“El Gobierno de la Junta de Andalucía, a la par que otros, ha preferido que unos pocos hicieran caja, a salvaguardar la salud pública. Encima, a costa de camareros, personal de limpieza y otros currantes del día y la noche”

OPINIÓN. Bajo las alcantarillas. Por Manuel Fernández Valdivia
Empresario de San Pedro Alcántara

14/09/20. Opinión. El empresario Manuel Fernández Valdivia, en su habitual colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, escribe sobre las fiestas y conciertos en la Costa del Sol donde la ausencia de mascarillas era la tónica: “¿De verdad señores políticos, todo está permitido en la Costa del Sol si dispones de dinero o eres amigo de alguien “influyente”? Lo que hasta hace poco rondaba...

...las cabezas de muchos, durante esta pandemia se ha convertido en un hecho irrefutable. El dinero manda en Marbella y alrededores, compra a los políticos, a los jueces, a fiscales y a cualquiera que se ponga por delante. La clave es el precio”.

Quo vadis Costa del Sol?

Acabo de llegar de un pequeño y solitario retiro, en uno de los más maravillosos pueblos que jalonan la serranía de Ronda. Sobriedad, sosiego, respeto y orden se atisban por las empinadas calles. Pero lo que más me ha sorprendido es la escena de dos mujeres, familiares, una de ellas también visitante foránea que, ante la imposibilidad de abrazarse, se lanzaron al llanto mutuo, mostrando así la dureza del día a día en estos pequeños enclaves y las carencias afectivas físicas que el coronavirus está generando, en una sociedad que se toca, que se habla, que comparte y convive.

No era difícil ver a octogenarias arrastrar su carrito de la compra portando su mascarilla, cuesta arriba y con todo el esfuerzo que ello supone. Sin queja, quizás con resignación, pero con toda la responsabilidad del mundo que, en ocasiones, se pierde en la Costa del Sol en la que vivo.

Y son precisamente estas imágenes las que me hicieron pensar ¿dónde se dirige la Costa del Sol? Y concretamente, Marbella.

Cierto es que la mayoría de la población ha respetado (y lo sigue haciendo), todas y cada una de las recomendaciones que las autoridades sanitarias han ido instaurando a nivel estatal, autonómico y ¿local? Pero no es menos real la falta de escrúpulos de muchos hosteleros, sobre todo de la noche, que han preferido hacer caja, extendiendo entre sus clientes la impunidad de olvidar en la calle las normas que muchos, incluso, se autoimponen, por miedo al contagio y posterior paso por UCI. Marbella ha sido el paraíso del COVID-19 durante el verano. Y las cifras que lo demuestran están ahí, a pesar de los intentos del Partido Popular por ocultar los datos. El Gobierno de la Junta de Andalucía, a la par que otros, ha preferido que unos pocos hicieran caja, a salvaguardar la salud pública. Encima, a costa de camareros, personal de limpieza y otros currantes del día y la noche. Total, hay más. Políticos y determinados empresarios se pueden permitir el lujo de perder decenas de miles de personas porque somos prescindibles para ellos, para la inhumana maquinaria de hacer dinero cueste lo que cueste. Siempre habrá un sustituto para cualquiera de los obreros que se sacrifican por una supuesta economía que, jamás, llega a satisfacer las necesidades reales que estos tienen en sus casas.


Mientras esos ancianos de la sierra, cuesta arriba llevaban con orgullo y responsabilidad su mascarilla, en la Costa del Sol se repetían fiestas y conciertos donde el negacionismo era la tónica. Desde los propietarios hasta el último comensal o bailarín desquiciado que, porque tienen dinero, entienden que el virus no les va a afectar a ellos. Y en parte tienen razón, porque está más que demostrado que somos sus siervos los que más estamos padeciendo y cayendo en las garras del COVID-19. Somos nosotros los que tenemos que recoger sus toallas en el hotel, debemos soportar sus gritos a una cuarta tras la barra de una discoteca, los que tenemos que limpiar el baño que han usado y quienes, en último momento, recogemos sus miasmas, porque no les ha dado la gana de cumplir con las normas o se les ha dado carta blanca para ello. ¿Quién no ha visto por la calle a algún visitante sin mascarilla? ¿Quién no ha visualizado uno de esos vídeos de la vergüenza de bares, discotecas y conciertos de toda la Costa del Sol? Starlite, Olivia Valere, Kokun Ocean Club… Hubo más desastres del mismo calado, pero en algunos sitios fueron más listos y confiscaron temporalmente los teléfonos de asistentes y empleados. O les colocaban una pegatina para facilitar el “crimen” sin ser vistos.

¿De verdad señores políticos, todo está permitido en la Costa del Sol si dispones de dinero o eres amigo de alguien “influyente”? Lo que hasta hace poco rondaba las cabezas de muchos, durante esta pandemia se ha convertido en un hecho irrefutable. El dinero manda en Marbella y alrededores, compra a los políticos, a los jueces, a fiscales y a cualquiera que se ponga por delante. La clave es el precio.

Después vienen las lamentaciones, los reproches a uno u otro gobierno, cuando la pura realidad es que todos están en el ajo. Todos, a uno u otro nivel roban, destrozan, venden y hacen lo que haga falta para seguir en el poder… y con dinero, si es posible.


Decían los más viejos del lugar, que el rico era ladrón o hijo de ladrón. Pero los tiempos cambian y, hoy, eres rico si tienes amigos en la política o la controlas. En España no tenemos grandes mafias como en Italia o Japón, porque tenemos a la familia política.

¡Ojo! Y esto es problema nuestro, no de otros. Nosotros, los ciudadanos de a pie, hemos engendrado este monstruo. Sí, no se hagan los sorprendidos, lo hemos hecho con nuestro voto, cada vez que miramos hacia otro lado cuando vemos una injusticia. No queremos ser señalados y preferimos que, con perdón, se “joda” el vecino, mientras a mí no me toque el alcalde, el juez o el policía corrupto de turno.

Pero recuerden. El karma, la justicia poética o como lo quieran llamar, existe. Y si no, recuerden los versos de Martin Niemöller "Primero vinieron…" (AQUÍ). Así que, Quo vadis Costa del Sol?

Lo de las mafias que campan a sus anchas, lo dejamos para otro momento. Aun estoy esperando a Ángeles Muñoz o cualquier otro dirigente político decir que le declaran la guerra al narcotráfico. Pero de verdad, no para dar un titular como hizo el ex ministro Zoido (PP), acto seguido de negar la existencia de un cartel del narco en el Campo de Gibraltar.

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