“Para muchos de nuestros políticos, incluido el presidente de la Junta de Andalucía, los colegios son una especie de almacenes en los que depositar a los niños para que los padres puedan incorporarse al trabajo y cumplir así su papel en la reactivación de la economía”
OPINIÓN. Tribuna Abierta. Por Antonio Somoza Barcenilla
Periodista
12/05/20. Opinión. Bajo el epígrafe Apuntes para la salida de esta crisis, EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, va a publicar en los próximos días una serie de artículos escritos por Antonio Somoza, en los que el periodista realiza un análisis distinto y sugerente sobre la situación en la que nos encontramos en plena emergencia sanitaria y esboza algunas ideas para dar una salida alternativa, desde un punto económico y...
...social, cuando tengamos que afrontar el futuro: algunas ideas interesantes para construir esa “nueva normalidad” de la que hablan los políticos.
Los dos primeros artículos, titulados “Una gran oportunidad” y “Hay vida más allá del turismo” han sido publicados en la edición andaluza de eldiario.es los días 28 de abril, el primero y 2 de mayo, el segundo. En los siguientes, originales para EL OBSERVADOR, irá desgranando la posible aplicación de sus propuestas a la provincia de Málaga y otros aspectos de interés como las posibles vías de financiación de las propuestas que sostiene.
La lengua de las mariposas
Hay muchas maneras de entender la función de la educación. Para muchos de nuestros políticos, incluido el presidente de la Junta de Andalucía, los colegios son una especie de almacenes en los que depositar a los niños para que los padres puedan incorporarse al trabajo y cumplir así su papel en la reactivación de la economía. Lo dejó claro cuando hizo públicas sus intenciones de abrir las aulas este mismo mes de mayo. Un plan que finalmente tuvo que frenar ante la oposición frontal de los profesionales de la enseñanza y de los propios padres que no querían ser cómplices de las prisas del presidente para contentar a los votantes y donantes de su partido que quieren acelerar la reapertura de sus negocios a cualquier precio.
Otros no pensamos así. Somos más de la opinión de don Gregorio, aquel inolvidable maestro rural gallego que inmortalizó Manuel Rivas en su novela “La Lengua de las mariposas” y que encarnó Fernando Fernán Gómez -interpretación memorable la suya- en la película del mismo título, dirigida por José Luis Cuerda hace ya 21 años.
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Tanto la obra literaria como la cinematográfica son un homenaje a un tipo de educación que se encuentra en las antípodas de ese modelo utilitarista que se ha impuesto en los últimos años de la democracia y que ha hecho posible que el presidente andaluz reivindique el rol de almacenaje de niños de los centros educativos sin siquiera ruborizarse. Es más, una parte nada desdeñable de la ciudadanía apoya las intenciones de Moreno Bonilla porque tiene que ir a trabajar o porque, con los niños convenientemente almacenados, disponen de más “libertad” para hacer lo que les plazca. Un interpretación del término tan mezquina como extendida en estos tiempos en los que la máxima libertad imaginable es consumir todo lo que me apetezca y en el momento que me apetezca.
La escuela nunca ha tenido la exclusividad en los procesos de formación y socialización de los niños y los jóvenes. Siempre ha habido otros actores –desde la familia, al grupo de amigos- que han jugado un papel importante en la formación de las personas para que al alcanzar su madurez se pudieran incorporar con normalidad a la sociedad, tanto desde el punto de vista de las destrezas para desempeñar una labor como desde la óptica de los valores en los que se basa la sociedad en la que se tienen que integrar. En los últimos años, el papel de los centros educativos se ha ido reduciendo hasta el punto que aceptamos, sin demasiados problemas, ese papel de almacén en el que, en todo caso, aprenden las habilidades necesarias para incorporarse al mercado de trabajo.
Tratar de transmitir a los alumnos de hoy en día los valores propios de una sociedad democrática y no confesional es toda una aventura. La implantación en algunas comunidades del pin parental, el aumento de influencia en otras de los postulados de VOX y la hipersensibilidad de algunos sectores de católicos muy reaccionarios se ha convertido en un auténtico campo de minas para los docentes que tratan de llevar su labor más allá de la mera transmisión de habilidades técnicas para ser un “buen empleado”. No estamos, todavía, en los niveles que llevaron al paredón a decenas de maestros que, como don Gregorio, trataron de convertir la escuela en un instrumento de liberación de las clases populares y de siembra de valores democráticos como la igualdad, la solidaridad o la dignidad de las personas. Cualquier docente que se atreva hoy en día a fomentar el pensamiento crítico, el respeto a las diferentes opciones sexuales o, simplemente el respeto a la opinión de la mujer a mantener relaciones sexuales con libertad se arriesga a una persecución judicial y a quedar señalado entre los herederos ideológicos de los que ejecutaron a tantos maestros republicanos durante la guerra civil y la postguerra.
El Roto: El modelo ideal del ciudadano en el actual sistema social
A todo esto hay que añadir el papel creciente en la socialización y la difusión de valores que tienen los medios de comunicación, la publicidad y las redes sociales. Así, hoy en día es imposible plantear formación sexual en la escuela, pero ningún límite para que esa formación se realice desde canales pornográficos. Esta situación tan aberrante, aunque parezca increíble, no deja de ser un triunfo de los poderes económicos y políticos que mantienen el actual sistema económico, el que nos ha traído hasta aquí. Para ellos, el ciudadano ideal es aquel que consume mucho y piensa poco… y si no piensa nada, pues mejor aún. Más fácil será de manipular y de ser utilizado como carne de cañón para luchar contra todo y contra todos, siguiendo la falsa bandera de la libertad, libertad de consumir todo lo que me apetezca y cuando me apetezca.
En estos días de pandemia esa bandera de la libertad es agitada por muchos de los grupos más reaccionarios de Estados Unidos, Brasil, Alemania, porque son conscientes de que una enseña que reclamara su derecho a infectarse sería más complicado de ser seguida por nadie.
Por todos estos motivos, es urgente, inaplazable dar un cambio radical en el modelo educativo que permita recuperar la esencia de la escuela en la que se pueda aprender una profesión, pero también mecanismos de defensa contra los bulos (en Finlandia ya lo hacen) (1), actitudes de respeto al diferente y a los derechos de la mujer, en todos los ámbitos, incluido el de la sexualidad e, incluso, a descubrir la lengua de las mariposas, como parábola del respeto al equilibrio natural del planeta. A fomentar, a fin de cuentas, el sentido crítico que nos permita observar la realidad, analizarla, criticarla y, sobre todo, tomar las decisiones más adecuadas para la defensa de los intereses comunes, los que nos benefician a todos. Habría que cambiar los criterios de competitividad por los de solidaridad, el egoísmo por la colaboración, la imposición por el respeto y la esquilmación de los recursos naturales por el uso racional de los mismos.
Ésta, tampoco es una tarea fácil. Hay muchos intereses, unos evidentes y otros ocultos, que tratarán de mantener todo como está, aunque eso nos lleve a la destrucción de todo y de todos. Las movilizaciones que protagonizaron los jóvenes en defensa del planeta, justo antes de que la pandemia nos dejara sin aliento, y todo lo que molestaron a las derechas más reaccionarias, nos hacen albergar esperanza: el cambio radical en el ámbito educativo y en la sociedad es una posibilidad real. No podemos bajar los brazos. La única causa que está irremediablemente perdida es la que se abandona en las primeras escaramuzas.
El Roto: Los contenidos de la enseñanza para formar consumidores en lugar de ciudadanos
Hay que hacer todo lo posible que el modelo educativo sea íntegramente público, porque es el que mejor garantiza la igualdad de oportunidades, y laico, porque los únicos valores respetables son los que coinciden con los principios constitucionales y de la declaración universal de Derechos Humanos. Debe mantener su función de formación técnica para las actividades productivas que hemos ido desgranando en capítulos anteriores para dejar de depender tanto del turismo: manufacturas textiles y tecnológicas, energía solar, energía eólica, transportes alternativos, obras públicas, agricultura y ganadería a pequeña escala, comercialización alternativa, investigación científica y tecnológica y, por supuesto, profesiones sanitarias y asistenciales que se han demostrado esenciales en momentos de crisis. Pero de este campo, el del sector sanitario, hablaremos mañana.
En este capítulo, no se plantea ninguna idea específica para la provincia de Málaga, salvo la relación de áreas de formación específica, a la que también tendrían derecho los adultos que salgan despedidos del sistema productivo tras la crisis, que se corresponden con los ámbitos de diversificación económica planteados para superar el desequilibrio generado por el monocultivo del turismo de masas. El resto de líneas del modelo que se plantea y que habría que desarrollar y especificar mucho más (esto no son más que unos someros apuntes a vuelapluma) serían de aplicación a todo el país.
Hoy por hoy no es de esperar que ni este curso, ni el que viene, se vayan a producir grandes cambios en la concepción de los centros educativos como hangares para el almacenaje de niños y alumnos y en centros de producción de una ciudadanía consumidora compulsiva, dócil en los puestos de trabajo y manipulable desde los medios y las redes sociales. Lo que si podemos exigir al consejero de Educación y al resto de esa clase política, es que esos almacenes sean seguros, que se adopten todas las medidas para evitar que los centros educativos se conviertan en los focos de un posible rebrote de la actual pandemia o de la próxima enfermedad vírica que nos azote.
(1) https://www.nobbot.com/educacion/finlandia-ensenan-defenderse-desinformacion-escuela/
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