OPINIÓN. LOL. Por Alberto R. Aguiar
Periodista

29/12/16. Opinión. Alberto R. Aguiar inicia una nueva colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com siguiendo y analizando la actualidad malagueña pero ahora desde fuera: el periodista vive en Madrid desde hace unos meses y eso le da una nueva perspectiva con la que afrontar muchas de las cosas que suceden en la provincia. Hoy, arranca hablando precisamente sobre los periódicos locales y...

...cómo alguna de estas cabeceras se erigen como la voz y conciencia de la ciudad.

El 'ombliguismo' mediático o cómo el periodismo de provincias da paso en Málaga al marketing más arrogante y rancio

EL periodismo de provincias no está en crisis, está en riesgo de extinción. Hoy el reporterismo irreverente y transgresor tiene a sus referentes en oficinas casi vacías, en las que los pocos trabajadores que quedan aprietan los dientes contra la precariedad y la desazón. El gran sueño americano de grandes empresas editoras que planten cara al poder se esfuma: en Madrid, Barcelona o Málaga no hay sitio para periódicos como los Post o los Times que todos reconocemos.

LAS redes atribuyen desde hace años una gran cita a George Orwell. En realidad nunca la pronunció (AQUÍ). “Una noticia es aquello que alguien no quiere que se publique. El resto son relaciones públicas”. Cuando se lee un periódico en Málaga, es fácil observar cómo la mayoría de las informaciones que aparecen en sus páginas provienen de comunicados o ruedas de prensa. Alguien quería que se publicaran.

POR supuesto, el periodismo es un concepto sobre el que se puede relativizar y teorizar hasta la extenuación. Se puede discutir qué noticia es necesaria y cuál no, o quién ejerce la más genuina labor pública en la provincia del paraíso (?). Hay destellos de buen periodismo que, intermitentes, no dejan de ser necesarios. También hay fogonazos de rimbombancia que, de absurdos, provocan ceguera. E impiden la autocrítica.

EL diario Sur es el más leído en la provincia y en buena parte de las localidades limítrofes a la misma. Del grupo editorial Vocento (Ideal, ABC) guarda una interesante línea editorial. Nada de ideologías. Simplemente el poder y quien lo ostente.


ES de sobra conocido que en su plantel hay muy buenos profesionales. Pero es en la cúpula directiva de este diario local donde no se ha desarrollado el sentido del ridículo. El marketing se convierte en arrogancia cuando el propio periódico sale a la calle con panfletos que alegan a principios esenciales del periodismo, como es la fanfarria de la veracidad, la objetividad y la rigurosidad de la que después pretenden presumir en sus mismas páginas. El marketing se convierte en arrogancia cuando la propia cabecera se define como “el periódico de Málaga”.

ESE desdén de Sur a sus competidores (los otros dos diarios impresos de la capital) no solo sorprende en los despachos de La Opinión de Málaga o del Málaga Hoy. Sorprende a un cada vez mayor número de consumidores de prensa local que comprueban como “el periódico de Málaga”, la conciencia impresa de la urbe, es más parecido al interés del gobernante que al anhelo del gobernado.

TODA esta disertación viene a cuento de un tuit que me sorprendió hace unos días. El propio director de la cabecera malagueña, Castillo, resumía en pocas palabras la opinión que muchos mantenemos sobre su periódico. “Observo últimamente una preocupante tendencia en Málaga al ombliguismo, eso que llevó a Sevilla a estancarse en un bucle melancólico”.


EL mensaje llegaba dos días después de que en las redes se comentase con sorna dos páginas de publicidad publicadas en el periódico, contratadas por el Plan Decenio Cultura Innovadora 2025 (proyecto en el que está el Ayuntamiento entre otras administraciones públicas) y en el que se hablaba a los malagueños sobre lo genial que es Málaga. Una ciudad que se ha erigido de espaldas a sí misma y cimentando todo su futuro en una industria turística que hoy emerge y saca pulso en las horas bajas de otros países mediterráneos que han caído en las desgracias de guerras y terrorismo.

ESE azote al ombliguismo malagueño llega por parte de un periódico cuyo director y subdirector han publicado en las últimas dos semanas columnas con los nombres de “Marca Málaga”, “Málaga deslumbra”, o “Una ciudad para vivir y convivir”.

MIENTRAS tanto, en medios más modestos, se hace la entrevista al cómico de turno. Al embajador por excelencia de la Málaga más malagueña, Rovira. Y el tío, con poca imposta, soltaba la bomba: “Choca que la calle Larios sea este año un festival de luz y sonido y que en la explanada de la Trinidad haya 2.000 personas pidiendo de comer todos los días”.

RETORCER la realidad para presentarla al gusto del editor. El consenso manufacturado del que habla Chomsky. Málaga es la leche. Y tiene que seguir siéndolo. Y si no lo quieres ver, vas contra Málaga y eres un enemigo de Málaga. Porque es más importante hablar de las albóndigas de Huelin que de los procedimientos oscuros y/o negligentes de administraciones y privados. Que, como adelantó el diario Sur