La sostenibilidad a largo plazo de los bosques urbanos, por lo tanto, depende de la identificación de especies y cultivares, que sean capaces de sobrevivir en situación de cambio del clima

OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía

22/02/23. Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), Rafael Yus, escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com su segundo artículo sobre los bosques urbanos: “La mortalidad de los árboles puede estar relacionada con las condiciones meteorológicas existentes durante o después de plantar los árboles. Muchas fallas de árboles no se deben...

...a fenómenos climáticos extremos, sino más bien a un manejo inadecuado (es decir, mala elección de especies y sitios de plantación”.

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Los bosques urbanos del siglo XXI. ¿Víctimas o verdugos del cambio climático? (2)

En el siglo XXI el fenómeno natural (pero antropogénico) más importante es el cambio climático, debido a un calentamiento global provocado por el efecto invernadero que se viene produciendo por la excesiva acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre. Decíamos, en un artículo anterior, que en esta lamentable situación los bosques urbanos constituyen un valioso aliado, al comportarse como “verdugos” del cambio climático. Sin embargo, la efectividad de estos beneficios se basa en una importante premisa: que las especies urbanas de árboles y arbustos se mantengan saludables en las cada vez más adversas condiciones climáticas futuras. En este nuevo capítulo abundaremos sobre este otro lado de esta moneda, pues una parte importante de los árboles urbanos también van a ser “víctimas” de este calentamiento global, como demostró recientemente el estudio de Esperon-Rodriguez et al. (2022).

La mortalidad de los árboles urbanos

El punto de partida de esta tesis es el hecho de que gran parte de las especies que forman parte del arbolado o bosques urbanos procede de regiones paleogeográficas de clima muy diferente al que existe en la ciudad que los plantó. Entre estas diferencias climáticas destaca la pluviosidad, a menudo mucho más baja en los países de acogida que en los de origen. En general, esta diferencia no ha llegado a ser significativa porque en esos países de acogida, con menor pluviosidad, compensan la falta de lluvia con aportes artificiales de agua (riegos). Pero hay otras variables, como la termicidad, que es mucho más complicado solucionarla.

En realidad, los bosques urbanos son ecosistemas complejos, que no solo experimentan fenómenos meteorológicos extremos, sino algunos también enfrentan duras condiciones, como crecer en situaciones con volumen de suelo y nutrientes limitados, compactación extrema del suelo y falta de disponibilidad de humedad del suelo, etc. lo que puede causar daños severos y reducción de la vitalidad de los árboles urbanos. Por lo tanto, en la práctica es un auténtico desafío determinar la los factores directos de la muerte regresiva y la mortalidad de los árboles urbanos, pero hay que reconocer que es esencial en la planificación de la silvicultura urbana, para reducir pérdidas socioeconómicas asociadas con fallas y mortalidad y a garantizar la provisión sostenida de servicios ecosistémicos por parte de los bosques urbanos.


En general, la muerte regresiva y la mortalidad de los árboles a menudo resultan de una lenta acumulación de los efectos de muchas tensiones a través del tiempo y interacciones entre múltiples factores. La forma en que se gestionan estos factores puede exacerbar o mejorar los riesgos asociados con la muerte regresiva y mortalidad el árbol (Figura 2). Tanto las actividades humanas (es decir, la gestión) como los factores biofísicos pueden contribuir a la mortalidad. Entre las actividades humanas destaca una gestión inadecuada puede incluir la selección inadecuada de plantas, o el lugar de plantación, la mala calidad del material de plantación que se toma de un vivero, las técnica inapropiadas  de plantación, y una preparación y mantenimiento deficientes durante el período de establecimiento, los cambios urbanísticos, e incluso el vandalismo. Entre los factores biofísicos figuran el clima local, los fenómenos meteorológicos extremos, las plagas y enfermedades, la herbivoría y el ramoneo. En última instancia, el manejo de los árboles y los factores biofísicos están fuertemente interrelacionados porque las acciones de manejo a menudo involucran la alteración de factores biofísicos, tales como la estructura del suelo y la disponibilidad de agua y nutrientes,, y otras veces exponen o hacen más vulnerable a los árboles frente a los factores biofísicos.

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