Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía
27/06/11. Opinión. “Hemos tenido oportunidad de leer y escuchar todo tipo de opiniones sobre este movimiento, lo que por otra parte ha ayudado mucho a dar forma a esa masa informe de comportamientos, de expresiones indignadas en las plazas españolas. En este artículo me gustaría apuntar...
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía
27/06/11. Opinión. “Hemos tenido oportunidad de leer y escuchar todo tipo de opiniones sobre este movimiento, lo que por otra parte ha ayudado mucho a dar forma a esa masa informe de comportamientos, de expresiones indignadas en las plazas españolas. En este artículo me gustaría apuntar algunas conclusiones provisionales y plantear un serio problema para el movimiento 15-M: su recorrido por un callejón sin salida, si bien también señalamos que para salir de este callejón solo tenemos que volver sobre nuestros pasos y alzar la mirada”. Rafael Yus Ramos incorpora en esta entrega de su sección en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com una perspectiva sobre las posibilidades ideológicas del trayecto futuro del movimiento 15-M.
El callejón sin salida del movimiento 15-M
CUANDO el llamado movimiento del 15-M (sí: digo bien, no hay ninguna connotación franquista en esta expresión) lleva algo más de un mes desde que se constituyó informalmente, ha ocupado gran parte de la opinión política de nuestro país, hasta el punto de eclipsar la política formal, la que ejerce la llamada “clase política” diariamente en las instituciones del Estado español.
HEMOS tenido oportunidad de leer y escuchar todo tipo de opiniones sobre este movimiento, lo que por otra parte ha ayudado mucho a dar forma a esa masa informe de comportamientos, de expresiones indignadas en las plazas españolas. En este artículo me gustaría apuntar algunas conclusiones provisionales y plantear un serio problema para el movimiento 15-M: su recorrido por un callejón sin salida, si bien también señalamos que para salir de este callejón solo tenemos que volver sobre nuestros pasos y alzar la mirada.
1. ¿Quiénes son los que forman el 15-M?
DESDE el principio se extendió la idea de que esto era un asunto de gente joven, “perroflautas” y “neo-hippies”. A estas alturas, el que haya estado en cualquiera de estos campamentos o simplemente no haya pasado de canal cuando lo han televisado, se habrá percatado de que no es así. El 15-M está formado por gente indignada con la clase política y el sistema económico, y en este grupo no solo está la gente joven, a la que ahora mismo se le presenta un panorama de futuro incierto, sino todo tipo de personas y edades, no solo desempleados, sino también trabajadores, funcionarios, que también están indignados, por otras causas que los desempleados y los desamparados, o por lo mismo pero por sus hijos que sí lo están o lo estarán. Es verdad que la edad media es relativamente baja, son de familias de clase media y con cierto nivel de estudios, pero si esto caracterizó los primeros momentos del 15-M, posteriormente ha ido cargándose de una gran diversidad de personas, que aumenta aún más en las manifestaciones.
LA prueba de que esto no ha sido un movimiento de clase o de edad, es que nadie que se haya acercado notó la más mínima sensación de intolerancia, al contrario siempre ha estado abierto a que se colabore de la forma que cada uno esté dispuesto. Esta lección de tolerancia, cuya única regla ha sido que ninguna organización (sindicato, partido, asociación, etc) se distinguiera de los demás con sus símbolos o consignas, es una de las más características y genuinas de este movimiento ciudadano. Una característica que de entrada nos hace pensar sobre el problema de la atomización de la sociedad española en categorías de todo tipo y colores, cada una con sus sueños y estrategias de realización, sin levantar la cabeza y ver que realmente todos somos partícipes, víctimas de un mismo problema y que si no lo solucionamos entre todos, nadie lo va a hacer por todos nosotros. Una atomización que nos divide y por ello nos debilita ante los más poderosos. El 15-M nos muestra hasta qué punto era necesario romper estas falsas barreras que hemos ido creando entre nosotros en esta democracia formal. La cuestión ahora es cómo mantener alejado al 15-M de la tentación de convertirse en un chiringuito más, o un partido político como se pide desde instancias de la clase política, porque se considera que este movimiento solo puede ser escuchado si entra por el aro de las reglas del juego de nuestra democracia representativa. Pero todos sabemos que esto representaría no solo una contradicción con sus principios sino la segura aniquilación de este movimiento ciudadano.
2. ¿Son violentos los que componen el 15-M?
LOS componentes del 15-M se autocalifican de pacifistas y han declarado en reiteradas ocasiones que están en contra de la violencia. Precisamente ese carácter, que se ha confirmado a lo largo de estas semanas de acampada en las plazas de algunas ciudades españolas, es uno de los elementos clave para entender por qué esta gente ha despertado una simpatía general (más del 80% según una encuesta) por parte de la sociedad española. En el otro bando se encuentran los directamente perjudicados en sus negocios cercanos a las zonas de acampada, lo que es comprensible en algunos casos, pero en otros se ha exagerado, mostrando cierto grado de intolerancia, porque el único daño que podrían hacer es el de cambiar el paisaje de la plaza, reduciendo el asunto a una simple cuestión de estética.
LO indiscutible es que en ninguna acampada ha habido iniciativa alguna de acción violenta. Seguramente habrá habido algún conflicto, pero se ha ido solucionando con diálogo, control de las emociones y paciencia, ingredientes básicos de la no-violencia. Los problemas han venido más bien de fuera. Una primera prueba se escenificó el día de la reflexión previa a las elecciones municipales del 22-M cuando tomaron la decisión de desobedecer la orden de desalojo de la plaza. En esta ocasión, fue la otra parte, las fuerzas del orden, las que renunciaron a crear un escenario violento. No pasó lo mismo en la plaza de Cataluña, donde las fuerzas del orden actuaron con violencia frente a una multitud desobediente, pero pacífica. Fue una dura prueba que se saldó con el rechazo general de la población por semejante disparate.
EL siguiente episodio tuvo lugar en el Parlamento de Cataluña. En este caso, la acción se dirigió principalmente a crear un ambiente de rechazo a la decisión parlamentaria de las medidas de austeridad, que incluían recortes sociales. Los indignados pretendían mostrar su oposición a este tipo de decisiones y pretendieron impedir el paso de los parlamentarios al edificio del Parlamento. La acción en sí no es agresiva, pero tiene cierto grado de violencia por cuanto coarta la libertad de una persona (en este caso los diputados) de circulación y de participación en calidad de representantes recién electos. Ciertamente lo más violento que se produjo fueron insultos y algún empujón, pero tenía elementos de violencia. El movimiento 15-M se desmarcó de estas acciones, pero llamamos la atención sobre el ruido que ocasionó esta mota de polvo en la trayectoria del 15-M. Es sospechoso que solo unos días antes el gobierno catalán quedara desacreditado por los modos violentos de desalojar la plaza de Cataluña. La ocasión de exculparse la brindaron estas acciones moderadamente violentas y se intentó generalizar, lo que es del todo injusto.
NO disculpamos ninguna acción violenta, pero debemos reflexionar sobre ello. Hay muchos grises entre la violencia y la no-violencia y la raya no siempre es fácil de trazar entre ambos comportamientos en situaciones reales. Una acción que comienza siendo no-violenta puede acabar siendo violenta porque alguien, estamos hablando de un escenario con una multitud, pierde los nervios, no controla sus emociones ante un empuje, un insulto, una provocación, y enseguida se produce una reacción en cadena, solidaria, en ambos bandos del conflicto, lo que conduce finalmente a acciones netamente violentas. Todo ello nos enseña que hasta los más acérrimos defensores de la no-violencia no están libres de caer en las redes de la violencia, depende de muchos factores y que la no violencia requiere un aprendizaje. Pero lo principal no son estos picos emocionales, sino la tónica general. Y nadie puede discutir que a fecha de hoy, el movimiento 15-M es un movimiento ciudadano pacifista. Y lo bueno de la noticia es que esto está educando a nuestra sociedad, históricamente inclinada a alzar barricadas ante todo tipo de discrepancias.
3. ¿Qué piden los del movimiento del 15-M?
OTRA de las erróneas acusaciones que se han vertido sobre el movimiento del 15-M es que solo era un grito de indignación, una expresión de rabia contenida durante mucho tiempo y que ha encontrado una oportunidad colectiva de expresarse. Esto en sí no es un error, es cierto y además legítimo y saludable. Pero sería perverso afirmar que este movimiento carece de metas y que no sabe concretarlas. Al contrario, durante las semanas de aprendizaje de convivencia en las plazas, el 15-M ha elaborado un programa inicial de reformas dirigidas principalmente al sistema político. El que se haya centrado inicialmente en este aspecto de la compleja maraña de temáticas posibles se debe seguramente a las raíces del movimiento, pues recordemos que junto a los promotores, autodenominados Democracia Real Ya, está toda una serie de iniciativas en una dirección similar: No les votes, Voto en blanco, No a los políticos corruptos, etc., que emergieron durante la campaña de las elecciones locales en España. El denominador común de todas estas iniciativas es acabar con un sistema político basado en la representatividad (frente a la participación), el bipartidismo despótico (frente a la legítima voz de las minorías), la profesionalización de la política, sus privilegios, etc.
EL programa del 15-M tampoco es un alarde de imaginación, pero sí de sensatez: que se eliminen los privilegios de los políticos; que se pongan a disposición para alquiler el stock de viviendas no vendidas; que si no hay trabajo para todos, se reparta el existente; que nadie pueda jubilarse más allá de los 65 mientras siga habiendo un paro juvenil de casi el 50%; que se bonifique a las empresas con menos de un 10% de eventuales; que el Estado expropie el stock de viviendas construidas y las coloque en alquiler; que se permita entregar la vivienda en pago de la hipoteca; o que se restablezca el subsidio de 426 euros a todos los parados de larga duración y se aplique realmente la ley de Dependencia; que se controle la actividad financiera de la Banca; que se aumente los impuestos de las grandes fortunas; que se eliminen las SICAV, que se combata la fuga de capitales a paraísos fiscales; que se prohíban los rescates de bancos, se les deje quebrar o se les nacionalice para constituir una banca pública, y que se regule y sancione sus movimientos especulativos; que haya independencia del Poder Judicial, reformando la Fiscalía y estableciendo un nuevo sistema para elegir a los miembros del Constitucional y del CGPJ sin intervención del Ejecutivo; que se apoye la libertad de información y el periodismo de investigación, etc.
ALGUNOS comentaristas califican estas propuestas de “reformas”, lo que quiere decir que el 15-M no busca cambiar el sistema, sino cambiar algunos malos usos y disfunciones del sistema. De hecho, sus protagonistas huyen de la etiqueta de “antisistema” que algunos medios han querido colgarles en su sentido más peyorativo. En la misma línea, otros indican que esto es una (r)evolución (sin erre), y por tanto no tan pretenciosa como el Mayo del 68. Pero lo cierto es que para hacer estas simples reformas se necesita algo más que una serie de acampadas y concentraciones pacíficas en las plazas de las ciudades españolas. Simplemente porque no son tan inofensivas, socavan las bases de un sistema que ahora controlan precisamente sus máximos beneficiarios, que a su vez son los que tendrían el poder de hacerlas. Este hecho seguramente será determinante para la nueva etapa del recién nacido movimiento 15-M.
Un callejón sin salida
AL hilo con las demandas del 15-M, en un artículo anterior sobre este misma temática ya apunté lo que calificaba como “perspectiva miope” del movimiento 15-M. No es que sean pocas ni superficiales las reformas que figuran en su primer programa. En realidad, si este movimiento consiguiera que la clase política aceptara solo una de estas medidas que figuran en su programa, ya sería un éxito rotundo. No solo porque supondría una mejora, aunque parcial, en el sistema, sino porque establecería un precedente histórico de la fuerza de una ciudadanía no organizada, sin estatutos ni registro en la famosa ley de asociaciones, frente al poder legalmente establecido mediante el sistema electoral. Y no es porque no esté previsto en la legislación vigente, pues de todos es conocido la existencia de la llamada Iniciativa Legislativa Popular, según la cual la ciudadanía, organizada o no, puede reclamar el abordaje de una cuestión determinada (que no sean leyes tributarias, internacionales, etc.) en el Parlamento, con el único requisito de ser respaldada con un mínimo de 500.000 firmas. Pero esta descomunal cifra, que en alguna ocasión se ha alcanzado con mucho esfuerzo, representa de por sí un freno para que sea utilizada, con el problema adicional de que en última instancia serán los parlamentarios los que tomarán la decisión de aprobarla o no. El 15-M contempla la reducción de esta cifra, pero su presión es difícil que sea asumida por una clase política respaldada por las leyes y dominada por el bipartidismo y los privilegios.
EL asunto, pues, no es que las demandas del 15-M sean reformistas y no revolucionarias. Posiblemente una revolución, en el mundo globalizado, requiera una mayor extensión del conflicto, como mínimo a nivel de Unión Europea, y esto ya es difícil, porque no hay una Europa sino dos o tres Europas que en momentos clave ya han mostrado sus aristas. Si bien también es cierto que hay una clase trabajadora con más elementos que les una que les separe.
EL problema es que estas reformas se dirigen fundamentalmente al sistema político, dejando prácticamente intacto el sistema económico. Es cierto que algunas medidas, destinadas a la Banca, se han contemplado hacia el sistema económico, pero siguen siendo miopes, porque nuestro sistema económico no es más que un subconjunto (dilapidado) de un sistema económico que trasciende nuestras fronteras y se hunde en una maraña de relaciones que conforman lo que unos llaman los Mercados y otros sencillamente el capitalismo internacional. En teoría, desde una perspectiva ilustrada, el sistema político, que se supone representa a toda la sociedad (en la práctica no es así, lo sabemos) tiene entre sus atribuciones controlar el sistema económico para evitar las situaciones de desigualdad y la injusticia social. Sin embargo, esto depende de qué posición se tome ideológicamente frente al sistema económico. En términos muy generales, la derecha, en su condición de liberal, es partidaria de un Mercado (máxima expresión del capitalismo), que esté libre de ataduras e intervenciones del sistema político, puesto que una de las premisas es que el Mercado tiene capacidad de autorregularse. La izquierda europea, socialdemócrata, no rechaza las leyes del Mercado, pero intenta compensar las desigualdades con medidas políticas locales, con la única condición de no alterar los flujos del Mercado. Esto forma parte de esa tercera vía de Guidens, considerada por muchos como “capitalismo amable”.
EL 15-M no trasciende las fronteras del subsistema económico español, demanda el restablecimiento del estado del bienestar y reformas políticas que acaben con los privilegios y perversiones del sistema político. Pero lo que llamamos estado del bienestar solo ha sido posible mientras ha estado funcionando impunemente el capitalismo internacional, especialmente en su versión más peligrosa: el capitalismo financiero. La inyección de créditos facilitó una burbuja financiera que carecía de base, permitió llegar a alcanzar superávit en la seguridad social, y amasar grandes sumas de dinero en bancos y empresas, y una sensación de bienestar en toda la población. La mejor prueba de que la socialdemocracia (no digamos la derecha neoliberal), como sistema político, no tiene nada que hacer frente al poder del sistema económico internacional, es la crisis que se inició en el 2008 y seguramente no veremos terminar en años sucesivos.
NO se puede pedir el restablecimiento de algunos elementos del estado del bienestar que se nos ha ido recortando por la crisis, si esto exige como requisito volver a un nuevo ciclo de burbuja financiera. Por otra parte, no se nos debe escapar que el bienestar de los españoles (actualmente en horas bajas) es posible porque estamos utilizando territorios de otros países para cubrir nuestra necesidades, porque no es ninguna noticia nueva que España, como otros países europeos, tiene una huella ecológica de 6 hectáreas/habitante, lo que quiere decir que estamos empleando una superficie de producción de recursos y de reciclaje de desechos seis veces superior a la que disponemos realmente en nuestro territorio soberano o, dicho de otro modo, si todos los países del mundo “gozaran” de nuestro bienestar, se necesitaría seis planetas como el nuestro. Esto, sencillamente es inadmisible desde el punto de vista de la sostenibilidad. Otra cosa es que prefiramos ser tan egoístas y tan cortoplacistas como para preferir “vivir bien” y taparnos los ojos y los oídos sobre los daños ambientales que originamos en otras partes del mundo y seguir ignorando que este bienestar se salda a costa de dejar el planeta en pésimas condiciones para nuestros hijos y nietos.
LUEGO de poco servirían los cambios propuestos por el 15-M si se conformaran con mejoras de nuestro sistema político y de nuestro sistema económico, únicamente en el ámbito doméstico y si nos limitamos a recuperar los elementos señeros de nuestro bienestar (ej. capacidad de consumo) a costa de una economía desarrollista, claramente insostenible e insolidaria a escala internacional. La conclusión es clara: hay que cambiar el sistema económico internacional, y entiendo que este horizonte no ha sido avistado por el 15-M, y tampoco por otros grupos sociales, sindicatos y partidos políticos.
Necesitamos una alternativa al capitalismo
ME cuesta mucho entender cómo es posible que en pleno siglo XXI, cuando todos somos conscientes de la obsolescencia del capitalismo, a pesar de su continua reinvención, pero con su demostrada relación con las desigualdades en el mundo y la problemática ambiental, todavía no haya surgido o madurado una línea de pensamiento seriamente alternativa, que amenace, por necesidad imperiosa, el sacrosanto capitalismo. Una línea que represente lo que el marxismo supuso en la era industrial. Necesitamos un neomarxismo, una teoría económica para la era postindustrial que vivimos. Una teoría económica alternativa al desarrollismo capitalista depredador, basada en la sostenibilidad, la solidaridad en el espacio (con todos los países del mundo) y el tiempo (con generaciones venideras). Están en juego las vidas de millones de personas en este planeta, su calidad ambiental y el futuro de nuestros hijos. Son estímulos que por sí solos deberían ser suficientemente estimulantes para responder a la pregunta: ¿hay alternativas viables al capitalismo internacional? Afortunadamente ya hay varias ideas en marcha que por ahora no han prendido suficientemente como para crear polos de debate y desarrollo, más que en sectores minoritarios de algunos países, pero resultan esperanzadoras:
A. DECRECIMIENTO. Esta sugerente línea, ideada entre otros por el francés Latouche, plantea una cuestión de sentido común: si hemos sobrepasado la capacidad de carga (recursos, residuos) de nuestro planeta, lo lógico es que nos planteemos frenar la tendencia creciente y, aún más, volver a niveles de consumo y producción de residuos asumibles por nuestro planeta. Por sencilla que pueda parecer esta propuesta, cuyo eslogan es “vivir mejor con menos”, es tremendamente revolucionaria, puesto que se enfrenta directamente con las tesis capitalistas de crecimiento indefinido y recursos inagotables. Sin embargo esta teoría adolece de mecanismos políticos para lograr las reformas, algo que podría ser completado mediante tesis marxistas. Es difícil admitir que el decrecimiento pueda ponerse en marcha desde el sistema político parlamentario, dominado por el capital. Aquí es donde el movimiento ciudadano podría ayudar a marcar una nueva tendencia, especialmente la gente joven que grita ¡no nos dejéis el planeta en este estado!
B. NEOMARXISMO. Conjunto dispar de posicionamientos que pretenden aprovechar las ideas fecundas del marxismo, rescatando el pensamiento de Marx antes de la “contaminación” de las ideas de Engels, incidiendo más en los aspectos psicológicos, sociológicos y culturales, estableciendo la dialéctica entre estructura (económica, social, política) y superestructura (complejidad del mundo globalizado), como pretendía. Para estos autores el fracaso del marxismo en su puesta en práctica se debe a errores y tergiversaciones del pensamiento, más provechoso, de Marx, del que aún hoy día se pueden alumbrar soluciones a la crisis del capitalismo internacional, ya que el neomarxismo se marca un escenario global. El problema de estas corrientes es que no se fecundan entre sí, por lo que sería deseable la búsqueda de una teoría sintética que diera cuerpo a esta fecunda fuente de ideas.
C. ECOMARXISMO. El punto de partida de esta corriente es la actual crisis ambiental producida por el capitalismo internacional. En la búsqueda de soluciones, se toma de nuevo el pensamiento de Marx, explicando la tragedia ambiental actual a partir de una contradicción que es imposible de resolver en el marco del capitalismo. Es la contradicción entre la necesidad de acumulación ilimitada de capital, por un lado, y el hecho de que los recursos del plantea son limitados, por el otro. A partir de esta contradicción se articulan tres tesis que constituyen la espina dorsal de este pensamiento ecomarxista: a) Los problemas ambientales son un problema vinculado a la lucha de clases (los mayores perjudicados por éstos son los trabajadores y las clases bajas); b) La acumulación capitalista está perjudicando o destruyendo las propias condiciones de reproducción del capital; c) Este proceso de degradación aumenta una nueva dimensión de crisis del capitalismo: frente a la crisis de superproducción del marxismo clásico, el marxismo ecológico plantea una perspectiva de “crisis de subproducción”, ligada a los problemas que afectarán inevitablemente al apartado productivo a partir del uso depredador de los recursos y de la contaminación ambiental. Las tesis ecomarxistas han sido tergiversadas por movimientos políticos como el de Los Verdes de Europa, que practican políticas ambientales localistas frente al globalismo que plantea el ecomarxismo, además de arrinconar los postulados marxistas de la lucha de clases, planteando cambios sin alterar las relaciones de poder.
ES evidente que aún no disponemos de una teoría político-económica lo suficientemente poderosa y atractiva para que sustituya al capitalismo, aunque las líneas señaladas apuntan a soluciones. Pero lo que parece deducirse de todas ellas es que cualquier cambio que se haga frente al capitalismo pasa por un cambio de la noción de “desarrollo”, excesivamente vinculado a la idea insostenible de “crecimiento” indefinido. Esto significa que cualquier salida que se adopte para superar la insostenibilidad de nuestro modo de vida pasará inexorablemente por una pérdida de algunos elementos que ahora consideramos señeros de nuestro bienestar, como la capacidad de consumo. No serán, sin embargo, situaciones inasumibles porque actualmente todavía hay generaciones que han vivido perfecta y felizmente sin tanto confort y sin tanto consumo. La cuestión no es ésta, sino si estamos dispuestos a salir de nuestro callejón sin salida, volviendo sobre nuestros pasos y empezar a mirar más allá de las fronteras del espacio y del tiempo. El 15-M está recorriendo este callejón, y si las reformas políticas que pide se lograran, que no tardemos en plantear el siguiente y urgente paso: el de cambiar el sistema económico.
PUEDE consultar aquí anteriores artículos publicados por Rafael Yus:
- 24/05/11 #spanishrevolution versus #spanishcorruption
- 04/05/11 Los chiringuitos de playa testimonian la apuesta institucional por la ilegalidad (y II)
- 03/05/11 Los chiringuitos de playa testimonian la apuesta institucional por la ilegalidad (I Parte)
- 25/03/11 Amnistía urbanística para delincuentes y gobernantes
- 25/02/11 Frente a la crisis del ladrillo, más ladrillo
- 25/01/11 Guadalmedina for ever. Entre la ocultación y la exhibición del río de Málaga
- 23/12/10 Anarcourbanistas contra planificadores ilustrados
- 24/11/10 ¿A quién le importa defender nuestros paisajes? Un recorrido por la hermana pobre de la defensa ambiental
- 27/10/10 Energías renovables para un escenario de decrecimiento
- 23/09/10 ¿Huelga general para volver a la burbuja? No, gracias
- 21/07/10 Más energía para el crecimiento: ¿Hay que reconsiderar la energía nuclear?
- 25/06/10 ¿Potenciar de nuevo la construcción? ¡Es la política idiota!
- 26/05/10 El gilismo como modalidad endémica de la corrupción municipal. Bases para su caracterización
- 21/04/10 Qué se puede hacer con las decenas de miles de viviendas ilegales en el campo de la provincia de Málaga
- 23/03/10 Delitos urbanísticos y sentencias absolutorias. Sin condenas ejemplares seguirá el libre albedrío ladrillero
- 24/02/10 “Yo autoconstruyo y vosotros pagáis la legalización”. De cómo el urbanismo está en manos de los caraduras
- 29/01/10 ¿Autonomía local o patente de corso? La caza del alcalde... transgresor
- 23/12/09 Demagogia urbanística para la Axarquía
- 26/11/09 Una solución controvertida pero eficaz contra la corrupción urbanística en nuestros ayuntamientos
- 27/10/09 La falacia del turismo sostenible y la coartada del turismo residencial
- 23/09/09 Los ayuntamientos de Málaga prefieren no tener planeamiento urbanístico
- 21/07/09 Crónica de un desacato institucional: el Manifiesto del Ladrillo de la Autarquía
- 24/06/09 ¿Serán los chiringuitos de la playa otro Bien de Interés Cultural incorporado al Patrimonio Andaluz?
- 26/05/08 Una nueva perspectiva para la teoría de los derechos de los animales: el derecho a la vida
- 24/04/08 Viviendas ilegales y riesgo sísmico