“Siendo un proyecto diferente en todos los aspectos y, al parecer, con otros promotores, resulta evidente que no puede ser legal un ‘traspaso trilero’ de un proyecto primitivo que, para colmo, está ahíto de ilegalidades”
04/03/25. Redacción. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. El proyecto del rascacielos del Puerto de Málaga ha cambiado completamente y, por lo tanto, habría que rehacer toda la documentación y tramitación pertinentes. Es lo que sostiene Rafael Esteve Secall, profesor titular del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga,...
...en un artículo que publica Málaga Hoy (AQUÍ) que compartimos por su interés.
A continuación puede leer el artículo completo o verlo en su fuente original AQUÍ.
El trilerismo en acción
Por Rafael Esteve Secall para Málaga Hoy
Ha transcurrido siglo y medio desde que, tras pronunciar su histórica frase en el consejo de ministros, Estanislao Figueras se despidió del Gobierno y de la Asamblea Nacional y huyó a Francia abandonando la Presidencia del Poder Ejecutivo de la Primera República. Seis meses más tarde, el 3 de enero de 1874, ésta había dejado de existir. Fue un tiempo en que las artes gráficas de un periodismo libérrimo ilustraban maravillosamente las coyunturas políticas de la época. Cuatro años antes, la situación estaba ilustrada como se puede ver en la imagen que, sin duda, guarda grandes paralelismos con la situación actual de España. Unas gravísimas circunstancias en que nuestra Constitución está en almoneda, para regocijo de los golpistas catalanes y en loor de un presidente que mira por su interés personal por encima de todo.
Si traigo esta imagen a colación es para aludir a las consecuencias de la falta de respeto a muchas normas jurídicas y consuetudinarias que, en vez de defenderse y acatarse, se tratan de soslayar con todo tipo de subterfugios. De ahí la silenciosa pandemia de desmoralización social, también de inmoralidad y corrupción, que se extiende por las instituciones y la sociedad española. Y no es exclusividad nuestra pues estamos viendo que el gran poder económico y tecnológico mundial se ha aliado con un político como Trump, que tiene por cerebro una caja registradora de especulaciones inmobiliario-turísticas. El vídeo de su proyecto sobre Gaza sería un lamentable chiste surrealista sino fuera porque el objetivo es real y prueba lo dicho.
Pero aquí en Málaga también estamos padeciendo nuestro particular síndrome de Gaza con los grandes rascacielos al borde de la playa, en especial con el renovado proyecto de la torre inmobiliario-turística del puerto. El tema me evoca al juego del trile consistente en adivinar, bajo cuál de los tres cubiletes posibles, se encuentra una bolita que se muestra primero y se manipula después, escondiéndola en alguno de ellos. La imprescindible colaboración de un gancho facilitaba conseguir su objetivo: engañar a los panolis que apuestan y pierden siempre. En este caso la bolita es el pelotazo inmobiliario cuyos ejemplos pasados nos son bien conocidos y cuyos efectos hemos sufriso. Nos creíamos curados de espanto pero la especulación inmobiliaria renace una y otra vez.
En este caso los cubiletes que esconden la bolita son las tres torres proyectadas: la inicial y la modificada de Seguí y la tercera novedosa de Chipperfield. Este nuevo falo arquitectónico ha sido presentado ahora, “virtual y pretendidamente” enmascarado en un bosquecillo a modo de biombo vegetal que, todos sabemos, no existirá ni cuando acabe la concesión del suelo portuario cuya propiedad será siempre pública. Además, ¿no quedamos en que la sostenibilidad es uno de los grandes objetivos de la humanidad para el 2030? ¿Desde cuándo son sostenibles edificios de 144 metros de altura a pocos metros de un mar, bravío cuando se tercia, con 30 metros de profundidad a un kilómetro de la ciudad, cuya viabilidad física estará cada vez más en peligro por los inevitables y crecientes efectos del calentamiento global?
Ignoro si quienes lo promueven son los mismos del principio o unos nuevos a los que les han vendido la “idea”. Porque siendo un proyecto diferente en todos los aspectos y, al parecer, con otros promotores, resulta evidente que no puede ser legal un “traspaso trilero” de un proyecto primitivo que, para colmo, está ahíto de ilegalidades.
Supongo que habrá que rehacer la documentación y tramitación pertinentes, porque es un proyecto totalmente nuevo en un suelo público, que no es privado ni propiedad de ninguna administración sino del estado, es decir de todos nosotros y, en principio, vedado a cualquier uso no portuario. ¿Acaso se da por buena a todos los efectos la existente? La única excepción admisible, expresamente acordada al máximo nivel del Gobierno, es el hotelero. 0 es que ya cualquier chalaneo sirve para hacer lo que le venga en gana a quien lo promueve con la evidente aquiescencia o connivencia administrativa. ¿Vivimos en un estado de derecho o funcionan las fórmulas administrativos de otras latitudes?
Si la rentabilidad en el antiguo proyecto hotelero–comercial brillaba por su ausencia, en éste nuevo proyecto, al margen de otras múltiples consideraciones técnicas y limitado a un hotel de lujo de 400 habitaciones, su explotación hotelera es igual o más ruinosa todavía que el anterior. Cualquier empresario experimentado en gestión estrictamente hotelera sabe que es así. Luego como ningún promotor viene a perder dinero, queda meridianamente claro que el negocio está oculto tras la pantalla hotelera. Esto es, la venta de las suites a múltiples inversores, lo que significa una fabulosa operación inmobiliaria encubierta, taxativamente prohibida por la ley de Puertos. Y para más inri, en su mayoría, serán operaciones de compraventa fuera del ámbito de la administración española y opacas a la misma. La conflictividad a escala internacional que puede generarse en esas operaciones financieras internas, y en su relación con la administración y la legalidad españolas, nos parece inevitable.
Porque, uno no es experto en leyes pero, me pregunto, ¿cómo se puede vender un “vuelo” (las suites) de un “suelo” (público y portuario) que es sólo una concesión temporal? Y si fuera legalmente posible, lo que ocurrirá es que a medida que vaya agotándose la concesión, el deterioro del inmueble será inevitable por falta de mantenimiento. ¿Qué ocurrirá entonces? Esa es la bolita que cambia de cubilete hasta que, por fin, alguien dé la patada definitiva al tablero de juego del trilero o venga la policía a requisarlo bajo la orden de un juez.