El festival de Linternas del Parque del Oeste, las luces de Navidad del Jardín Botánico, las de calle Larios, las gradas de Semana Santa o el festival de hamburguesas en la terminal de cruceros son algunos ejemplos de esta tendencia

11/12/24. Redacción. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. Los espacios públicos son el alma de cualquier ciudad: lugares de encuentro, recreo y expresión cultural que pertenecen, por definición, a toda la ciudadanía. Sin embargo, en Málaga, la constante cesión de estos espacios a iniciativas privadas plantea serias dudas sobre las prioridades del Ayuntamiento...

Eventos como campeonatos de hamburguesas, espectáculos de luces y la privatización de áreas durante la Semana Santa revelan una tendencia preocupante: el uso del espacio público como herramienta para satisfacer intereses comerciales, a menudo en detrimento de las necesidades de los vecinos.

La Navidad: luces y exclusión en espacios comunes

La Navidad en Málaga se ha convertido en un espectáculo de luces que, si bien tiene un fuerte impacto turístico, también pone en evidencia los desequilibrios en las prioridades municipales. Por un lado, la emblemática calle Larios brilla por encima de toda la ciudad, con un alumbrado que cuesta en total 1,69 millones de euros anuales (AQUÍ). Por otro, eventos como Ilusión en el Jardín Botánico de La Concepción y el espectáculo de linternas en el Parque del Oeste convierten espacios naturales y abiertos en zonas privatizadas con acceso limitado.


En el caso del Jardín Botánico, se argumenta que el espectáculo “transporta a un mundo de magia y asombro”. Sin embargo, para acceder a esta “magia”, los visitantes deben pagar una entrada, que oscila entre los 8,5 y 15,5 euros dependiendo del día y la hora. Lo mismo ocurre con el Parque del Oeste, donde la comunidad local protestó contra su privatización con un despliegue policial desproporcionado que incluyó agentes del Grupo Operativo de Apoyo (GOA), generando un clima de intimidación innecesaria (AQUÍ). Estas acciones reflejan cómo el Ayuntamiento, en lugar de proteger el uso público de los espacios, parece defender los intereses comerciales.

Semana Santa: una tradición capturada por el negocio privado

La Semana Santa malagueña también ha sido transformada en un negocio. La instalación de gradas, vallas y áreas de acceso restringido en calles emblemáticas como la Alameda, la Plaza de la Marina y calle Larios dificulta que los malagueños disfruten de esta tradición si no están dispuestos o en condiciones de pagar.


Estas limitaciones, denunciadas por colectivos vecinales y representantes políticos como Remedios Ramos (AQUÍ), de Izquierda Unida, no solo restringen el acceso a un evento que debería ser inclusivo, sino que también ponen en peligro la movilidad y la seguridad de los peatones. La ocupación del espacio público por terrazas de hostelería agrava aún más el problema, en un modelo de gestión que parece más interesado en maximizar beneficios que en garantizar el disfrute equitativo de las festividades.

Hamburguesas en el Puerto de Málaga

El Campeonato de Smash Burgers, anunciado como un evento “alucinante” y prometedor de llevar las mejores hamburguesas a los amantes de este plato, es un ejemplo llamativo de cómo los espacios públicos son entregados al sector privado. La terminal de cruceros del Puerto de Málaga, un espacio diseñado para fines estratégicos y de interés común, se convierte durante días en un escaparate gastronómico con fines comerciales.

Si bien eventos como este pueden tener cierto atractivo para los asistentes, es legítimo preguntarse qué beneficios reales reportan a la ciudadanía en comparación con los inconvenientes. La transformación de un espacio público en una zona de acceso restringido y con fines comerciales parece priorizar el lucro privado por encima del uso colectivo. ¿Qué alternativas se han planteado para que estos eventos se desarrollen sin comprometer el acceso libre al espacio público? En este caso, como en otros, la falta de un debate amplio y participativo refuerza la percepción de que el Ayuntamiento opera de espaldas a sus ciudadanos.

Privatización y turismo: el modelo Málaga

Estos ejemplos no son casos aislados, sino reflejo de un modelo de gestión en el que los intereses turísticos y comerciales predominan sobre las necesidades locales. Málaga, en su afán por atraer visitantes y destacar en rankings internacionales, invierte en proyectos llamativos como el alumbrado navideño o eventos exclusivos, mientras desatiende problemas apremiantes como el acceso a la vivienda, la precariedad laboral o la pérdida de espacios comunes.


Organizaciones como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y partidos políticos como Adelante Málaga han denunciado que el gasto desmedido en iluminación navideña –que supera incluso los presupuestos destinados a actividades culturales y deportivas– es un síntoma de una gestión desequilibrada. Este enfoque no solo erosiona el carácter comunitario de los espacios públicos, sino que también refuerza las desigualdades al crear barreras económicas para disfrutar de lo que, en teoría, debería ser accesible para todos.

El impacto en la ciudadanía: protestas y resistencia

Ante esta situación, la ciudadanía malagueña comienza a alzar la voz. Las protestas en el Parque del Oeste y las críticas contra la privatización de la Semana Santa son ejemplos de un creciente descontento. Aunque estas iniciativas aún son minoritarias, reflejan un malestar que podría intensificarse si no se adoptan políticas más inclusivas y transparentes.

Sin embargo, las respuestas del Ayuntamiento –como el despliegue policial en el Parque del Oeste o el silencio ante las quejas por la masificación turística y la ocupación del espacio público– sugieren que el consistorio malagueño no está por la labor de escuchar la voz de los vecinos, sino la de determinados empresarios.


Málaga no debe renunciar a su atractivo turístico ni a la organización de eventos culturales y comerciales, pero estas actividades no pueden desarrollarse a costa del acceso ciudadano a los espacios públicos. Es necesario replantear el modelo de gestión urbana para garantizar que la ciudad siga siendo un lugar de encuentro y disfrute para todos sus habitantes, independientemente de su capacidad económica.

La recuperación del espacio público como bien común requiere un cambio de enfoque por parte del Ayuntamiento, apostando por una planificación participativa y equitativa. Málaga no puede ser solo un escaparate para el turismo y los negocios; debe ser, ante todo, una ciudad para sus habitantes.