Más urbanismo de pago. En la playa de La Malagueta, el chiringuito Sicsu está hormigonando salvajemente su tejado, a pesar de que se supone que debería ser una estructura desmontable según la ley, al estar situado en la misma arena

11/04/25. 
Redacción. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. Francisco Ávila, dueño de la universidad privada malagueña Utamed, junto con Unicaja y el diario Sur, de la que es presidente, ha conseguido una licencia para levantar una horrorosa residencia de estudiantes (para su negocio) en un solar de la plaza Enrique García-Herrera (plaza de Camas). Un edificio...

...de cinco plantas más ático que rompe la escala del entorno, aprobado sin problemas por Urbanismo. Al mismo tiempo, los chiringuitos de la Malagueta, como el Sicsu, triplican su tamaño en plena arena y ya están echando hormigón salvajemente en sus techos, pese a que deberían ser estructuras desmontables según la ley. El urbanismo del PP en Málaga, encabezado por el alcalde Paco de la Torre, sigue premiando a los ‘amiguetes’ con obras a medida.

Mientras los ciudadanos y pequeños promotores se ven atrapados en un laberinto de normativas, restricciones y requisitos casi imposibles, los empresarios con contactos y capital en Málaga parecen disfrutar de una vía hacia el privilegio urbanístico. El último ejemplo es la residencia de estudiantes que la empresa EGEAD, del conocido empresario Francisco Ávila, construirá en pleno Centro Histórico, en la plaza Enrique García-Herrera (plaza Camas), con licencia del Ayuntamiento de Málaga gobernado por el PP.


El horroroso edificio, de planta baja más cuatro y dos áticos retranqueados, rompe completamente la escala del entorno. Se alza junto a construcciones de menor altura, como recuerda un arquitecto malagueño indignado: “Fíjate la altura que tienen los edificios del entorno. El del fondo tiene planta baja más tres. Esta prenda tiene planta baja más tres más dos áticos retranqueados. Panda de sinvergüenzas”.

Francisco Ávila no es un promotor cualquiera. Está detrás de Utamed, la universidad privada online reconocida por la Junta de Andalucía pese a un demoledor informe en contra del Ministerio de Universidades. Utamed no cumplía los requisitos del nuevo decreto de universidades (número mínimo de grados, másteres, doctorados o diversidad de áreas de conocimiento), pero la Junta del PP con la ayuda de Ciudadanos le dio luz verde.

Ahora, el empresario se lanza a levantar esta residencia de estudiantes en una de las zonas más protegidas de la ciudad, con un proyecto aprobado en tiempo récord por Urbanismo, y con el visto bueno de Cultura, que ha solicitado, eso sí, unos sondeos arqueológicos previos, más por cubrir el expediente que por otra cosa, como ironiza el mismo arquitecto: “Por supuesto que hay que hacer sondeos arqueológicos porque no pueden con la mafia de los arqueólogos”.

El mismo arquitecto que denuncia la hipocresía de la Junta y del Ayuntamiento a la hora de aplicar la normativa del PEPRI Centro, que establece criterios estrictos para la conservación del entorno histórico: proporción de huecos, verticalidad, enfoscados, armonía estética… “Aplican los criterios conservacionistas del PEPRI y se los pasan por el forro cuando se trata de amiguetes”, señala. Añade además que se aprovechan de “una ilegalidad previa para ceñirse a ella en cuanto a la altura edificable”.


Los chiringuitos

Este urbanismo de dos velocidades no se limita al Centro Histórico. En la playa de La Malagueta se cuece otro ejemplo escandaloso: los chiringuitos, como el Sicsu, junto a Antonio Martín, están terminando de echar hormigón en sus tejados, a pesar de que, al estar en zona de dominio público marítimo-terrestre, deberían ser estructuras desmontables.


https://youtu.be/Nu25c3kzQVQ 

En los últimos meses, se ha permitido que tripliquen su superficie, ocupando más arena y consolidándose como construcciones fijas, algo totalmente prohibido por la legislación estatal de Costas. Sin embargo, ni el Ayuntamiento ni la Junta parecen tener problema con ello.

La permisividad con la residencia de estudiantes y con los chiringuitos apunta a un modelo de ciudad en el que los intereses privados de los promotores y fondos de inversión priman sobre el interés general, el patrimonio o el derecho al espacio público. Málaga se convierte así en el paraíso del urbanismo a medida, donde la norma es flexible cuando hay dinero o relaciones, y donde el acceso a una licencia o una excepción depende más del nombre del promotor que del cumplimiento de la ley.