Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía

OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador
del Gabinete de Estudios de la
Naturaleza de la Axarquía
25/11/11. Opinión.
“El socialismo andaluz no
solamente está mortalmente herido por haber estado en el gobierno cuando se
produjo la crisis financiera, sino porque ha ido perdiendo espacio propio, su
propia identidad como partido de izquierda. Ha sido el promotor de un sector
económico que todos los analistas han coincidido en identificar como nefasto
para una economía durable y con valor añadido (…) fomentando el lucro y la
especulación de unos pocos, y con ello desarrollando un fortísimo viraje a la
derecha, en una búsqueda desesperada por un electorado ávido de recetas tan
rápidas como insostenibles”, escribe Rafael Yus en esta nueva entrega para los
lectores de EL OBSERVADOR /
www.revistaelobservador.com.
Luces y sombras en los
estertores del socialismo andaluz
EL socialismo como ideología política de la izquierda moderada
española, la izquierda que nunca renunció a formar parte del prestigioso club
de los países llamados “ricos” (aunque unos más que otros) y ejercer las formas
más agresivas del capitalismo internacional, ha sido desbancado de forma
arrolladora por una pétrea derecha en todos los ámbitos de la administración
del Estado: los municipios, las diputaciones, las autonomías y, finalmente el Gobierno
del Estado. Andalucía es una comunidad autónoma que todavía está gobernada por
el socialismo, pero los resultados electorales recientes muestran que hay muy
poco margen para remontar la arrogancia de la derecha en el plazo de cuatro
meses. ¿Es por culpa de la crisis o es por la pérdida del propio espacio
político? Examinemos esta cuestión en el contexto de la política urbanística,
el llamado “sector del ladrillo”.
SI analizamos la historia reciente de nuestra joven democracia, advertimos que la política de nuestro país se instaló pronto, gracias al injusto sistema d’Hont, en el bipartidismo, monopolizando dos partidos políticos a esas dos Españas de Machado, aunque la realidad sociológica de nuestra democracia dista mucho de ser la de aquel tiempo. Desde esta dinámica la evolución del PSOE y del PP ha sido una evolución cíclica, exactamente la que cabía esperar, pues lo mismo sucede en los países donde está instalado este sistema. Pero es interesante observar que estos ciclos de esplendor, decadencia y muerte, como una curva de Gauss, representan también una burbuja sociológica, económica y política, con independencia del signo político bajo el que se produce. Pincha la burbuja, sube el paro, cambia el gobierno. Con lo que todo parece indicar que el electorado castiga al gobierno que pincha y elije a otro que infle, hasta que éste termine pinchando su propia burbuja. Pero también puede indicar que la activación de la economía se realiza sobre lo que, al parecer, únicamente sabemos hacer: pegar ladrillos, perdiéndose así la oportunidad de construir un sistema económico durable.
EN medio de esta evolución, tanto socialistas como populares,
con mayorías endebles, se han tenido que enfrentar con la falta de apoyo para
sacar adelante sus proyectos de gobierno. De este modo, unos y otros empezaron
a buscar pactos con las autonomías, lo que condujo progresivamente a la
descentralización de competencias del gobierno del Estado esenciales para la
defensa de los intereses generales de todos los españoles. En este largo viaje
de idas y vueltas, de entras y salidas de la Moncloa, los populares y los socialistas han
pugnado por el apoyo de un centro tan enigmático como voluble, pero decisivo en
las contiendas electorales. En este acercamiento, los populares han perseguido
eliminar el estigma de la “derechona”, sin por ello renunciar a sus
planteamientos liberales. El socialismo, en cambio, en el afán de buscar ese
espacio central del electorado, ha ido derechizándose progresivamente, como lo
demuestran sus últimas posturas en materia de política urbanística, de modo que
unas pinceladas aquí y allá de tipo social no han podido ocultar la decadencia
ideológica de un partido llamado a, al menos, moderar los efectos más perversos
del capitalismo. Veamos algunos casos-clave:
La siesta y la burbuja inmobiliaria.
QUE el sector de la construcción como actividad empresarial no
es deseable para crear un sistema económico durable y con valor añadido o
agregado, es algo que ya se sabía antes de estallar esta crisis financiera
mundial, lo mismo que también se sabía el efecto pernicioso que podrían
producir los excesos de los bancos. Sin embargo, la última burbuja inmobiliaria
fue la más grande jamás conocida en España y, notablemente, en Andalucía (Málaga
en especial) sin que se disparara ninguna alarma en el Palacio de San Telmo.
Los socialistas, a los que se les suponía capacidad crítica para analizar la
podredumbre que iba instalando en la economía andaluza, se limitaron a dormir
la siesta y escuchar la cigarra mientras se movía la hormigonera. Esta postura,
la inacción, aún obviando el demoledor principio castizo de que “el que calla
otorga”, era ya de por sí un síntoma de derechización en las filas del
socialismo andaluz.
NO obstante, es justo reconocer que el gobierno socialista andaluz introdujo elementos de gobierno de izquierda, al defender los intereses generales en materia urbanística desde una cascada de legislación que se iniciara con la LOUA, siguiendo los POTs y controlando los PGOUs. Sobre el papel, se puede afirmar que la política estaba orientada a frenar las ansias liberales del sector de la construcción. La última decisión, el POT de Andalucía, con el establecimiento de límites al crecimiento del 30-40%, es un fiel reflejo de lo que podríamos llamar una genuina política socialista, puesto que con ello se pretendía impedir los crecimientos excesivos y apostar por la sostenibilidad. Lamentablemente, estas buenas intenciones legislativas no se correspondieron con un análisis crítico de la realidad que se estaba fraguando ante sus narices. Se limitaron a sestear.
PERO esta postura, que podríamos calificar de “pasiva” (al menos durante la burbuja) del gobierno socialista andaluz, se tornaba “activa”, e incluso “beligerante” a nivel municipal (ayuntamientos y sus respectivas diputaciones, mancomunidades y consorcios). La historia de la Axarquía, que conocemos mejor, es una muestra de una realidad que se estaba produciendo por gran parte de los municipios andaluces en la década del año 2000. Con ello, todos contribuyeron y se “alimentaron” de la burbuja inmobiliaria y estaban tan cómodamente instalados que llegaron a ofrecer auténticos frentes periféricos contra la regulación centralista del gobierno de Sevilla, llegando a afirmarse, desde las mismas filas socialistas municipales, que la Junta de Andalucía hacía una política dictatorial y sus leyes no tenían en cuenta la realidad social y económica de la periferia. La ferocidad de estas disensiones políticas llegó al punto de crear un urbanismo a la carta, altamente lucrativo para los intereses de sectores fácticos locales y para la financiación de los ayuntamientos, a la vez que se alimentaba en la población que no hay nada mejor que la construcción para hacer dinero rápido y sin esfuerzo. El resultado fue la creación de una ciudad difusa o desparramada por todo el solar andaluz, que ahora está pasando factura económica, social, ambiental y política a los ayuntamientos y a todos los contribuyentes.
ASÍ pues, lo cierto es que durante los años 2000 los socialistas andaluces han ido ‘derechizándose’ desde la periferia al centro. En la periferia, con la apuesta desmedida, frecuentemente corrupta, por el insostenible sector de la construcción, desoyendo todos los mecanismos legislativos de control del urbanismo y menos aún de las políticas de urbanismo sostenible que, al menos desde el papel, se defendía en el centro. Y, la Junta de Andalucía, con su ininterrumpida siesta, acabó impregnándose de esta nueva tendencia ideológica, como mostraremos a continuación.
Medidas para relanzar la construcción
CUANDO en el año 2008 ya se anunciaba la debacle del sector de la
construcción, los socialistas de la
Junta de Andalucía, en un alarde de medicina de urgencia,
trataron de incentivar el ladrillo, cediendo a las presiones de los
ayuntamientos y sectores empresariales de la construcción, a pesar de que la
evidencia mostraba que era precisamente el desarrollo monopolístico de este
sector económico la causa principal de la incapacidad de respuesta de nuestro
sistema ante el crack financiero.
FUE decisivo el Decreto-Ley 1/2008, que como se hará en lo
sucesivo, se presenta como un medio de facilitar los trámites burocráticos que
imponían la legislación sectorial en el desarrollo de la actividad urbanística.
En efecto, el mencionado decreto rezaba como “Medidas tributarias y financieras
de impulso a la actividad económica de Andalucía y de agilización de
procedimientos administrativos. Para ello, aquella ley eliminó una serie de
obstáculos que estaban en numerosas leyes sectoriales, especialmente las de
tipo ambiental, por considerar que éstos no ayudaban a resucitar el sector de
la construcción, entonces en decadencia. Herencia de aquellos mecanismos de UVI
para la construcción fueron:
A.- FACILIDADES para construir viviendas unipersonales en espacios naturales protegidos, con tan sólo “comunicar” que se van a hacer, con lo que es más fácil construir en una parcela rústica de un espacio protegido que en el campo del resto del mismo municipio.
B.- MODIFICACIÓN del Decreto del Golf, que establecía la no vinculación de los campos de golf con las urbanizaciones, la niña bonita de los especuladores del sector inmobiliario. Con esta modificación, el gobierno andaluz podía declarar “de interés turístico” un campo de golf y con ello permitir algunas construcciones.
C.- MODIFICACIÓN de la Ley de Espacios Naturales de Andalucía, introduciendo un Plan General de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) genérico para todos los espacios naturales, con medidas flexibilizadoras para la actividad empresarial dentro de los parques, es decir, quemando las naves con tal de reactivar la construcción.
D.- CORRECCIÓN de la limitación del crecimiento del 30-40% que imponía el POT de Andalucía, para permitir a municipios de menos de 20.000 habitantes el doble de estas cifras, con lo que se creaban efectos llamadas para la construcción fuera de los núcleos urbanos donde precisamente más hacen falta las viviendas.
Y todo ello sin pasar por los trámites parlamentarios y el control de la ciudadanía, porque la ley daba plenos poderes al Consejo de Gobierno para tomar todas estas decisiones.
QUE duda cabe que esta ley mostraba claramente una tendencia a la derechización del socialismo andaluz, espoleteado por la presión de los compañeros socialistas municipales de la periferia y el aliento cada vez más cercano de los populares, que ya iban prometiendo, en su larga precampaña, que cuando gobiernen darán carta blanca a los emprendedores de la construcción para que construyan por todo el solar andaluz. Con este comportamiento, los socialistas andaluces no solo renuncian a la sostenibilidad sino que alientan un sector que por sus características nunca debía haber sido clave para el PIB de nuestra comunidad.
Los últimos estertores del socialismo andaluz
CERCA ya de los nuevos comicios electorales, el socialismo
andaluz, en una desbandada cada vez más clara hacia la derecha, muestra dos
nuevas medidas legislativas para salvar y recuperar el ladrillo:
A.- PROYECTO de regularización de las
viviendas en suelo rústico. Aunque el
decreto aún no ha sido publicado, su borrador mostraba una clara intención de
“pasar página” en un asunto espinoso, del que son responsables directos los
ayuntamientos, pero también de la propia Junta de Andalucía: la de permitir el
libre desarrollo del urbanismo desregulado y difuso por el suelo rústico no
urbanizable en muchos municipios andaluces. La regularización, es más bien una
amnistía, no solo para los delitos urbanísticos de promotores y alcaldes, sino
también para la propia Junta de Andalucía que, bajo la excusa de la
descentralización urbanística, se limitó a sestear mientras creían como hongos
las viviendas en el campo. De nuevo nos encontramos con una política de
derechas que renuncia al papel primordial de defensa del paisaje y otros
elementos de interés público y general, en favor de unos cuantos granujas que
supieron aprovechar la avaricia de los ayuntamientos para desarrollar un
negocio tan lucrativo como nefasto desde el punto de vista ambiental, económico
y social, como lamentablemente ya estamos comprobando.
A.- PROYECTO de modificación de la LOUA. Aunque tampoco se ha publicado aún, este proyecto, cuyo borrador sí es
conocido, nos plantea una serie de medidas que muestran la fuerte derechización
del socialismo andaluz. Como sucediera con la famosa Ley 1/2008, este decreto
Ley también se presenta con la piel de cordero de facilitar las cosas, agilizar
los trámites, disminuir las trabas burocráticas que imponen las leyes
sectoriales, y también como adaptación a la Ley estatal del suelo. Todo ello sin esconder que
“de paso” se incentiva de nuevo a la construcción (sí digo bien, incluso en el
2011) eliminando algunos obstáculos y cargas que anteriormente eran paso
obligado para aprobarse cualquier proyecto urbanístico.
UNA de las principales medidas de agilización se refiere a la
cesión de suelo para equipamientos y dotaciones que legalmente deben realizar
los promotores a favor de los ayuntamientos. La nueva LOUA permitirá sustituir
esta entrega por una cuantía económica equivalente a su valor, cuando el
terreno no alcance unas dimensiones mínimas exigibles. Por otra parte, para
aumentar el aprovechamiento de suelo o la edificabilidad en espacios ya
construidos, la nueva LOUA permitirá a los municipios disminuir las cesiones
obligatorias de terrenos desde el 10% hasta el 5% del incremento planteado. En
los terrenos de uso residencial, y con el fin de dar respuesta a las
necesidades actuales sin alterar el modelo de ciudad, se eleva el número máximo
de viviendas permitido en un 20% respecto a la normativa ahora vigente. Pese a
que el decreto tiene elementos de izquierdas, como la introducción de la
transversalidad de género y las garantías de los principios de participación
pública, transparencia y publicidad en todos los trámites relativos al
planeamiento urbano, es muy evidente que la Junta de Andalucía pretende estimular, a costa de
los intereses generales, al sector de la construcción, un sector que, desde las
mismas fuentes, ha sido duramente criticado como elemento cáustico de la
economía española. Todo ello sin contar que estas medidas por sí solas no
inflarán nunca la burbuja, porque el “aire” que necesita ésta no es la
reducción de trámites administrativos, sino el acceso fácil a la financiación,
por lo que estas medidas se convierten en estos momentos en un polvorín que
estallará en un escenario futuro de nueva burbuja inmobiliaria, para gloria de
los sempiternos especuladores.
PUEDE consultar aquí anteriores artículos publicados por Rafael Yus:
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