Calles y plazas del pueblo amanecen y anochecen llenas de orín y excrementos

OPINIÓN. Bajo las alcantarillas
Por Manuel Fernández Valdivia. Empresario de San Pedro Alcántara

10/02/20. Opinión. El empresario Manuel Fernández Valdivia, en su habitual colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, habla sobre la falta de limpieza en Marbella: “Concienciación, vigilancia, más equipamiento público, impuestos y sanciones. Todo lo que un alcalde no quiere exigir a sus convecinos, sabiendo que este puede ser un motivo más que suficiente para que en las próximas elecciones...

...no les voten”.

Con perdón, pero la mierda nos come en San Pedro Alcántara

Se que, para algunos, esto de airear los trapos sucios de una localidad va contra cualquiera de sus principios, supongo que, en sus casas, prefieren meter la basura bajo la alfombra para que los vecinos no vean que son unos cerdos. De todo encontrarás en la viña del Señor. Pero de lo que no se habla, no existe y, por ende, poco o nada harán los políticos de turno para solucionar un asunto que ya es más que evidente, por mucho que se quiera ocultar.

En el tema de la limpieza local existen varios actores. Por un lado, la ciudadanía, entre la que se esconden vilmente los llamados infractores o incívicos, causantes de tan tamaña asquerosidad. Siempre digo que, en el caso de las heces y pipí canino no podemos echar la culpa a estos pobres animalillos, sino a los cenutrios que, aun no entienden que se deben recoger los excrementos y limpiar el orín que dejan en esquinas, farolas, señales de tráfico y bolardos. Por otra parte, en este cutre teatrillo tenemos a las autoridades municipales. Autoridades, por decir algo. Imaginen un ayuntamiento como el de Marbella con 27 concejales, 27 cargos de confianza y hasta 11 directores generales que hemos tenido a sueldo en esas instalaciones. ¿Ninguno ha sido capaz, por mucho que cobren, de atisbar el grave problema de salubridad e imagen que padece el municipio? Parece que no, a la vista de los nulos resultados de su gestión durante estos últimos años.


La solución pasa por implementar urgentemente aquellas medidas que ya se están tomando en otras ciudades, evidentemente, mucho más concienciadas de que estamos ante un grave obstáculo para la convivencia cívica y limpia que necesitan nuestros espacios públicos. Pero claro, son medidas claramente impopulares y, visto el justo margen en el que se mueven los resultados electorales para conseguir las mayorías deseadas por todos los partidos, ponerlas en marcha se apetece más que imposible en Marbella. Los votos son casi más importantes que la imagen de la supuesta perla de la Costa del Sol, esa pretendida o pretenciosa “Marbella 5 Estrellas” que sacamos anualmente al escaparate de las ferias turísticas europeas. Contando más mentiras que realidades, a la vista de esas idílicas fotos y vídeos que su buen dinero nos cuesta para maquillar la cruda realidad que vivimos quienes residimos aquí los 365 días del año.

Según la Red Española de Identificación de Animales de Compañía (REIAC), en declaraciones realizadas a El País (AQUÍ), “En España hay más animales de compañía que niños menores de 15 años. La gente vive cada vez más y más sola. Este es otro motivo para que todo el mundo los registre. Así las ciudades pueden programar los parques y espacios destinados a ellos, para que puedan ir sueltos y se mejore la convivencia para todos. Porque, además, el número no dejará de crecer”. Hasta el pasado 2018, se registraron 13 millones de mascotas en el país, de las cuales un 93% son perros, un 6%, gatos, y el resto, conejos, sobre todo.

Y decía que las soluciones están ahí, pero que no se aplican porque son impopulares e, implementarlas, necesitarían de líderes con un fuerte apoyo popular que, sinceramente, no tiene Ángeles Muñoz (PP), ni ningún otro político local, en contraposición con lo que ocurre, por ejemplo en Málaga, cuyo alcalde, Francisco de la Torre, curiosamente también del Partido Popular, sí que puso en marcha el análisis de ADN de los excrementos para identificar a los infractores, con el coste económico que ello supone para los propietarios de estos canes. Siguiendo los buenos resultados obtenidos en estados como el de Alemania o Países Bajos, Zamora ha implantado un impuesto para aliviar la carga que supone para el contribuyente los gastos en bienestar animal y, por supuesto, la limpieza extra que requiere cualquier pueblo o ciudad dada la proliferación incontrolada de tantos animales de compañía. Seguidamente, hay que tener muy en cuenta las ordenanzas municipales que están cambiando, por ejemplo, en Sevilla donde, no solo se exige, obviamente, la recogida de excrementos, sino que, además, se insta a los propietarios a que limpien el orín que deja su animal por el recorrido realizados varias veces al día, rociando la micción con productos desinfectantes.


Aquí redunda nuestro problema. Concienciación, vigilancia, más equipamiento público, impuestos y sanciones. Todo lo que un alcalde no quiere exigir a sus convecinos, sabiendo que este puede ser un motivo más que suficiente para que en las próximas elecciones no les voten. La contrapartida, dejar que nos ahoguemos en suciedad, no solo provocada por dueños de perros incivilizados, también por aquellos que llenan las aceras de asquerosos regueros caídos de sus bolsas de basura, de hosteleros que no limpian sus terrazas hasta que llega alguna llovizna invernal o, simplemente, porque al concejal de limpieza de turno no le da la gana de pasar la hidrolimpiadora por determinados sitios. Por ejemplo, la recientemente renovada Calle Pizarro de San Pedro Alcántara, en la que, antes de las últimas lluvias, era fácil quedarse pegado a sus baldosas.

Y que conste, aunque lo tendría que haber hecho al principio, nunca es tarde para elogiar el trabajo que a diario realizan los empleados municipales del servicio de limpieza. Pero como en otras ocasiones he dicho recordando al Cantar de Mio Cid: “Dios, qué buen vasallo si oviesse buen señor”. La cuestión no es que, en general, trabajen poco, como muy malintencionadamente predican algunos, incluso dentro del mismo ayuntamiento, sino que están terriblemente mal dirigidos y, de forma añadida, faltos de útiles y, sobre todo, necesitados de personal adicional.

Curiosamente, y a pesar de que existen varias sentencias judicialmente firmes para que la Delegación de Limpieza admita a 23 trabajadores que en su día fueron despedidos de forma improcedente, el Ayuntamiento de Marbella se sigue negando a readmitirlos y, sin embargo, se ha estado contratando, presuntamente de forma ilegal, a determinadas personas, según dicen, cercanas al tribunal seleccionador, otros cargos municipales y hasta el mismo concejal delegado de Limpieza, cuestión que está siendo investigada en uno de los Juzgados de Marbella. ¿No les parece curioso? Tener una lista de trabajadores pendientes de ser contratados por orden judicial, pero utilizar una bolsa de contratación para, supuestamente, “enchufar” a otros.

Mientras tanto, siguen jugando con nuestro dinero y, como se suele decir, la casa de todos sin barrer.

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