Curro Troya sobre la corrupción: “Nuestros políticos tienden a simplificar los argumentos (…) consiguen hacer pleno al quince con bote en la mayor de las estupideces”

15/10/13. OPINIÓN. Hoy EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com les invita a leer la columna de opinión que el periodista Curro Troya publicó en la edición de ayer de diario Sur. El columnista daba sus impresiones sobre la simpleza del argumentario político y su corruptela, repasando el caso del condenado Martín Serón, las palabras del subdelegado de Gobierno en la provincia o la sentencia del caso Malaya. “Sabíamos que la corrupción 'eh la que eh', pero quizá ahora hayamos constatado que, con estos tribunales, además es impune”.

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Eh lo que eh

A menudo vemos cómo nuestros políticos tienden a simplificar los argumentos de tal forma que consiguen hacer pleno al quince con bote en la mayor de las estupideces. No estaría mal la cosa si al realizar estos ejercicios de saltimbanquis retóricos sólo se desprestigiaran ellos mismos; pero en la mayoría de las ocasiones, además, consiguen denigrar a la propia política y la visión que de ella tienen los ciudadanos.

PENSABA lo anterior al leer la entrevista que Javier Recio publicaba ayer con el más alto representante del Gobierno en Málaga, Jorge Hernández Mollar, cuando este último justificaba la escasa inversión de los Presupuestos Generales en la provincia afirmando que la economía «es la que es».

EN esa misma conversación el Subdelegado no tenía problema alguno en defender la «inversión» en el Profea (antiguo PER), ese mismo instrumento que Arenas calificaba años atrás como herramienta del «voto cautivo». Así que, volviendo a la muletilla anterior, podríamos decir que el ejercicio la política con fundamentos tan simplistas como cambiantes 'eh lo que eh'.

LA semana nos regaló además una confirmación: la que el Tribunal Supremo hizo de la sentencia del 'caso Serón' -¡oiga, que me niego a que se le llame 'caso Troya', que yo no tengo nada que ver con este tipo!-. El alcalde alhaurino vendió a los medios que dimitía, cuando en realidad cesa temporalmente por imperativo de una sentencia que él mismo ha calificado de injusta. Seguramente lo es, pero por su cortedad y por permitirle volver a la política para seguir 'hablándose' con constructores. Así que, empleando nuestro comodín favorito, podríamos concluir que la Justicia (en mayúsculas) 'eh la que eh'.

OTRO tribunal, el que juzgó el caso Malaya, salió también a la palestra para hacer algo tan extraordinario como defenderse de las la críticas generalizadas por la sentencia que había emitido días atrás. Ya sólo una instancia superior podrá cambiar las condenas de aquellos que salían de la Ciudad de la Justicia con una alegría exultante e insultante. Sabíamos que la corrupción 'eh la que eh', pero quizá ahora hayamos constatado que, con estos tribunales, además es impune.

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