La primera encarna la sumisión de las instituciones a las grandes empresas privadas. El segundo, la ignorancia ante un género musical cuyos principales exponentes componen agresivas letras que degradan a la mujer

02/07/15. Opinión. Para entender cómo es el espectro político de Málaga capital y sus políticos actuantes basta poner a alguno de sus protagonistas ante el escrutinio público. Es lo que hace hoy en este artículo EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. A un lado, Gemma del Corral, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Málaga, militante del PP, y defensora de...

...la línea ideológica de su partido: una derecha provinciana y casposa que poco tiene que ver con el centrismo europeo. Al otro, Nicolás Sguiglia, activista de La Casa Invisible, centro social okupado, y excoordinador de campaña de Podemos para las elecciones andaluzas. Un ‘padre padrone’ de los activistas sociales de la ciudad. Los mensajes que lanzan a través de los medios o a través de las redes sociales ayudan a entender una ciudad como Málaga, donde sus representantes públicos no alcanzan todavía el pudor social mínimamente exigible. Del Corral se presenta ante los fotógrafos de los diarios locales con una Coca Cola en la mano, sonriente, y en un evento publicitario del conocido refresco, olvidando que representa a muchos malagueños y a la cultura de una ciudad que pretendió ser capital en este ámbito hace unos años. El segundo defiende en Twitter un género que, si bien en sus inicios se caracterizaba por tratar asuntos sociales en sus letras, ahora ha degenerado en un tipo de música que atenta gravemente contra la dignidad de las mujeres, cosificándolas en unas agresivas letras machistas. El argumento para defender este tipo de música por parte de Sguiglia: “mezcla el pueblo y el goce” (?).

COCA-COLA, uno de los grandes símbolos del capitalismo americano y mundial, presentó el pasado lunes en el restaurante Candado Beach una campaña, ‘Coke&Roll’. Es una iniciativa que ya publicitó en mayo en Sevilla y que pretende mostrar el apoyo de la marca al sector de la hostelería. Especialmente a sus profesionales, a los que les trasladarán “las últimas tendencias en servicio de atención al cliente y preparación de combinados” según la nota de prensa de la misma compañía. En el acto no pudo faltar Gemma del Corral, como representante del Ayuntamiento de Málaga, quien no dudó en posar con una botella de Coca-Cola en plan publicitario ante los medios de comunicación presentes, sometiendo su figura, pública por la naturaleza de su cargo, a intereses privados. Como una azafata, solo que sin estar contratada para tal fin, la edila responsable del Área de Cultura del Consistorio puso al servicio de la privada toda la trascendencia y relevancia de su cargo y de la ciudad a la que dice representar. Va de suyo recordar que la pareja de Del Corral, Eduardo Criado, está especializado en la explotación de bares y negocios de hostelería.


DEL
Corral encarna los valores de su formación (un Partido Popular alejado del centrismo europeo, conservador pero sin poner tapujos al progreso) que basa su política en grandes proyectos (Centro Pompidou, Museo Ruso, MAUS) sin mayor incentivo para la población que la de generar beneficios por el turismo (que, hasta el momento, no es sinónimo de cultura).

LA izquierda alternativa de Málaga ha conseguido, a su vez, representación municipal este año. Lejos de protagonizar movilizaciones o algún proceso de contestación a la restrictiva legislación que está introduciendo el Gobierno central (presidido por el mismo PP), lo que esa nueva izquierda alternativa está haciendo es dejar de asistir a desahucios porque los vecinos acuden a otras plataformas que no son las que ellos defienden, poniendo de manifiesto su rechazable patrimonialismo del activismo social. Más allá, hay quienes defienden el cambio de experimentos como el centro social de La Casa Invisible, una gran iniciativa que degenera por culpa de su llamado ‘núcleo duro’ dirigente, en “clubes” donde los papeles y la burocracia empiezan a primar sobre las necesidades sociales de los vecinos.


MÁS
allá de los problemas que acucian a Málaga y a los malagueños, resulta sorprendente ver en este espectro ideológico comentarios como el de Nicolás Sguiglia, el ‘padre padrone’ de los autoarrogados movimientos sociales de Málaga. En su caso, el pasado martes señaló en un tuit que tiene comprobado que aquellos que odian el reggaetón o es porque “a) les dan vergüenza bailar, b) bailan fatal o c), tienen fobia a la mezcla pueblo+goce”. “¿Casualidad?”, zanjaba, al tiempo que olvidaba una cuarta letra, la “d), guardan fobia a las letras asquerosamente machistas que muchos de los principales exponentes del género musical componen”. Un ejemplo de Daddy Yankee: “Eso lo quiero ver, qué pasa cuando te pego duro contra la pared”, o “dale un latigazo, ella se está buscando el fuetazo, castígala, dale un latigazo”.

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