“El Parlamento Europeo propone que las empresas observen y eliminen esas brechas salariales, con más transparencia en los salarios, con mejores servicios de guarderías y cuidado de los niños, facilitando opciones que permitan mayor conciliación familiar y pensiones más justas

OPINIÓN. Charlas con nadie

Por Manuel Camas Jimena
. Abogado

09/03/21.
Opinión. El prestigioso abogado Manuel Camas Jimena escribe en su colaboración de hoy para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el Día Internacional de la Mujer y las desigualdades salariales: “Las diferencias salariales no suelen aparecer en los sueldos base, lo hacen dentro de la empresa por los tipos de contrato (temporal o fijo, medias jornadas, etc.), en los...

...complementos salariales (por ejemplo, horas extras o nocturnidad, dietas, desplazamientos), a nivel general por la diferencia entre sectores laborales que suelen destinarse preferentemente a hombres y mujeres”.

Día Internacional de la Mujer

Enfrentamos la celebración del Día Internacional de la Mujer divididos por la discusión sobre si procede o no autorizar manifestaciones.


Pretendo llevar mi apoyo a la reivindicación de ese Día desde estas modestas líneas, utilizándola para reflexionar sobre conceptos que muchas veces no nos han quedado claros o pueden resultar confusos sin una mínima explicación. Además, llamando la atención sobre los avances que van produciéndose y que no deben desmerecerse. En estos días hablamos por ejemplo de Planes de Igualdad en las empresas o del Registro salarial.

Es bastante corriente que cuando se mencionan las desigualdades salariales, la respuesta común sea eso no va conmigo, no va con mi empresa, o en la empresa en la que trabajo eso no ocurre.

Que una mujer y un hombre, en la misma empresa, con la misma jornada, con igual responsabilidad, cobren cantidades diferentes no es inaudito, aunque no es la situación más frecuente cuando hablamos de brecha salarial. El fenómeno es más complejo y lo es, en una parte importante, porque es el reflejo de la desigualdad entre hombres y mujeres, en términos generales, llevada al mercado de trabajo.

Según publica el Parlamento Europeo (Fuente Eurostat 2018):

  • la tasa de empleo de la población en edad laboral era de un 73% de hombres y de un 62,3% de mujeres
  • los trabajos a media jornada son ocupados por un 8,3% de hombres frente a un 29,9% de mujeres.
  • La población inactiva debido a responsabilidades familiares, de cuidados, es de un 31% de mujeres frente al 4,2% de hombres.
  • Los puestos de dirección son ocupados por el 67% de hombres y el 33% de mujeres.

 En un vídeo editado por el propio Parlamento Europeo se nos narra en solamente 58 segundos, cómo dos amigos de toda la vida, Sofía y Tomás, que reciben idéntica educación, tienen una gran diferencia cuando acceden al mercado de trabajo, lo que ganan, un 15% ella menos que él; aunque ambos trabajan duro, aunque ambos sean solidarios en las tareas domésticas, la brecha salarial es una realidad, genera mayor riesgo de pobreza en las mujeres; para ello el Parlamento Europeo propone que las empresas observen y eliminen esas brechas salariales, con más transparencia en los salarios, con mejores servicios de guarderías y cuidado de los niños, facilitando opciones que permitan mayor conciliación familiar y pensiones más justas. The European Parliament wants to close the gender pay gap - Multimedia Centre (europa.eu)

Las diferencias salariales no suelen aparecer en los sueldos base, lo hacen dentro de la empresa por los tipos de contrato (temporal o fijo, medias jornadas, etc.) en los complementos salariales (por ejemplo, horas extras o nocturnidad, dietas, desplazamientos), a nivel general por la diferencia entre sectores laborales que suelen destinarse preferentemente a hombres y mujeres.

Obviamente avanzamos, pero el mundo del trabajo en definitiva refleja los roles de género existentes en nuestra sociedad, porque sobre las mujeres recaen abrumadoramente la necesidad de atender al cuidado de los hijos, los mayores, enfermos, tareas domésticas, etc., y no hay discriminación positiva por ello, ni ayudas suficientes.

El tomar conciencia de esto, a nivel social y dentro de las empresas, estableciendo medidas que protejan ante situaciones diferentes, es la única manera de llegar a alcanzar finalmente la igualdad y es responsabilidad de todos y todas ponerlo de manifiesto, aunque resulte incómodo, como también lo es usar el lenguaje en masculino y femenino, que no deja de ser una eficaz manera de llamar permanentemente la atención sobre el problema.

La pandemia, el confinamiento, no ha venido desde luego a mejorar la situación, sino a empeorarla gravemente.

Valga como denuncia el artículo de Máriam Martínez-Bascuñán del pasado 7 de marzo en su columna de El País: <Penélope confinada.  Pandemia y teletrabajo han traído un amargo retroceso en el bienestar y los derechos de las mujeres, definiendo los dos ejes de discriminación más importantes de este joven siglo.>

En el último párrafo concluye:

<Pandemia y teletrabajo son los grilletes que hoy nos confinan a todos, pero para nosotras es la reverberación de unos límites injustos, de una terrible imposición histórica. Recluidas de nuevo, se estira y agranda la brecha laboral, la herida de la imposible conciliación, y las secuelas que la vulnerabilidad deja en nuestra salud mental. Gilligan hablaba de la empatía hacia el dolor ajeno, del peso de esa ética del cuidado con la que nos socializaron. Pero hemos de seguir renombrando la vida, conversando sobre lo que nos ocurre, reivindicando nuestra voz. Pandemia y teletrabajo han traído un amargo retroceso en el bienestar y los derechos de las mujeres, definiendo los dos ejes de discriminación más importantes de este joven siglo. ¿Por qué no estamos hablando sobre ello?>.

Me gusta especialmente la frase de la feminista Estelle Ramey: La igualdad llegará cuando una mujer tonta pueda llegar tan lejos como hoy llega un hombre tonto.


Ramey se hizo muy conocida en 1970, como consecuencia de la polémica que desata en Estados Unidos la intervención del Dr. Edgar Berman, en una sesión del Comité Nacional del Partido Demócrata, contra una propuesta que pretendía destacar las diferencias entre hombres y mujeres.

Estamos en 1970, hace solamente 50 años, un cirujano como el Sr. Berman se permitía la estupidez de decir, nada menos que en un Comité Nacional del Partido Demócrata que, a las mujeres, las furiosas tormentas de desequilibrios hormonales mensuales las hacían inadecuadas para un alto cargo. Fue capaz incluso de imaginar ejemplos: Supongamos que tuviéramos una presidenta menopáusica que tuviera que tomar la decisión de Bahía de los Cochinos... En igualdad de condiciones, preferiría que un JFK masculino tomara las decisiones sobre la crisis de los misiles en Cuba que una mujer de edad similar.

Ramey era endocrinóloga y abanderó la respuesta a las bárbaras afirmaciones de Berman, escribió que estaba <sorprendida al saber que las hormonas ováricas son tóxicas para las células cerebrales>.

Según leo en Wikipedia, el Women's National Press Club organizó un debate entre Ramey y Berman en el que éste abrió diciendo: <Realmente amo a las mujeres>. Ramey respondió: <También Enrique VIII>. Tras el debate, Berman renunció al Comité Nacional Demócrata y Ramey se convirtió en conferenciante sobre los derechos de la mujer.

No bajemos la guardia, queda muchísimo por hacer y una parte esencial es ser conscientes de la desigualdad existente.

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