OPINIÓN. LOL. Por Alberto R. Aguiar
Periodista

01/12/17. Opinión. El periodista Alberto R. Aguiar responde a la opinión de Manolo Castillo, director del diario Sur, que en una carta a los estudiantes de Periodismo les invita a no criticar tanto a los medios convencionales, abrazar el hecho de ser autónomo precario, y a ser feliz. Una colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com...

Los consejos del director del diario ‘Sur’, Manolo Castillo, para los futuros periodistas: no os quejéis y joderos, que vais a ser muy felices

DÍAS atrás el profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid Carlos Fernández llamaba la atención en declaraciones a eldiario.es (AQUÍ) sobre la aparición de términos que banalizan la precariedad laboral y la pobreza como “trabacaciones” (trabajar en vacaciones), “job sharing” (compartir puesto y sueldo) o el “nesting” (quedarse en casa los fines de semana por ahorrar o por falta de efectivo). “Hay un discurso de emprendedor muy fuerte que lanza un mensaje moral, que coincide con el de que el trabajador debe responsabilizarse más, e intensificar su actividad”, señalaba el académico, que reconocía cómo esta nueva terminología suponía un “discurso ideológico” propio de un nuevo modelo con un fondo sencillo: “Como no hay muchos empleos, usted búsquese la vida”.

LA columna de opinión que publicó ayer Manolo Castillo es la síntesis perfecta de esta nueva actitud vital a la que los millennials parecemos condenados. En el texto, el director del diario Sur relata que acudió a “la mesa redonda en la Universidad de Málaga”. Sin más contexto, el lector debe adivinar a qué se refiere el director. Se refiere a una charla que tuvo lugar el pasado 28 de noviembre a la que acudieron varios directores de medios de Málaga. Fue en uno de los salones de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UMA, todo enmarcado en los actos del 25 aniversario del centro.

TRAS el acto el director tuvo una primera consideración que compartió a través de la red social Twitter. “He estado en la UMA con los alumnos de Comunicación y me ha impactado la enorme distancia que hay entre la realidad periodística y laboral y lo que profesores como Ferrán le enseñan. La universidad necesita un cambio urgente”. Dos días después se publicaba en las páginas de su periódico un artículo (AQUÍ) en el que se dirigía “a los estudiantes de Periodismo” para escribir lo que a él le gustaría que le contaran si estuviese en la situación del becario. “Muchas de las cosas no os gustarán, no estaréis de acuerdo con ellas o, simplemente, os enfadarán. Que cada uno reacciones como considere más oportuno. Edulcorar la realidad sería absurdo por mi parte y haría un flaco favor”, vaticina.

EN un primer lugar sorprendía semejante ataque público y descontextualizado a un particular, en este caso el profesor de Periodismo Ferrán Fernández. Pero la síntesis general de la opinión de Castillo es que lo más seguro es que “los periodistas en medios tradicionales no vuelvan a gozar, en general, de la estabilidad y nivel salarial del final del siglo XX y principios del XXI”. De primeras llama la atención cómo un privado exige un cambio raudo de la universidad pública para introducir en ella discursos de conformismo y asimilación de la precariedad.

PERO va a más. “Algunos de vosotros sólo hacéis criticar a los medios tradicionales, al sistema, a los periodistas… en vez de enfocar vuestro tiempo en el oficio. Aprovechad la experiencia de otros y no despreciéis el autoempleo”. Una suerte de prohibido quejarse que llama más la atención cuando llega de un medio en el que no se contrata desde hace años, las nuevas firmas que aparecen o son becarios o son “colaboradores”, y que incentiva como tantos otros la precariedad laboral que él dice entender (aunque por supuesto, no adolecer).

MUCHAS paparruchadas se han escrito sobre la cultura laboral millennial. Que si porosidad entre el tiempo personal y de ocio, adicción al trabajo, flexibilidad, resiliencia… Todo para edulcorar (aquí sí) unas circunstancias que nos retrotraen a escenarios de explotación propios de siglos pasados. Sí, como dice el director de Sur, son muchas las herramientas de las que disponemos para convertirnos en nuestros propios medios de comunicación. Las mismas que sirven para esclavizarnos aun más a un sistema laboral que es de todo menos meritocrático.

CONTINÚA el periodista asegurando que “no hay tanta manipulación ni conspiraciones en el periodismo” como nos creemos. A mí lo que más me maravilla de este tipo de aseveraciones es dudar de si realmente creen lo que escriben o no. No se trata de vivir en una paranoia constante, se trata de alzar voces críticas para mejorar un escenario mediático que hoy día no es el mejor. Y negarse a ver la realidad es una irresponsabilidad partiendo de un medio de comunicación elemental para entender la realidad malagueña de los últimos años. Es una realidad contrastable y constatada en numerosos artículos académicos no firmados por la Universidad de Málaga o por los investigadores españoles (que valga decir, y esto es cierto, son a menudo complaciente con el sector). Podemos retrotraernos a los teóricos de la Comunicación que hoy en día son figuras elementales en la carrera, como Hallin y Mancini, para destacar que el panorama mediático de nuestro país no es ni mucho menos perfecto y tampoco valorable positivamente.

ES fácil hacer un discurso emotivo sobre luchar por los sueños de uno mismo mientras los responsables de la crisis del periodismo son los propietarios que no han querido ver la realidad digital que se los lleva a todos por delante. Un periódico no gana menos dinero porque dé peor las noticias. Un periódico gana menos dinero por malas decisiones empresariales. Unos empresarios que son los indemnes de una crisis que, EREs mediante, ha sesgado los trabajos de miles de periodistas en España. En los grupos mediáticos hay verdaderos killers que son los encargados de ir de cabecera en cabecera firmando esos expedientes.


Y frente a esto, la única respuesta posible es la organización del sector, más sindicalismo, con las siglas de siempre o con siglas nuevas, con asociaciones que sean sesgadas ideológicamente o que no lo sean. Simplemente la unión de los profesionales hará posible que se plante cara a las irresponsabilidades de unos pocos. Y de seguro que la única solución que no es viable es la de que apretemos los dientes, cerremos los puños, y nos jodamos.

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