OPINIÓN. LOL. Por Alberto R. Aguiar
Periodista

06/04/17. Opinión. El periodista Alberto R. Aguiar se hace eco de una información de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com que recuerda la polémica entre la abogada Inmaculada Gálvez y el Ayuntamiento de Málaga a cuenta de una azotea en un edificio protegido del Centro Antiguo de la ciudad: al ático de Banderas se le ha permitido de todo, ha llenado toda la zona de imposturas, “pastiches” como ya definió...

...este mismo medio, y a juicio de R. Aguiar, es la demostración de la transformación de la urbe… a peor: del cenachero, “al postureo”.

El ático de Banderas, un símbolo de la transformación de Málaga: del cenachero al postureo

ANTONIO Banderas se ha construido un palacete en un ático de calle Alcazabilla y decir que lo que ha hecho es algo que a otros vecinos de la ciudad no se les permite es ser un envidioso. Todo ha sido dentro de un marco legal, pero con un respeto y una sensibilidad nulas al ya denostado patrimonio arquitectónico del centro; y contarlo es ser sensacionalista. En Málaga, la buena prensa calla, silencia la bronca (¿les suena a ustedes un nosequé de un hotel qatarí en el puerto?) y luego se apunta el tanto. La última: el actor más universal de la ciudad ‘abre’ las puertas de su casa en exclusiva a los periódicos a los que no les importa transformar su portada de información generalista en una más propia de un semanario del corazón.

LO que ha hecho Banderas con su ático responde, después de todo, a un modelo de ciudad. Y a cierto complejo de bienvenido Mr. Marshall que arrastramos desde hace décadas, todo sea dicho.



HACE años una abogada que también vive en el centro pidió al Ayuntamiento permiso para convertir su azotea en una azotea verde. Llenarla de plantas. No solo es estético, sino que además mejora la eficiencia energética de su bloque. La respuesta que se le dio desde Urbanismo fue que el suyo era un edificio con la máxima gradación de protección arquitectónica y que no iba a poder ser. El inmueble de Banderas es otro edificio con el grado I de protección. ¿Y por qué a ella no y a él sí? ¿Porque es un actor famoso?

NO es tan sencillo. Técnicos de Urbanismo alegaron en su momento que la principal diferencia recaía en que el inmueble de la abogada tenía una cubierta a dos aguas, lo que implicaba una singularidad, y el ático de Banderas se erigía sobre una cubierta plana. Bien, ¿da eso manga ancha? Una vez fuera del terreno de la legalidad, nos adentramos en el de la ética. Y aunque este sea un lugar común, no está de más recordar lo que podía haber sido el casco histórico de Málaga y en lo que se está convirtiendo. En un parque de atracciones de una ciudad desmemoriada.



HABLAMOS de pertinencias. El casco viejo de toda ciudad importante no se puede someter a los intereses de los privados, por muy famosos o adinerados que estos puedan ser. No es serio que un edificio del siglo XX protegido por el Ayuntamiento tenga en su techo una cabina para un ascensor privado escamoteada por placas de colores translúcidas. Un cubo de Rubik en homenaje al Cubo de la Esquina de Oro de los muelles uno y dos. Quienes palmean esta Málaga han transformado a la capital del cenachero y del biznaguero en la urbe de un cubo de cristal que ni siquiera es genuino de aquí. ¿Les suena la Apple Store neoyorquina? Por poner un poner.

EL de Banderas no es ni el único ejemplo ni el más sangrante, está claro. A dos pasos de su nueva casa hay un hostel. No es una palabra que yo me haya inventado, es un negocio de nuevo cuño que mezcla los conceptos de hostal y hotel (sí…). Está, igual que el Ático de Banderas, de cara a la Alcazaba de Málaga, parcheada por cemento y hormigón. Pero es de lo más chic y de lo más cool subirse a la azotea de otro edificio histórico mediante unos pasillos de metal que recuerdan a un andamiaje para tomarse una cervecita en verano a la luz de la construcción mozárabe.

PERO este es el modelo que los malagueños quieren y que siguen votando. El modelo de que Málaga no la va a reconocer ni la madre que la parió.

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