“La desalinización es una mera distracción a la hora de abordar la verdadera fuente de nuestra problemas de agua. Cada año, las grandes empresas agrícolas y petroleras desperdician miles de millones de litros de agua para aumentar sus ganancias”
OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía
23/04/24. Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), Rafael Yus, escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las desaladoras: “En cuanto al consumo agrícola, el más importante de todos, el agua desalada no es nada atractiva. En primer lugar, los que tienen pozos y los que tienen una concesión de agua en una comunidad de regantes,...
...que usa agua del embalse de la Viñuela, son reacios a consumir un agua que no sólo es más cara que la que han venido usando, sino que además se la considera más “mala”, e incluso perjudicial, para los cultivos emergentes en la actualidad”.
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¿Es la desalación del agua marina la solución definitiva para las sequías y la escasez de agua?
La última sequía que hemos estado padeciendo, y en especial en la comarca de la Axarquía, ha puesto en jaque toda la actividad económica vinculada a este recurso esencial que es el agua, en esta comarca fundamentalmente la agricultura y la industria turística. Se viene afirmando que esta sequía, de tan larga duración, es una de las primeras evidencias del cambio climático y se pronostica que, en décadas posteriores, las sequías serán más frecuentes y duraderas. Ante esta amenaza surge aquí lo que para muchos es la solución definitiva: la desalación del agua del mar. Definitiva, porque ciertamente, el agua del mar no se agota a escala humana por mucho que las poblaciones ribereñas recurran a la desalación ¿eso es suficiente razón como para abrazar la desalación como solución definitiva? En este artículo enumeraré 10 razones por las que debemos adoptar una posición crítica respecto al uso incondicional de esta tecnología y, en todo caso, exigir menor impacto, precios asequibles y más control público.
1. La construcción de una desaladora nos cuesta muy cara
La primera, e importante cuestión es el precio que supone la propia construcción de las instalaciones relacionadas con la industria de desalación. Por muy atractivas que nos pueda parecer, la construcción de una desaladora sale muy cara, en un abanico variable entre un mínimo de 50 millones de euros y máximos que pueden llegar a superar los 200 millones de euros, según la capacidad de desalación que se pretenda. La desaladora pública que el Ministerio de Transición apuesta por construir en la Axarquía, tiene un precio establecido en 100 millones de euros, por numerosos conceptos. En primer lugar, redactar el proyecto, que requiere un trabajo de campo por parte de empresas subcontratadas, para estimar las características geotécnicas y medioambientales de los puntos de toma y vertido, el trayecto de las conducciones, etc. Por otra parte, lograr adquirir el suelo donde se vaya a ubicar, que a menudo requiere mecanismos de expropiación. Luego tiene que seguir la tramitación administrativa, que requiere al menos dos años, requiriendo personal cualificado o empresas subcontratadas. Finalmente la construcción propiamente dicha (y no digamos su mantenimiento). Si es una obra sufragada con fondos públicos (incluidos los next generation), ya sabemos que lo pagamos entre todos los ciudadanos, pero según el artículo 9 de la Directiva europea del Agua, recogida en la legislación española, requiere que a toda obra hidrológica construida con fondos públicos se le debe aplicar el principio de recuperación de los costes, y no sólo la construcción y materiales empleados, sino también los costes ambientales. Esto significa que el Estado debe fijar en el precio final del agua desalada, una parte de la deuda contraída, por un tiempo que, aunque sea prolongado, repercutirá en la tarifa del agua, como veremos a continuación. Si la construcción de esta desaladora es por iniciativa privada, aunque no esté obligada a aplicar el artículo 9 de la Directiva europea, con toda seguridad querrá amortizar los costes de la construcción de la desaladora, y esto lo conseguirá integrándolo en la tarifa final del agua desalada.
2.-La factura del agua desalada nos sale también muy cara
El agua desalinizada es mucho más cara que el agua natural tratada que bebemos y con la que regamos actualmente, llegando a ser, en algunos casos, hasta un 73% más cara, y la razón principal de ello es que, mientras que el agua natural requiere procesos relativamente baratos (embalsado, conducción), subiendo algo más en el agua potable (por el proceso de industrial de potabilización) y sumándole los gastos de depuración en la EDAR (que se añade a la tarifa del agua), en el caso del agua desalada, a todos estos gastos hay que sumarle los mucho más altos gastos de la desalación industrial. El sector industrial desalador se defiende diciendo que, en cualquier caso el agua desalada es entre 500 y 1000 veces más barata que el agua embotellada, un argumento que no es válido, porque nadie se ducha, limpia la casa o incluso hace la comida con agua embotellada, y a pesar de esta mala costumbre de muchos consumidores (en parte por asumir bulos interesados sobre el mal estado del agua del grifo), la mayor parte del agua doméstica que consumimos es la potabilizada que sale del grifo. Con la instauración de la desalación, el consumidor ya no podrá usar el agua natural potabilizada de forma tradicional, sino que obligadamente tendrá que usar y pagar la desalada, que por las razones antes señaladas será algo elevada. Se estima que a una desaladora le cuesta una media de 0,56 euros/m3 producir agua para consumo humano, pero el coste unitario del agua desalada para el consumidor en España (según datos de Instituto Nacional de Estadística de 2022) es de 1,92 euros/m3, dicho de otro modo, el precio del agua se duplica respecto las tasas anteriores a la era de la desalación.
Suponiendo que esto lo acepte la población urbana, el problema está en que el sector de mayor consumo de agua en nuestro país, la agricultura, que consume entre el 80 y el 85% de los recursos hídricos disponibles en las cuencas reglables. Para este sector la desalación es más complicada, porque el agua desalada no es en sí apta para cultivo, sino que necesita procesos industriales de desmineralización (eliminar de sales perjudiciales para los cultivos, como el exceso de boro) y remineralización (el agua desalada bruta no tiene sales minerales y los cultivos necesitan determinadas sales minerales que aporta el agua natural). Aunque no se puede establecer un precio medio a nivel nacional, porque este precio depende de muchos factores locales, la media del coste oscila en torno a los 0,5 euros/m3. Un decreto del gobierno, firmado en plena sequía obligó a reducir esta cifra a 0,4 euros/m3, pero aún así sigue siendo una cifra mucho más alta de la que hasta ahora se ha pagado, en torno a 0,18 euros/m3. La clave del precio final está en el gasto eléctrico. En el caso de la Axarquía, la situación es más grave porque es una comarca montañosa, en la que muchos cultivos se encuentran en las laderas, llegando a….
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