“Quienes se encargan de la sostenibilidad y reciclaje de los envases que consumimos (Ecoembes) son las mismas empresas que se lucran con un modelo de negocio basado precisamente en la cultura ecocida de usar y tirar. ¿Qué podría salir mal?”
08/04/25. Redacción. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. El reciclaje de plásticos, presentado como una solución sostenible al impacto ambiental del plástico, es en realidad un gran engaño orquestado por la industria. Es lo que sostienen desde el digital Spanish Revolution, en un reportaje publicado en Youtube (AQUÍ).Y es que,...
...a pesar de las promesas de un sistema verde y eficiente, el reciclaje de plásticos es una práctica inviable tanto económica como tecnológicamente, ocultada por décadas de marketing y manipulación, para que las grandes corporaciones continúen lucrándose con un modelo de negocio basado en el usar y tirar, mientras el planeta paga las consecuencias.
Puede ver el reportaje a continuación:
https://www.youtube.com/watch?v=zIsn34nJXnY
Puede leer la transcripción completa del vídeo a continuación:
“Reciclar está en tu mano. El reciclaje es la punta de lanza del capitalismo verde para dar la impresión de que el sistema actual podría llegar a ser sostenible sin hacer demasiados cambios. Sin embargo, la realidad es, una vez más, un poquito diferente a lo que nos han vendido.
Aunque sabemos desde hace tiempo que el sistema de reciclaje de plásticos es un gran engaño, un nuevo informe hecho público recientemente por parte de la ONG Center for Climate Integrity lo corrobora. La industria del plástico lleva décadas promocionando la práctica del reciclaje a pesar de saber que no es una solución económica o técnicamente viable para la gestión de sus residuos, unos conocimientos que ha ocultado a través de sus campañas de marketing para poder continuar utilizando estos envases que suponen un gran beneficio para las grandes corporaciones, pero un enorme problema para el resto del planeta.
¿Por qué no está funcionando el reciclaje? Cabe distinguir en primer lugar de qué material hablamos a la hora de reciclar. El aluminio, el vidrio o el papel, por ejemplo, son altamente reciclables. El gran problema viene de la mano de un material concreto: el plástico. Este se fabrica a partir de combustibles fósiles —petróleo y gas— y es muy difícil de reciclar. Para ello, hace falta una meticulosa clasificación debido a la enorme variedad de plásticos que existen y que, debido a su composición química, no pueden reciclarse juntos. Además, también hay que tener en cuenta la degradación del material tras cada uso, algo que por lo general limita la reutilización a una o dos veces.
A día de hoy, reciclar de forma efectiva los plásticos está fuera de nuestro alcance, no solo desde una perspectiva económica, sino también desde el punto de vista tecnológico. Las tasas de reciclaje de plásticos en todo el mundo así lo confirman. A nivel global, tan solo el 9% de los residuos plásticos se recicla, otro 19% se incinera, el 50% acaba en vertederos y el 22% evade los sistemas de gestión de residuos: va a vertederos no controlados, es quemado a cielo abierto o acaba en medios terrestres o acuáticos, especialmente en los países más pobres.
Y a pesar de que sabemos que el plástico no se puede reciclar, la generación mundial de residuos plásticos se duplicó entre 2000 y 2019, hasta alcanzar los 353 millones de toneladas. Casi dos tercios de estos residuos provienen de plásticos con una vida útil inferior a cinco años. El resultado es evidente: plásticos en los ríos, en los bosques, en los océanos, en los animales que comemos, en las calles, en el aire y hasta en nuestros cerebros. Y por si fuera poco, los plásticos representan el 3,4% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
¿Y entonces por qué utilizamos tanto plástico? Para entender este gran engaño, tenemos que remontarnos hasta los años 50, momento en el que a los productores de plástico se les ocurrió una gran idea para garantizar sus beneficios y los de sus clientes: la cultura de usar y tirar. Cada vez que reutilizas, un empresario deja de venderte algo. Usar, tirar y volver a comprar es lo adecuado. Con esta revolucionaria idea, la economía crece y los beneficios de las grandes empresas comienzan a acumularse tanto como la basura en los vertederos.
Durante las décadas siguientes, las grandes corporaciones centraron sus esfuerzos de marketing en venderle al público la idea de que los plásticos se pueden tirar o quemar sin ningún problema. Pero a partir de los 80, los problemas de contaminación empiezan a ser tan evidentes que esta estrategia ya no funciona. Así que la industria comenzó a vender una nueva solución: el reciclaje. Aun sabiendo que no era viable, el lobby del plástico promovió la idea de que sí lo era para poder seguir manteniendo su lucrativo modelo de negocio. Y desde entonces han hecho todo lo posible para agarrarse a su gallina de los huevos de oro.
El ejemplo perfecto de cómo un lobby con oscuros intereses económicos puede engañar a toda la sociedad y contaminar el planeta para generar beneficios lo tenemos en España, donde en algún momento se decidió poner al zorro a cuidar de las gallinas. Y es que el encargado de gestionar los fondos destinados al tratamiento y recuperación de envases es Ecoembes, una organización que aglutina a cerca de 12.000 empresas de alimentación, entre las que figuran Bimbo, Pascual, Campofrío, Coca-Cola, Colgate, Danone, Henkel, L'Oréal, Nestlé o PepsiCo, y cadenas de supermercados como Alcampo, Carrefour, DIA, El Corte Inglés o Mercadona.
Es decir, quienes se encargan de la sostenibilidad y reciclaje de los envases que consumimos son las mismas empresas que se lucran con un modelo de negocio basado precisamente en la cultura ecocida de usar y tirar. ¿Qué podría salir mal?
Según un estudio hecho público por Greenpeace, en los últimos 18 años Ecoembes ha multiplicado por cinco sus ingresos, el 90% de los cuales provienen del pago por el punto verde y en torno al 10% corresponde a la venta de materiales. Es decir, los ingresos de Ecoembes dependen más de los envases que se consumen que de los que se reciclan. Lo que les interesa es que haya muchos envases en circulación constantemente. Y así, casualmente, el ritmo de crecimiento económico de Ecoembes y de las empresas que representa avanza en paralelo al de la avalancha plástica. Muy ecológico, ¿verdad?
Además, Ecoembes es quien facilita las cifras de reciclaje de envases sin que ninguna administración lo verifique o haga preguntas. Estas cifras cuestionables y poco transparentes dicen recuperar envases por encima de las leyes europeas y españolas, cuando la realidad es bien distinta. Si no se conoce con certeza cuántos envases se venden en España, difícilmente se podrá saber cuántos de ellos son recuperados. Ecoembes asegura además que su tasa de reciclado es cercana al 90%. Y el único dato externo que tenemos para contrastar es de Greenpeace, cuyo cálculo es notoriamente más bajo: menos del 35%. La diferencia es abismal.
¿Y cuál es la solución? Lo peor de todo es que hace mucho que sabemos cuál es la solución al problema del plástico, pero, como es habitual, los intereses económicos de las grandes corporaciones se han antepuesto al bien común. En primer lugar, debemos romper con la cultura de usar y tirar y reducir drásticamente el consumo en general, y de plásticos en particular, utilizando materiales alternativos realmente reciclables y reutilizables en su lugar, fomentando la compra a granel y los envases rellenables, entre muchas otras medidas sencillas y realistas.
También deberíamos implantar masivamente la reutilización a través de un sistema de devolución y retorno de envases, único mecanismo que garantiza tasas de reciclaje en torno al 90% y que ya se aplica en la mayor parte de Europa. En España no, porque Ecoembes dice que ya se encargan ellos.
En realidad, transitar hacia un mundo más sostenible no es tan difícil, y sabemos perfectamente cómo lograrlo. El principal inconveniente es que se reducirían los beneficios de muchas empresas. Y los consumidores también se han acomodado a este sistema de usar y tirar. Como siempre, tenemos que optar entre la economía y la sostenibilidad. Y siempre elegimos la primera. ¿No crees que deberíamos ir cambiando?”.