“Para no suscitar polémica desde el minuto uno, al contrario, la desactiva haciendo que la torre esté desdibujada en la infografía, como si no fuera nada”

“La agresión física que supone 144 metros en el sitio que más se ve por tierra, mar y aire, es tremendo”; “Es un auténtico disparate desde el punto de vista paisajístico, conceptual, ingenieril, geográfico, de todo tipo”

12/02/25. 
Redacción. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. La presentación del proyecto de David Chipperfield para el rascacielos del Puerto de Málaga está dando que hablar, por lo que se vio y por lo que no se vio. Empezando por lo que no se vio está el rascacielos, que aparece desdibujado en la infografía. Y lo que si se vio es que Chipperfield...

...pretende convertir la escollera del morro en suelo estrictamente urbano, “algo disparatado”, según un conocido arquitecto de Málaga que prefiere conservar el anonimato.

Este arquitecto, de amplia y reconocida trayectoria con múltiples actuaciones en la Málaga actual, destaca que el rascacielos, cuya construcción se prevé en una plataforma situada al final del morro del Puerto, representa una “incidencia brutal” en el skyline de Málaga. “Estamos hablando de un rascacielos en mitad del mar, sobre una plataforma portuaria que está concebida para otras funciones, no para albergar una torre que, además, no responde a una necesidad funcional real”, explica con rotundidad.

Según él, la inclusión de un rascacielos de 144 metros en un espacio tan emblemático, visible desde diversos puntos de la ciudad, es una alteración que afectaría profundamente tanto al paisaje como al desarrollo urbano de Málaga.

El proyecto, que ha causado gran controversia, se basa en la propuesta del arquitecto británico David Chipperfield, encargado de dar forma a un nuevo complejo en el puerto. Sin embargo, el arquitecto malagueño considera que la propuesta de Chipperfield esconde una agenda urbanística que no responde a las necesidades de la ciudad, sino a una moda internacional de buscar “iconos” arquitectónicos.


Así indica que “hay una confusión bestial, interesada y tremendamente provinciana de identificar el edificio alto con un icono, y además formando parte de su absoluta necesidad en este mundo comparativo y competitivo entre ciudades. Es decir, el icono lo que de alguna manera pretende que aporte es una imagen de marca de la ciudad”.

En este sentido recuerda que Málaga ya tiene su propio “icono”: la catedral. “No necesitamos una torre de 144 metros en el morro del Puerto, es como si a Granada le pidieran una torre de semejante altura”.

De esta manera, para el arquitecto malagueño la incorporación de un rascacielos en el puerto representa una grave “agresión física” al paisaje, ya que la torre sería visible desde prácticamente todos los rincones de la ciudad, incluyendo el mar y el aire. “Lo que se pretende es colocar una estructura monumental en un lugar que, más que un área urbana, es un espacio portuario. La agresión a la identidad de la ciudad es evidente. Desde cualquier punto de vista, esto es un disparate”, sentencia.


Y es que uno de los aspectos más controvertidos de este proyecto es su ubicación, en un área destinada históricamente a usos portuarios, ya que “la ley de puertos prohíbe taxativamente cualquier actividad no relacionada con el puerto en esta zona, y este proyecto vulnera dicha normativa”.

Esta cuestión legal ha generado una fuerte polémica, ya que, según el arquitecto, el rascacielos no tiene justificación desde una perspectiva funcional. “La ley de puertos establece taxativamente de que cualquier actividad no portuaria que haya que instalar en el puerto está rigurosamente prohibida, y en todo caso habría que justificarlo con sus condiciones de necesariedad. Este término jurídico significa que ese edificio tiene que ir ahí y no puede ir en ningún otro sitio”, indica.

La presentación

Este prestigioso profesional entiende que David Chipperfield es muy listo y ha presentado un proyecto sin mostrar nada concreto. “Ha visto como Pepe Seguí y su llamémosle proyecto se ha estado estrellando durante ocho años, además exhibiendo sin ningún tipo de pudor un edificio que, sinceramente, pues no es lo mejor que se ha visto por el mundo. ¿Entonces qué hace Chipperfield? Como listo que es pone el énfasis no tanto en el edificio, que nadie sabe lo que es porque lo que han enseñado es una mancha blanca, sino en el paseo del morro, lo que podemos llamar una huida hacia delante”.



Ya que “básicamente Chipperfield lo que ha hecho es dar una infografía de lo que nadie le ha pedido nada, que es exactamente una urbanización, una incorporación a la lógica de zona urbana, de lo que es un espigón, eso es algo disparatado. Pretende transformar la franja de la escollera en suelo estrictamente urbano”.

Aunque reconoce la capacidad técnica de Chipperfield, no duda en calificar su actitud como “astuta” para evitar las críticas, haciendo que el rascacielos sea menos visible en las primeras presentaciones.

En cuanto al siguiente paso de Chipperfield, este arquitecto lo desconoce, “pero estoy convencido de que esta visita ha sido un tanteo, un tanteo para saber dónde se mete. Y para no suscitar polémica desde el minuto uno, al contrario, la desactiva haciendo que la torre esté desdibujada en la infografía, como si no fuera nada. Y eso sí, poniendo el énfasis en lo que nadie le ha pedido, pero que va a ser indispensable, que es el tratamiento de lo que es la escollera, desde la farola hasta llegar al morro”.

En cuanto a los efectos prácticos del rascacielos sobre la ciudad, el arquitecto destaca las implicaciones de tráfico y movilidad que traería consigo. Según él, el proyecto no solo supondría un grave impacto visual, sino que también generaría un caos logístico en una zona ya congestionada.

“Si realmente se va a construir un palacio de congresos y una torre de 144 metros, la cantidad de gente que circula por la escollera será inmensa. No solo turistas, sino también personal de servicio, autobuses, vehículos de mantenimiento… La saturación de tráfico sería insostenible”, apunta.


El arquitecto también se muestra especialmente preocupado por lo que considera un intento de privatización de un espacio que, a su juicio, debería seguir siendo de todos los malagueños. “Aquí lo que está en juego es la actitud, la actitud realmente terrorífica que un fondo soberano de un país extranjero se hace gratis con un lugar, no ya privilegiado, porque es que ni puede considerarse privilegiado, porque no puede considerarse ese espacio como un espacio urbano, es que estamos hablando dentro de un recinto portuario en donde cada metro cuadrado tiene su funcionalidad. Entonces, tú no puedes violentar eso colocando una torre”, argumenta.

Para este arquitecto es incontestable “la agresión física que supone 144 metros en el sitio que más se ve por tierra, mar y aire, es tremendo”, siendo “un auténtico disparate desde el punto de vista paisajístico, conceptual, ingenieril, geográfico, de todo tipo”.

Además no entiende que se quiera “confiar el destino y la excelencia urbana de la ciudad, no ya a que se arme internamente en sus servicios, en su capacidad de educar a la gente, y en tantas otras cosas de la política cotidiana, ese trabajo del día a día que arma con toda la fuerza del mundo una sociedad. No, todo ese tipo de trabajo pretenden que de una manera taumatúrgica vaya y lo haga un pirulí, un pirulí en el morro del Puerto”.

Respecto al Ayuntamiento opina que “después de haber de haber lanzado, a mi modo de ver muy bien, toda la política de museos, se han olvidado de la vivencia del día a día. Es una manera de eludir, por ejemplo, los problemas de gentrificación, la vivienda, etcétera”.

Esto es así porque cree que “la excelencia de esta ciudad está en implicarse mejor con la provincia de la que es capital y conseguir unos parámetros urbanos que sigan haciendo de esta una ciudad amable, pero amable para los vecinos y no mediáticamente espectacular para consumo de unos pocos. Eso es la torre”.