OPINIÓN. Bienestar Ciudadano. Por Antonio Villanueva
Realizador audiovisual y licenciado en Derecho
18/03/13. Opinión. “Da la impresión que detrás de estas maniobras se esconde el deseo de los más poderosos de provocar que los pobres se maten entre ellos. Que escenifiquen una batalla donde los minusválidos se enfrenten a los gitanos, éstos a los inmigrantes y así sucesivamente por un mendrugo de pan o por un puesto de trabajo”. En esta colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com Antonio Villanueva posa su mirada allá donde termina la ciudad, donde “se esconden a plena luz del día lo que la ciudad rechaza” y donde “se producen nichos de negocios que los más espabilados estrujan”.
Donde la ciudad termina
UN africano recoge un trozo de chatarra del suelo. Se le ve cansado pero no exhausto. Descansa de pie apoyado en un bastón que ha improvisado con una rama. Se encuentra en la zona más rural de la Palma-Palmilla. Observa como un camión abre el portón de la bañera y suelta su cargan en un terraplén. Unos minutos después aparece otro camión. El conductor del mismo abre su puerta mientras realiza idéntica maniobra. El volquete trasero se eleva y deja su rastro en la ladera de la montaña. Un cartel grande pone SACYR.
SON residuos que deja la autovía que perimetra la Palma-Palmilla. Y así un camión tras otro. Donde la ciudad termina, se esconden a plena luz del día lo que la ciudad rechaza. A plena luz del día y sin afán de clandestinidad. Todo parece legal, todo está en regla. Recuerda la estética de Gomorra.
UNOS vecinos protestan por las acciones de los camiones de SACYR. Cuando llegan las lluvias, la ladera se deshace y corta los caminos de tierra que sirven para llegar hasta las casas situadas en las cercanías de la carretera. Además un enorme ojo traspasa la autovía para canalizar las aguas y evitar que se empantanen en la zona norte de la misma. Llevan las aguas a un pequeño arroyo sin encauzar que en temporada de lluvia aísla a los diseminados de la Palma-Palmilla. Todo legal, todo a la luz del día. Con la impagable permisividad de la Confederación Hidrográfica.
DONDE la ciudad termina se producen nichos de negocios que los más espabilados estrujan sin demasiados escrúpulos.
EL pasado 25 de febrero, le fue comunicado a Mónica Díaz conserje del Centro Ciudadano de titularidad municipal 26 de Febrero su despido. La razón aducida fue la finalización de contrato.
EL Ayuntamiento de Málaga había decidido contratar los servicios de la empresa utrerana Servidis. Reza en la información corporativa de su web que Servidis son una serie de centros especiales de empleo que contratan exclusivamente personal discapacitado. El Ayuntamiento de Málaga en el pliego de condiciones para la contratación de ese puesto de trabajo aceptó la oferta más baja de las presentadas, la de Servidis. Hasta ahí la noticia. Detrás se esconde mucho más. Mónica es una persona nacida y crecida en el barrio de la Palma-Palmilla. Su conocimiento del barrio hace que los colectivos que allí trabajan puedan desempeñar su labor sin grandes problemas. Pues Mónica, con su personalidad y entrega ,consigue resolver todos los conflictos que se producen en el 26 de Febrero, hasta hace poco 'territorio comanche'. El Centro Ciudadano 26 de Febrero es un modelo de autogestión entre las distintas asociaciones que allí trabajan con la inestimable colaboración de Mónica. El Ayuntamiento no aparece por allí, salvo en ocasiones como ésta para crear un conflicto donde antes no lo había .Su salida puede provocar un auténtico colapso. De ahí la adhesión de los colectivos a la causa de Mónica. La labor de Mónica va más allá de una simple conserje (auxiliar de control). Colabora con el reparto de alimentos, está disponible fuera de su horario de trabajo y ayuda en la mediación de conflictos entre las distintas asociaciones y los habitantes del barrio 26 de Febrero.
SIN salir del Centro Ciudadano 26 de Febrero, en la zona más deprimida del barrio más marginal de la capital de Málaga, se han empezado a detectar uno tras otro los casos de contratación de minusválidos bajo la apariencia de centro especial de empleo. En la práctica esconde la actividad de grandes grupos empresariales que simulan colaborar con personas con dificultad para ser contratados, como los trabajadores con diversidad funcional, que están siendo utilizados con el único objetivo de abaratar costes aprovechándose de las bonificaciones y subvenciones que obtienen de estos trabajadores. Servidis son en realidad dos hermanos feriantes de Utrera que han visto una posibilidad de negocio en la discapacidad, como antes lo había visto el propio Florentino Pérez ,presidente del Real Madrid a través de su holding empresarial ACS, también con múltiples contrataciones de discapacitados. La práctica consiste en reventar precios provocando bajas temerarias para llevarse sucesivas subcontratas. Con la complicidad de los servicios jurídicos que miran hacia otro lado en este fraude de ley para abaratar costes laborales de forma miserable.
EL problema va más allá. La crítica de los propios trabajadores discapacitados es continua, pues han de realizar una labor que requiere un despliegue físico, emocional y mental desmesurado cual si estuviera en una absoluta plenitud, sin poder denunciar su situación por miedo al despido.
EL escenario se agrava cuando tenemos en cuenta que Mónica Díaz, la persona despedida, pertenece a un colectivo en riesgo de exclusión social, madre de dos hijos, cabeza de familia y soporte económico de la misma. Da la impresión que detrás de estas maniobras se esconde el deseo de los más poderosos de provocar que los pobres se maten entre ellos. Que escenifiquen una batalla donde los minusválidos se enfrenten a los gitanos, éstos a los inmigrantes y así sucesivamente por un mendrugo de pan o por un puesto de trabajo.
LA empresa sevillana Servidis se ha negado reiteradas veces a contratar de nuevo a Mónica. Según su representante en Málaga, no lo harán porque el negocio es la subvención del minusválido. El temor a ser tachados de insolidarios por criticar la contratación en esas condiciones de los discapacitados hace que apenas se hable del asunto para mayor regodeo de Florentino Pérez y su circo. Quizás ninguno de ellos esperase una respuesta civilizada y organizada a esta macabra variedad del capitalismo salvaje, allí precisamente donde la ciudad termina.
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