“No hay la menor duda de que esta agricultura intensiva, actualmente vigente, ha disminuido drásticamente la biodiversidad de los montes de la Axarquía”
OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía
22/03/23. Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), Rafael Yus, escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la falsedad de llamar ecológico a los aguacates en la Axarquía: “Según nuestros cálculos y observaciones, en la práctica las cifras de riego se aproximan más a los 1.000 l/kg, que podemos dejar como media en unos 900 l/m2,...
...sin aplicar medidas de ahorro. Ésta es la huella hídrica real que ha venido teniendo el cultivo del aguacate en la Axarquía, porque una cosa es la propaganda y otra muy distinta la realidad, que ratifica los elevadísimos consumos anuales de agua que registran los contadores”.
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¿Son “ecológicos” los aguacates de la Axarquía?
Ya han sido varios los medios periodísticos y televisión europeos, que han venido a la Axarquía a informarse (e informar)sobre la situación de los aguacates y el problema del agua. Una cosa que nos cuentan en las entrevistas, y que nos ha llamado la atención, es que muchas tiendas de Europa venden los aguacates españoles como “aguacates ecológicos”, así, sin más, con tan sólo una etiqueta de supuestas buenas prácticas que otorgan ciertas agencias. Y que se da por supuesto que, sin etiqueta especial alguna que lo corrobore, son frutos ecológicos por el mero hecho de ser españoles. En los últimos años, algunas comercializadoras españolas están contribuyendo a este lavado de imagen (green-washing) aportando datos inciertos o dudosos sobre la huella hídrica y la huella de carbono, precisamente el talón de Aquiles de este cultivo. En el presente artículo vamos a argumentar que, dejando a un lado unas pocas fincas que parecen que sí trabajan bajo los parámetros que definen la agricultura ecológica, estimamos que alrededor del 95% de la producción de aguacates en la Axarquía es simple, y llanamente, antiecológica, si sumamos a su, ya conocida, huella hídrica, su huella de carbono por pérdida de suelo, con la desertificación y pérdida de biodiversidad consiguientes (Fig.1).
1.-Huella de carbono por transporte
Se entiende como “huella de carbono”, la cantidad de dióxido de carbono emitido para lograr realizar una determina actividad, lo cual incluye la energía fósil utilizada en el proceso de producción y transporte. Es preciso aclarar que las cifras que se suelen dar sobre este parámetro son el producto de la actividad (ej.cantidad de gasoil utilizada) por el llamado “factor de emisión” (cantidad de gases de efecto invernadero producidos durante el funcionamiento del motor: ej. para el gasoil serían 2.508 kg CO2/l), resultando de ello “kilogramos de CO2 equivalentes”.
Centrándonos únicamente en la huella de carbono del transporte, responsable del 20% de emisiones globales de CO2 en el planeta, cuando se habla de la huella de carbono enseguida comprendemos por qué son más “ecológicos” los aguacates españoles: porque si lo comparamos con la huella de carbono que provoca el transporte de aguacates desde sudamérica (ej.Perú), atravesando un continente y luego un océano (10.200 km), con todo el gasto de combustible (y por tanto emisiones de CO2) que ello supone, está claro que los aguacates españoles, que sólo tienen que recorrer 2.000 km, son más ecológicos que los peruanos, porque tienen mucha menor huella de carbono, aunque se triplicaría de tomar un avión como medio de transporte. Así, si consideramos que la huella de carbono provocada al recorrer 1 km un camión es de 50 gr de CO2, mientras que la huella de carbono de los aguacates desde Perú (suponiendo que vienen por tierra) sería del orden de 610 kg CO2, desde Málaga son 100 kg de CO2, es decir, seis veces menos, lo que constituye, en este aspecto, una clara ventaja ecológica a favor de los aguacates españoles. Esta percepción se ratifica en el reciente estudio de Pedreschi et al. (2022), en el que colaboró el investigador de La Mayora (Algarrobo), José I. Hormaza, que determinaron que la huella de carbono del transporte los aguacates procedentes de Chile a Alemania (0,42 kg de CO2 eq.) es aproximadamente el doble que el procedente de España (0,21 kg CO2 eq.) (Fig.2). Pero aquí se terminan las propiedades “ecológicas” del aguacate, que, como veremos, son anuladas radicalmente por otros parámetros que son claramente “antiecológicos”.
Algunas comercializadoras de subtropicales de la Axarquía, admiten una huella de carbono de 13.398,92 toneladas de CO2 por los más de 1,5 millones de árboles frutales subtropicales, pero esta cifra, suponiendo que sea cierta, no aclara si se trata de las emisiones de una tanda de viajes o de todos los viajes al año, y si se limita al aguacate, sin incluir el mango, que es un viaje distinto. Por otra parte, el estudio no ha debido incluir las continuas emisiones de CO2 que durante todo el año emite el sistema de transporte, que no se limita a la temporada de producción de aguacates autóctonos, sino también a la exportación de aguacates importados de Sudamérica para surtir a los mercados europeos en momentos en los que no hay cosecha de aguacates autóctonos, con el objetivo de no perder los mercados. Cierto que estos aguacates sudamericanos no son de origen español, pero su procesado y transporte sí lo es y se comercializan aprovechando el marchamo del aguacate español, y es su responsabilidad dar salida mercantil a frutos de altísima huella de carbono.
2.-Huella hídrica
Como con la huella de carbono, la huella hídrica define la cantidad de agua que se consume para una determinada actividad, que en este caso es el riego de subtropicales. En su cálculo no se suele tener en cuenta la diferenciación entre agua azul (agua que toma la planta), agua verde (la que se evapora) y agua gris (la necesaria para asimilar la carga de contaminantes) y esto se presta a errores de cálculo. El punto de partida de la huella hídrica en la Axarquía es que su clima es calificado como “mediterráneo subtropical”, pero este concepto a menudo es malinterpretado porque lo único que tiene de “subtropical” es la temperatura media anual y la ausencia de heladas. En un clima subtropical propio de los países de origen del aguacate, no sólo hay temperaturas benignas, sino también una elevada cantidad de aguas, que puede alcanzar los 1000 l/m2, mientras que en la zona regable de la Axarquía la lluvia es de 400-500 l/m2, es decir, hay un déficit estructural, para el tipo de cultivo dominante, de 500-600 l/m2. Este déficit se compensa mediante aporte no pluvial, es decir, mediante riego procedente de aguas fluyentes (almacenadas en el Embalse de la Viñuela) y subterráneas (pozos). Esto supone la generación de una enorme huella hídrica cuya cuantía se ha publicado con cifras muy variadas. Una referencia fiable de la huella hídrica del cultivo de aguacates podría ser la de la organización holandesasin ánimo de lucro, Water Footprint Nework, la cual cifra en 2000 l/kg aguacates (dicho de otro modo: para lograr un kilo de aguacates hay que emplear 2000 litros de agua de riego, equivalente a unas 10 bañeras llenas de agua o 196 bidones de agua) (Fig.3). Si se multiplica esta cifra por las 20.000 toneladas que la Axarquía obtuvo en el año 2020, obtendríamos la gigantesca huella ecológica de 40.000 millones de litros, es decir 40 hm3, una cuarta parte de la capacidad máxima del embalse de la Viñuela., que sólo lo podría soportar si este embalse dispusiera en ese año un mínimo de 60 hm3, cosa que no ocurrió (pues entonces tenía solo 25 hm3), lo que desencadenó, con la sequía, el agotamiento total del embalse y la ruina para cultivos no vinculados a la red de aguas regeneradas…
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