La luz artificial por la noche (ALAN) es un factor cada vez más reconocido amenaza para la biodiversidad y los procesos de los ecosistemas y recientemente se ha propuesto como un impulsor de la disminución de insectos

OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía

08/05/23. Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), Rafael Yus, escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre como afecta la luz nocturna a los insectos: “La mayor parte de los animales desarrollan su principal actividad diaria durante la noche. La actividad biológica en pleno sol es una mínima parte de los animales que podemos...

...encontrar desde el alba hasta el ocaso”.

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La luz artificial nocturna contribuye al declive de los insectos. (1) Cómo afecta la luz nocturna a los insectos

En artículos previos, publicados en esta misma revista, hemos ido dando cuenta del progresivo declive que, innumerables estudios especializados, coinciden en apreciar en el mayor y más diverso grupo animal, especialmente en los ambientes antropizados, agrícolas o urbanos. Para muchas personas, que de los insectos sólo conocen los que conviven en las ciudades, y que a menudo tienen que combatir en sus propias viviendas, esta noticia posiblemente hasta puede recibirse con alivio. Sin embargo, ya hemos mostrado anteriormente la importancia ecológica que tienen los insectos, como base de la pirámide trófica de la naturaleza, que sustenta a toda forma de vida en este planeta, de tal suerte que su declive, y no digamos su desaparición, tiene efectos catastróficos sobre la biodiversidad, lo cual no sólo representa una seria amenaza para la vida, tal como la conocemos actualmente, sino para nuestra propia supervivencia, ya que el ser humano se alimenta de seres vivos que están directamente conectados, y por lo tanto depende de ellos para su propia supervivencia, todo lo cual demuestra que el declive de los insectos no es un “mal menor”, sino una seria amenaza para nuestra supervivencia en la Tierra.

Entre las numerosas  amenazas de origen antrópico que ya están actuando sobre los insectos se encuentra la luz artificial nocturna, conocida en inglés con las siglas ALAN (Artificial Light At Night). El presente artículo constituye el primero dedicado a difundir sobre esta problemática ambiental y mostrar la forma de paliar sus consecuencias.

La contaminación lumínica

La noche es el periodo del día en el que no hay luz solar directa, por lo que en teoría debe dejar totalmente oscuro el medio en el que vivimos. Pero no sucede así, no sólo por la débil luz que nos llega de las estrellas, sino, principalmente, por la que refleja la superficie de la Luna, que como sabemos es variable por temporadas o fases, siendo la más luminosa la luna llena o plenilunio (cuando la Tierra se encuentra entre el Sol y la Luna, por lo que se ve en toda su superficie hemisférica), y la más oscura la luna nueva o interlunio (cuando la Luna se encuentra entre la Tierra y el sol, por lo que no puede ser vista).  De este modo, la única fuente de luz que disponemos durante la noche es la reflejada por los astros, y de forma determinante, la Luna. Todos los seres vivos estamos adaptados a vivir con estas leyes naturales, pero la especie humana se impuso, con su ingenio, y logró romper la oscuridad de la noche mediante diversas fuentes de luz, inicialmente el fuego y, en los últimos siglos, la luz eléctrica. La iluminación de la noche ha ido evolucionando hasta extremos insospechados, iluminando todas las casas y calles de las ciudades, incluidas las zonas ajardinadas, con iluminación adicional en determinados lugares, como los edificios históricos, las carreteras, los paseos marítimos, etc.


De este modo, si tenemos en cuenta que todos los seres vivos estamos adaptados a vivir las noches con sus características naturales, que muchas especies desarrollan la vida durante la parte iluminada del día, pero que otras muchas lo hacen durante la noche, la irrupción de la luz se convierte en una contaminación para el ambiente natural en el que están adaptados todos estos seres. De este modo, es lógico definir la contaminación lumínica como toda forma de energía luminosa artificial que se introduce en el periodo nocturno. Hasta ahora, se ha pretendido disminuir la importancia de la contaminación lumínica al restringirla únicamente a la “luz nocturna desaprovechada por el hombre” o bien que “se aplica en exceso” o que se alumbra “en lugares innecesarios”, y es cierto que en estas circunstancias es injustificable el uso de la luz nocturna. Pero la luz no sólo es perniciosa para la vida nocturna en estas circunstancias, sino que lo es en prácticamente todas las circunstancias, sin paliativos, porque dos aspectos que no pueden ser controlados en la luz artificial:

1.-El espectro luminoso. No todos los seres vivos reaccionamos del mismo modo ante la luz, porque en realidad uno hay una sola forma de luz, sino que lo que nosotros llamamos luz es un paquete amplio de radiaciones, de las cuales el ser humano sólo logra percibir un espectro de longitudes de onda comprendido entre 380 y 780 nm, que corresponden al violeta y el rojo, respectivamente (Fig.1)

2.-Hay otras adaptaciones. De este modo, la luz que nosotros vemos no es la única forma de luz y no tiene por qué coincidir con las formas de luz que ven otros seres vivos (y nosotros no). Esto supone que la biodiversidad afectada por la luz nocturna artificial afecta a unos seres vivos en el  mismo espectro de luz visible para el ser humano (la llamada “luz visible”), y por otros espectros de luz que contiene la luz (ultravioleta, infrarrojo), no visibles para el ser humano. Las luces públicas con lámparas de mercurio son especialmente agresivas a una gran mayoría de insectos. Los insectos nocturnos son más sensibles a la radiación azul (de longitud de onda por debajo de los 400 mμ).

Otros ven únicamente entre los 550 mμ y los 360 mμ, precisamente dentro del espectro de las lámparas de vapor de mercurio, que emite ondas por debajo de los 300 mm, que las de radiación más roja, por encima de los 600 mμ, una luz no visible para la mayoría de especies de insectos nocturnos. Para la gran mayoría de insectos una iluminación por encima de esta cifra es prácticamente como si fuera de noche.

Los parámetros relevantes de la luz

Las dos propiedades biológicamente más significativas de la luz son su intensidad y su composición espectral. El lux es la unidad SI de la luminancia, parámetro que es ampliamente utilizado por...

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