especies marinas que crece cada año, que va desde el fitoplancton y el zooplancton a los invertebrados (corales, crustáceos, gusanos, moluscos, etc.) y vertebrados (peces, delfines). Un ecocidio (puesto que destruye o altera delicados sistemas ecológicos acuáticos) pero también suicidio, pues ignoramos los daños que, como disruptores endocrinas nos causan estas cremas.
Las cremas de protección solar
Comenzaremos esta serie mostrando las características de las cremas de protección solar, algo que creemos que conocemos muy bien, pero que la realidad demuestra que hay una gran ignorancia sobre ello. Para empezar, mucha gente cree que estas cremas son “bronceadoras”, es decir, que favorecen el bronceado de la piel, y de hecho así es como se les llamaba en los años 1970, a pesar de que nunca ha habido un producto con estas propiedades. El broceado de nuestra piel no lo produce ningún tipo de sustancia, sino que se produce por la formación de melanina (sustancia que fabrican las células de la piel llamadas melanocitos) como reacción ante la radiación solar. Pero si este bronceado natural se hace sin más protección, nos puede producir quemaduras de diverso grado según el tiempo de exposición y, en algún caso, no infrecuente, un problema mayor: la creación de un cáncer en la piel.
La única función de estas cremas es proteger a las células de la piel de los daños que pueden producir la radiación ultravioleta (UV) que nos regala el sol, que es solo una parte de toda la radiación que recibimos, pero la más dañina. Como veremos, no toda la crema nos protege, sino que lo hacen determinadas sustancias, orgánicas o inorgánicas que están en ella, que actúan como filtro específico para este tipo de radiaciones, es decir, no los deja alcanzar nuestra piel, y con ello librarnos del peligro de que se produzcan alteraciones genéticas que puedan conducir a la creación de un cáncer de piel o melanoma.
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