“Constituyen un enorme amasijo de sustancias químicas, muchas persistentes, que afectan a la salud ambiental y humana, trasladando el problema, a través de sus microplásticos a ambientes naturales como los ríos y el mar”
OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
06/09/24. Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), Rafael Yus, escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com su cuarto articulo (Cap1, Cap2 y Cap3) sobre el césped artificial: “El balance de los pro y contra sobre el césped artificial es claro, si tenemos en cuenta que tiene muchos aspectos negativos y pocos o ningún positivo...
...En las áreas verdes de la ciudad, destruye la biodiversidad, no secuestra CO2, no filtran contaminantes, impermeabilizan el suelo (aumentando el riesgo de las escorrentías: inundaciones, erosión, etc.) y calientan el aire”.
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Adiós a la panacea del césped artificial. (4) Qué se está haciendo para afrontar esta problemática
Nacido en plena época del boom del plástico, el césped artificial, también conocido como “falso césped” o “césped de plástico” ha tenido una amplia aceptación en todo el mundo, especialmente en los campos de deportes, y extendiéndose a las áreas verdes de las ciudades, esto último repuntándose desde la aparición de las sequías. Recordemos que el césped artificial está formado por unas fibras del plástico que simula las briznas u hojas de "hierba" del césped, de naturaleza plástica (ej. polipropileno: PP, polietileno: PE) que se fijan en un soporte en la base. Tras su instalación, se rastrilla añadiendo un material de relleno formado por gránulos de caucho artificial (estireno-butadieno: SBR), generalmente proveniente de neumáticos fuera de uso (NFU) que a menudo se le echa arena para impedir que este relleno se recaliente en exceso en las fibras para proporcionar soporte. A menudo, se utiliza una base de arena mezclada con material de relleno. Pero aquí no acaba el cóctel de químicos: un estudio reciente de la Universidad de Yale (US) concluyó que hay al menos 306 agentes químicos diferentes en el relleno de caucho granulado, y hasta 197 exhiben características carcinogénicas. También se reveló en el mismo estudio que como hasta 207 de estos productos químicos del caucho granulado no fueron catalogados oficialmente por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (US EPA), lo que indica una documentación incompleta de los posibles efectos sobre la salud. Todo este cóctel es diseminado por los microplásticos resultantes del pisoteo del césped artificial, sea por el aire o por el agua (lixiviación), terminando en el mar en su mayor parte.
La envergadura del problema no hace más que aumentar. El mercado de 2023 se valoró en 79,9 mil millones de dólares y para 2032 se espera que alcance los 141,6 mil millones de dólares. Vivimos en una época en la que tenemos que equilibrar muchas cuestiones conflictivas: tiempo versus dinero, conveniencia versus lo correcto para la comunidad y medio ambiente, y estética versus seguridad. Y claro, por encima de todas estas consideraciones, el gasto, público o privado. Todas estas cuestiones forman parte de la compleja cuestión de si el césped artificial es bueno o malo. En principio cualquiera diría que no debe ser tan malo cuando tiene tanto éxito, y de hecho es cierto que es más barato y necesita menos mantenimiento que el césped natural. Por ejemplo, el 10% de los hogares del Reino Unido ha sustituido el césped natural (que en ese país está en sus mejores condiciones climáticas) por césped artificial: “es más cómodo, no necesita pasar el odioso cortacésped y siempre está lustroso, sin apenas gasto de agua”. Se prevé que las ventas de césped artificial alcance los 4 mil millones de libras esterlinas para 2027.
Y luego está el chantaje de los neumáticos al final de su vida útil, es decir los neumáticos desechados: el volumen de neumáticos fuera de uso (NFU) en cualquier país desarrollado es colosal, estimándose en 25 millones de toneladas por año a nivel mundial. Solo Estados Unidos produce 290 millones de neumáticos fuera de uso cada año (en España son 3,5 millones/año), un material que apenas logra hacerse un sitio en los procesos de reciclaje (más allá de su uso en carreteras o energía), convirtiendo los vertederos en una bomba de relojería que en cualquier momento puede explotar, provocando un daño ambiental y sanitario irreparable, como sucedió en España tras el incendio del vertedero de Seseña (Toledo). Precisamente éste es uno de los argumentos favoritos de los fabricantes del sector para reivindicar el césped artificial: es la única actividad comercial que recicla, al menos en parte, este peligroso material.
Todo ello explica el desarrollo de lo que hoy día es ya un gran negocio. La cuestión es ¿justifica ello su adopción obligada? En capítulos anteriores hemos mostrado una síntesis de los estudios que, a nivel mundial, demuestran los peligros para la salud y el medio ambiente que representan los componentes plásticos del césped artificial. Hay que tomar decisiones que tengan presente los intereses generales, ambientales y sanitarios, que deben estar siempre por encima de cualquier otra consideración. Las empresas del sector, fundamentalmente de Estados Unidos, Países Bajos, Reino Unido y China, ya vienen actuando, proponiendo modelos que supuestamente resuelven algunos de los problemas planteados, pero es imposible eliminar por completo sus efectos perniciosos.
Qué se está haciendo en el mundo
Si bien el Convenio de Estocolmo de las Naciones Unidas de 2004 ya estableció límites para controlar la liberación de contaminantes orgánicos persistentes, tipo PFAS, PFOA y PFOS, este acuerdo no han tenido mucho impacto en el mercado del césped artificial, puesto que los análisis realizados hasta la fecha indican que siguen siendo una poderosa fuente de tales contaminantes. Hasta la fecha, 152 países han firmado el Convenio de Estocolmo, pero casi ninguno lo está cumpliendo parcial o totalmente, especialmente en relación al césped artificial, una de las fuentes de estos contaminantes. Algunas revisiones, como la Zuccaro et al. (2022) y la de Rubin (2024), han puesto de manifiesto la disparidad de actuaciones de cada país en relación con las regulaciones o promociones sobre el césped artificial.
a.-Un vistazo por el mundo
Encabeza este revisión los Estados Unidos, el país donde más extendido está el césped artificial y donde menos regulación existe. Posiblemente por su carácter multinacional, no existe una política nacional respecto al caucho desmenuzado o las emisiones químicas de los 13.000 campos de césped de Estados Unidos. Algunos municipios todavía están brindando incentivos a los propietarios para reemplazar el césped natural por césped artificial. Sin embargo, hay comienzos de una reacción seria y algunas áreas ahora empiezan a ofrecer incentivos para eliminar su césped artificial, imponer restricciones al césped artificial o incluso prohibirlo, conforme se va tomando conocimiento de los peligros para las personas y el medio ambiente. Los fabricantes continúan desarrollando nuevas formas de césped para combatir algunos de estos argumentos. Por ejemplo, el corcho, una combinación de cáscaras de nuez y cáscaras de coco, ha sido desarrollado para sustituir al granulado de caucho. En el mundo del deporte, la Asociación de Jugadores de la NFL ha expresado su preocupación por las lesiones en el césped y ha solicitado la prohibición de todos campos el césped artificial. La Selección Nacional Femenina de Fútbol también ha abogado vehementemente a favor de la prohibición de los campos de césped artificial. El Mundial Masculino se jugó sobre céspedes juegan sobre césped natural y quieren igualdad de protección. California, a menudo líder en protección ambiental, está haciendo un esfuerzo para prohibir el césped artificial que contenga PFAS, llegando a firmar un proyecto de ley que permitiría a los gobiernos locales prohibir el uso de césped artificial para uso residencial. Muchas ciudades están empezando a prohibir el césped en condados como San Mateo y San Marino. Los distritos escolares de Los Ángeles prohíben el uso de caucho granulado y exigen otras opciones de relleno. Muchos estados del oeste fomentaron el paisajismo sin césped natural a partir de la década de 1990 debido a la escasez de agua. La mayoría requiere el utilizar un número mínimo de plantas y no aceptará césped artificial como sustituto. Boston (Massachusetts), el municipio más grande de Estados Unidos, prohibió la instalación de césped artificial en los parques de la ciudad en 2022. En Maryland se acepta la sustitución del césped artificial, pero no su eliminación como producto final, por lo tendría que eliminarse en estados cercanos como Virginia. Hay varias zonas (Montgomery, Maryland, Hartford, Connecticut, Westport, etc.) que están prohibiendo el caucho granulado, exigiendo en en su lugar rellenos sostenibles. En todos los campos recién instalados por el Departamento de Parques y Recreación de la ciudad de Nueva York se ha prohibido el relleno con caucho granulado. En este país, ha tomado especial importancia el organismo Toxics Use Reduction Institute (TURI) de Massachusetts, organismo proactivo en contra de los campos de césped artificial, siendo a menudo consultado para hacer más seguros los campos de deporte con césped artificial, aunque limitado exclusivamente a las sustancias peligrosas del relleno de caucho granulado, en el que destacan como peligrosos, metales como el plomo y el cinc, ftalatos, PAHs y VOCs.
En Canadá no se ha establecido ninguna norma que regule directamente los campos de césped artificial o el relleno de caucho granulado. La Ley de Protección Ambiental de Canadá (CEPA) definió una sustancia tóxica como “aquella que entra o puede entrar al medio ambiente en concentraciones o condiciones que pueden tener un efecto nocivo inmediato o a largo plazo sobre el medio ambiente,... o puede constituir un peligro para la vida humana o salud”. Cuando una sustancia está etiquetada como tóxica en Canadá, debe implementarse al menos un método para...
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