OPINIÓN. LOL. Por Alberto R. Aguiar
Periodista

05/01/17. Opinión. En esta nueva colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, el periodista Alberto R. Aguiar recuerda que la concesión administrativa a Fernando Francés por el Centro de Arte Contemporáneo CAC Málaga termina en abril del año que viene. Cuando quedan todavía poco más de 12 meses, ya hay activistas y vecinos que se mueven para evitar una prórroga a este...

...empresario, en palabras de Aguiar, el artífice de todo “un esperpento”.

El esperpento del CAC: los mercaderes ocupan el templo del arte municipal y Málaga aplaude

PONGÁMONOS en situación: un ayuntamiento paga más de tres millones de euros al año a un empresario para que gestione un museo municipal. Ahora, imagine que ese empresario no rinde cuentas, y que si lo hace es dando números elocuentes e insuficientes. Por si fuera poco, piense en que ese empresario es un personaje polémico, temido, que ha convertido este espacio cultural de todos en un cortijo (el suyo), con veto de entrada a artistas que pongan en duda su praxis, y en el que sus amigos y familiares también gestionan el dinero (el público) sin otro currículum demostrado que el de la consanguineidad. Supondrá a estas alturas que la administración habría tomado cartas en el asunto. Pues no; el mismo ayuntamiento, lejos de poner coto a esta situación, la alienta. Como quien echa un fajo de billetes a la chimenea, pide a este empresario que esconda con marketing las miserias de sus barrios. Por supuesto, fracasa. Este esperpento lo colma la prensa amiga, que aplaude y palmea porque esa es su única función.


SE lo dijo Max a don Latino: “el sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”. El problema es que esto no es solo un esperpento de Valle-Inclán. Esto es la realidad y es lo que viene pasando desde hace ya más de una década en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, responsabilidad del consistorio que dirige Francisco de la Torre (PP) y que explota y gestiona en un lucrativo negocio el director del museo, Fernando Francés.

ESTA historia tiene todos los ingredientes necesarios para ser parte de un diálogo en Luces de bohemia. El CAC enseña sus cuadros donde antes el Mercado de Mayoristas exhibía sus pescados y donde años después la policía local guardaba sus coches. De las merluzas y las pistolas hasta un arte que para entrar en un templo (ocupado por los mercaderes) tiene que degradarse primero.

PERO esta historia puede tener un final. Ya hay artistas y vecinos movilizándose para evitar una nueva prórroga cuando termine el contrato entre Ayuntamiento y Francés en abril de 2018. La adjudicación se celebró en 2008 ya rodeada de polémica, cuando el consistorio dejó fuera del concurso a Unicaja, a pesar de que la banca había costeado parte de la rehabilitación del inmueble sobre el que se erige el CAC. El contrato a 10 años supone el pago de 28,6 millones de euros al empresario. En concreto, una campaña de firmas en internet (AQUÍ) ya ha reunido un centenar de rúbricas para que esta situación se depure. Y no son pocas las voces autorizadas en todo el país las que claman al cielo por el nivel de tolerancia que existe en Málaga con la gestión de Francés.


GESTIÓN de Francés que ha sido objeto de análisis académicos durante los últimos años en la Universidad de Málaga. Una tesina de final de carrera de hace dos años, cuya autora es Paloma López Sánchez (AQUÍ), hace un buen análisis sobre las corrientes artísticas que afectan al mobiliario urbano y al callejero. El grafiti proviene de estratos sociales de clase obrera mientras que los artistas urbanos son jóvenes con formación académica y de clase media o alta que en muchos casos han acabado adueñándose del grafiti para convertirlo en posgrafiti. La conclusión de López Sánchez es tajante: “El posgrafiti al encontrarse dentro del marco legal y en este caso concreto protegido por la  administración,  pierde  su  condición  de  efímero,  para  pasar  a  ser  un documento físico de su existencia”. Y va más allá: “Si partimos de que el arte es una forma de expresión, en un proyecto donde no se  reconocen  sus  propios  habitantes,  donde  a  los  artistas  se  les  ha  pedido mesura, donde se han delimitado muros cual bastidores y escogido y valorado el peso y mansedumbre de cada invitado, ¿qué expresa el arte del MAUS?”.

EL CAC ha protagonizado numerosas historias de esta revista en los últimos cinco años. La Unión Europea fue generosa con el Ayuntamiento de Málaga, gestiones del Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU) mediante, y pagó una millonada en fondos POCTEFEX para la cooperación transfronteriza con Marruecos. Poco de eso hubo; buena parte del proyecto se invirtió en crear un ‘Soho’ en el barrio que linda con este museo, el Ensanche Heredia. Así nació el MAUS, Málaga Arte Urbano Soho, un proyecto que comandó Fernando Francés con su hijo, de nombre Fer; y la que fue entonces su pareja, Sandra Pedraja. Un proyecto que plagó el Ensanche de arte urbano (y no arte callejero, un concepto peyorativo por la exquisita burguesía).

EN su primera edición el MAUS estuvo acompañado del SMS, un festival gratuito de música que tenía lugar a la vera del museo junto a la desembocadura del Guadalmedina. El hedor (no solo el del río) era ya evidente al cotejar los artistas que participaban en el SMS con los que participaban en el MAUS y con los contactos de Francés. Este SMS (una idea plagiada tal cual del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, el MACBA; y su festival de música BAM) solo duró tres ediciones. Y en la segunda incluso algunos artistas anunciaron el bolo antes siquiera de que se hubiera anunciado la licitación administrativa del evento.

ESTOS MAUS y SMS ya son historia reciente de la cultura malagueña que se mueve aun hoy en la marejada de un beneplácito absoluto a los poderes fácticos de la ciudad. ¿Dónde quedó la contracultura? ¿Y la ideología? “¡No tuerzas la boca, condenado!”.

PUEDE leer aquí otro artículo de opinión de Alberto R. Aguiar:
- 29/12/16 El 'ombliguismo' mediático o cómo el periodismo de provincias da paso en Málaga al marketing más arrogante y rancio