“Solo he podido reconfortarme en la idea de que, en nuestro país, por encima de cualquier ideología y más allá de los aciertos o desaciertos en la gestión, no hay disensión alguna respecto de que, frente a la pandemia, los vulnerables deben ser protegidos los primeros”
OPINIÓN. Charlas con nadie
Por Manuel Camas. Abogado26/01/21. Opinión. El prestigioso abogado Manuel Camas escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las mentiras: “Conociendo las excusas que han dado, alcaldes, consejeros, militares, médicos, etc., merece leerse Sálvese quien pueda, de Elvira Lindo, de este pasado domingo, en el que menciona la tendencia endémica de nuestro país a la...
...corrupción y añade un defecto “en cualquier país se miente, no es patrimonio español, pero de la picaresca heredamos este sostener la mentira y no enmendarla””.
Vulnerables
Bod Woodward, el consagrado periodista del caso Watergate, ha revelado en su último libro Rage (Rabia), que Trump sabía que el coronavirus era mortal y, durante meses, confundió al público deliberadamente sobre su letalidad.
Mientras Trump declaraba el 2 de febrero de 2020: “prácticamente lo tenemos parado”, o el siguiente 27 de febrero, “un día desaparecerá como un milagro” a Woodward le decía cuando lo entrevistaba en la Casa Blanca, el 7 de febrero que “simplemente respiras y se contagia y eso es complicado. Es muy delicado. Es más mortal incluso que una gripe intensa. Es algo mortal”.
A esta revelación, entre críticas al periodista por no haberla hecho pública antes, ha seguido la escalofriante conclusión de un prestigioso estudio sobre la estrategia institucional, aplicada por Bolsonaro en Brasil, para la propagación del virus; el estudio, referido por El País el pasado 23 de enero, concluye la existencia de “una acción del Gobierno Federal para difundir ampliamente el virus en el territorio nacional, declaradamente con el objetivo de reanudar la actividad económica lo ante posible y a cualquier precio”.
Salvando las distancias, no es difícil conectar esas horribles conductas con lo escrito por Luis Feduchi (Aviso a gobernantes), que refiere los reportajes publicados en 1961, por Hannah Arendt, en la revista The New Yorker para cubrir el juicio contra el criminal de guerra funcionario nazi Adolf Eichmann. En su crónica, Arendt se refiere al programa nazi de eutanasia involuntaria Aktion T4: “Es un hecho por todos conocido que Hitler inició sus asesinatos en masa concediendo ‘una suerte de tiro de gracia’ a los ‘enfermos incurables’, y que pretendía rematar su programa de exterminio quitándose de en medio a los alemanes ‘dañados genéticamente’ (pacientes de corazón y pulmón).”
Concluye Feduchi que “iba más allá de razas o ideologías y por ello no tuvo contemplaciones para empezar por los débiles de salud y las personas de edad avanzada, lo que en estos días de pandemia hemos venido a llamar vulnerables. Asociar vulnerabilidad con el hecho de estar explícitamente señalados para morir es algo que no puede dejarnos fríos”.
Como menciona Ignacio Martínez en su artículo del domingo en el Málaga Hoy, Los populismos se tocan y lo hacen no sólo más allá de las ideologías, como él destaca, sino que también se tocan más allá del tiempo y las fronteras.
Leyendo esas noticias sobre Trump y Bolsonaro, solo he podido reconfortarme en la idea de que, en nuestro país, por encima de cualquier ideología y más allá de los aciertos o desaciertos en la gestión, no hay disensión alguna respecto de que, frente a la pandemia, los vulnerables deben ser protegidos los primeros.
De ahí la gravedad de las conductas de los que se han vacunado indebidamente, aprovechándose de una posición de poder.
Conociendo las excusas que han dado, alcaldes, consejeros, militares, médicos, etc., merece leerse Sálvese quien pueda, de Elvira Lindo, de este pasado domingo, en el que menciona la tendencia endémica de nuestro país a la corrupción y añade un defecto “en cualquier país se miente, no es patrimonio español, pero de la picaresca heredamos este sostener la mentira y no enmendarla”.
Mencionaba hace años en ABC Manuel León Vega (La picaresca en España) que la máxima aspiración de un pícaro era su propia mejora y, para ello, “empleaba su astucia poniendo en práctica procedimientos ilegítimos como lo son el engaño y la estafa. Y lo más destacable es que el pícaro vivía al margen de la ética y de la honra, demostrando, siempre, una mala conciencia”.
Y es interesante unirlo al artículo de Soledad Gallego-Díaz (No pidan disculpas), refiriéndose a Mark Rutte, primer ministro de Holanda y comentando que “entre todos destruyeron a 30.000 familias inocentes, inmigrantes eso sí, pero no habrá depuración de responsabilidades concretas. El Gobierno, claro está, ha dimitido, pero la imagen del primer ministro, Mark Rutte, yendo a presentar esa dimisión todo sonrisas y comiéndose despreocupadamente una manzana deja claro que dimite simplemente para poder volver a presentarse a las próximas elecciones”.
En ese artículo aprovecha para realizar una interesante reflexión sobre “Hechos en los que la aplicación banal de órdenes y leyes, como los que analizó en su momento la filósofa alemana, han llevado a situaciones de tan absoluta injusticia e inhumanidad que uno podría creer que no pueden producirse en sociedades civilizadas como las nuestras. Pero no es así, esa especie de crímenes burocráticos aparecen con asiduidad delante de nuestros ojos sin que nos produzcan espanto y solo el terco trabajo de algunas personas permite que salgan finalmente a la luz”.
No comparto la habitual excusa general para ese tipo de hechos para los que acaba cerrándose el debate excusándolo en la picaresca, a que España o los españoles somos así; lo que sí nos ocurre es que disculpamos con excesiva facilidad las conductas picarescas, como dice Elvira Lindo, “quien más quien menos había flirteado con el submundo de la chuleta”, por eso me parece muy bien que respecto de los vacunados, pícaros aprovechándose de su posición, se está actuando sin admitir disculpas y exigiendo dimisiones.
Volviendo a Arendt, aunque la gravedad de lo que ella refiere no admite comparación, “Hay dos maneras, de sacudirse la responsabilidad de un crimen: todos fueron responsables, nadie es culpable (donde no hay culpa, no hay crimen, donde no hay crimen, no hay víctima), o el “camino burocrático”, según el cual uno sigue las normas, aunque conduzcan inexorablemente al crimen”.
Espero este resumen escasamente hilvanado de mis lecturas domingueras tenga algún interés, las lecturas que refiero inequívocamente lo tienen.
Puede ver aquí anteriores artículos de Manuel Camas.