José Galindo, profedor de la UMA y miembro de Ecologistas en Acción: “Embovedar un río supone aumentar su contaminación y su consideración de alcantarilla”. “La renaturalización es un proceso barato y de fácil mantenimiento. Consiste en reconocer que la naturaleza hace las cosas mejor que los humanos”

13/03/23.
Redacción. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. ¿Qué hacemos con el Guadalmedina? El río que desemboca en Málaga ha sido visto durante muchos años, y algunos como el alcalde Francisco de la Torre lo siguen viendo así, como una cicatriz que divide nuestra ciudad en dos. Por eso la única solución que se les ocurre es taparlo, embovedarlo, aprovechando...

...para hacer unos puentes-terraza para uso y beneficio de la hostelería.

Por suerte hay otros muchos que no tienen esa percepción del Guadalmedina y que creen que “el tramo urbano de un río puede ser lugar de ocio, educación, biodiversidad y belleza”. Eso es lo que mantiene José Galindo, profesor de la UMA y miembro de Ecologistas en Acción, en un artículo publicado en su web, Blog Sostenible (AQUÍ).

Galindo considera que “hay ciudades que cuidan sus ríos y los aprovechan. Otras ven el río como una «cicatriz»; como un estorbo donde se acumula cemento, maleza o basura. Málaga está en el segundo grupo”.

Para Galindo, el Ayuntamiento “continúa la política de maltratar el río”, y aunque “se olvida de el durante meses y, entonces, la vegetación natural y la vida toma el espacio que legítimamente le pertenece”, esto debe molestar al consistorio que “arrasa con excavadoras toda la vegetación con sus nidos y su biodiversidad. Eliminan la flora y fauna del río con la excusa de una falsa y torpe forma de limpiar. Destrozan la cubierta vegetal sin entender su utilidad en el cauce y sin escuchar a nadie”.


Y es que, según Galindo, “cuando el río se ha dejado tranquilo se han visto garzas, garcetas, garcillas, fochas, gallinetas de agua y diversas anátidas, así como anfibios, galápagos y cangrejos. La vegetación frena la velocidad del agua y aumenta la infiltración. El cemento hace justo lo contrario”.

El Ayuntamiento quiere embovedarlo

El Ayuntamiento de Málaga ha presentado un plan para embovedar el río Guadalmedina que costaría 250 millones de euros, mientras que la opción de renaturalizarlo, que defiende Ecologistas en Acción, costaría menos de 4,6 millones, de los cuales hasta cuatro millones podrían haber sido aportados por fondos europeos.

Sin embargo, tal y como indica Galindo, “PP y Cs impidieron que Málaga recibiera esas ayudas. Se trata de gastar cemento y dinero público como si fuésemos ricos, para enriquecer a empresas constructoras y cementeras”.


“Embovedar un río supone aumentar su contaminación y su consideración de alcantarilla. También se incrementarían los animales que se consideran como plagas (ratas…) junto con la contaminación que llega al mar y a las playas. Además, se rompe su utilidad como corredor verde para la fauna”, mantiene Galindo.

Ecologistas en Acción defienden la renaturalización

Galindo asegura que “la renaturalización es un proceso barato y de fácil mantenimiento. Consiste en reconocer que la naturaleza hace las cosas mejor que los humanos, y que puede gestionarse por sí misma”.

De esta manera, la propuesta de Ecologistas en Acción para renaturalizar el río constaría, tal y como explica Galindo, de las siguientes actuaciones: primero eliminar el cemento del suelo del cauce y algunas obras dentro del mismo, además de limpiar de residuos el cauce y su entorno; a continuación plantar especies propias de las riberas mediterráneas en el cauce y en los márgenes, instalando nidos para facilitar la llegada de fauna; habría que instalar paneles informativos para contribuir a la educación ambiental y cancelar los accesos al río para que el cauce del río se respete para la fauna y la flora (salvo en algunas zonas como el parque de patinadores conocido como Decrepit Park); Se recuperarían dos espacios adyacentes para uso público peatonal que ahora están infrautilizados; y por último habría que mantener el cauce ecológico de agua (unos 30 litros por segundo, que es un 8% del caudal medio que llega a la presa del Limonero).


La renaturalización conllevaría varias ventajas para la ciudadanía, según Galindo, entre las que se encuentran que “la vegetación reduciría el riesgo de inundaciones y avalanchas”, que “aumentaría la biodiversidad”, que “el río y su entorno servirían como medio de educación ambiental, así como lugar de ocio y de observación de fauna”, además “mitigaría el efecto isla de calor, aumentando los espacios con sombra y reduciendo la superficie de cemento”, también “mejoraría la salud y la calidad de vida” contribuyendo a limpiar el aire de la ciudad, incluso “mejoraría también el paisaje urbano y la calidad turística”, algo que “revitalizaría la economía y aumentaría el valor de los barrios afectados”, sin olvidarnos de que “se ahorraría dinero público que podría dedicarse a otras actuaciones más respetuosas con el medioambiente”.

Francisco de la Torre no sabe de lo que habla

Por otro lado, en un artículo escrito por el profeSor de la UMA, José Damián Ruiz Sinoga y publicado hace 10 días en el periódico Málaga Hoy (AQUÍ), el autor lamenta la inexactitud de las declaraciones del alcalde Francisco de la Torre respecto a la presa del Limonero y el río Guadalmedina, y considera “una irresponsabilidad máxima pretender trivializar con un tema del que pueden depender cerca de 600.000 personas, que son las que viven aguas abajo de la presa”.


Y es que De la Torre aseguró hace poco que: “Una cosa muy importante que ha hecho la Junta ha sido regular la presa del Limonero de una manera diferente a antes, de tal manera que la presa al estar más vacía tiene más capacidad de regulación y estamos sacando agua para que además el río sea más bello y eso nos permite tener una necesidad de menor caudal, digamos un cauce preparado para un caudal de menor cuantía, digamos, en vez de un caudal de 600 metros cúbicos/segundo estamos esperando que nos digan el dato, igual son 400 metros cúbicos/segundo”.


Sinoga explica que “como estrategia preventiva existen los denominados umbrales de torrencialidad que son referencias diarias, horarias y eventuales (de evento) a partir de las que una precipitación debe considerarse torrencial, concretamente, más de 100 litros al día, más de 60 litros en una hora o más de 10 litros en 10 minutos”. Estos umbrales se han rebasado en los últimos 10 años en 5 ocasiones, indica Sinoga.

Además, hay que tener en cuenta, según Sinoga, que tras 40 años de uso de la presa, ésta “se ha debido de aterrar, en parte, debido a todos los aportes solidos que se han sedimentado en el vaso de la misma tras todos los eventos torrenciales acaecidos”, por lo que “a la capacidad inicial de almacenamiento, habría que restarle el volumen del aterramiento generado”.

A raíz de las inundaciones de 1989, Sinoga explica que se elaboró el Plan de Defensa de Málaga contra Inundaciones, en el que intervino él mismo. Posteriormente, en 1998, la Junta de Andalucía decidió poner en marcha el Plan de Intensificación de la Cubierta Vegetal. Y en 2012, “en el paripé que se organizó de concurso de ideas para la integración del tramo urbano del río, se volvió a hacer hincapié en esa cuestión, ‘como factor de seguridad’”.


El problema principal “reside en la dinámica hidrológica aguas abajo de la presa del Limonero”, algo en lo que han coincidido, según Sinoga, todos los estudios y/o proyectos sobre el Guadalmedina.

Así, Sinoga entiende que “aguas abajo el nivel de peligrosidad es alto, y por tanto la vulnerabilidad urbana ante el riesgo de inundación. Y a esto, hemos de añadir lo que sucedería con la gestión de la presa en unas circunstancias torrenciales, es decir, aguas arriba. ¿Qué ingeniero en sus cabales no desagua cuando al vaso de la presa están llegando caudales de avenida, sabiendo como se las gasta la cuenca del Guadalmedina?”.

Por todo esto, Sinoga cree respecto a las palabras de De la Torre que “este innecesario desvarío solo lo puede proferir quien sabe perfectamente que ahí se va a hacer ahora lo mismo que en los últimos 23 años; nada”, y que habría que achacar estas palabras a “la frivolidad propia de los tiempos preelectorales, porque de otra forma sería pensar que la ciudad está en manos de un auténtico irresponsable”.