“Casi siempre, subrayo el casi, todo el mundo tiene un trocito de razón, pero matizo esa frase tan popular advirtiendo que, cuanto más al extremo se lleva el pensamiento, menos trozo de razón se suele tener, algunos se quedan con un trocito ridículamente pequeño, tienden a NADA”
OPINIÓN. Charlas con nadie
Por Manuel Camas. Abogado20/04/21. Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre diferentes pensamientos: “La verdad es que escribiendo me autocensuro, no solo yo lo hago, supongo, es probable que lo hagan todos los que escriben, la autocensura no deja de ser también una forma de construir el discurso, entendido como...
...cadena de pensamientos, y es que hay pensamientos coherentes e incoherentes, buenos y malos, acertados y desacertados, por supuesto, aunque todos ellos incontrolables en venirnos a la mente”.
NADA
Obligaciones profesionales no me han permitido escribir el artículo de la semana pasada. Llevaba 12 semanas en las que cada domingo por la mañana, después de leer la prensa tranquilamente, escribía el artículo (o <articulillo>, que es como lo denomino en el apartado <asunto> del correo electrónico que mando a la revista).
No es tarea sencilla para mí, aunque el ser capaz de disciplinarme lo suficiente como para hacerlo semanalmente me resulta después reconfortante.
Me agradan las rutinas, entiendo que tienen su lado bueno y malo, pero a mi me hacen sentirme a gusto. El coger la bicicleta por haberla introducido en el día a día de ir al trabajo, el hacer paella los domingos, si es posible con mis padres. Afortunadamente los dos, mayores de ochenta, ya están vacunados con la doble dosis. Disgrego mi pensamiento al escribir eso y pienso si debo advertir a los lectores que no le comenten a mi madre que he dicho su edad, aunque probablemente el más coqueto sea mi padre, así que por favor no se lo digan a ninguno de los dos. Siguiendo con la rutina, mis hijos llegaron a dudar si era domingo cuando un festivo cualquiera hice paella.
¿Se puede escribir un artículo dejando ir la mente, sin un tema, sin un argumento preconcebido?
Es difícil, el pensamiento es verdaderamente libre, quizás por eso la Iglesia nos dice que puede pecarse también de pensamiento, es una manera de corregir lo que pensamos.
La verdad es que escribiendo me autocensuro, no solo yo lo hago, supongo, es probable que lo hagan todos los que escriben, la autocensura no deja de ser también una forma de construir el discurso, entendido como cadena de pensamientos, y es que hay pensamientos coherentes e incoherentes, buenos y malos, acertados y desacertados, por supuesto, aunque todos ellos incontrolables en venirnos a la mente. Sin autocensura probablemente cualquier artículo acabaría siendo una obra abstracta, sin duda alguno también por eso hermoso.
Leo en estos días una novela de Almudena Grandes ambientada en la posguerra civil (aunque toca la Guerra Civil y la II Guerra Mundial), nada comparable con dos novelas que sobre la materia me influyeron; la primera, de Gironella, una lectura de juventud de lo que entonces fue una trilogía: Los cipreses creen en Dios, Un millón de muertos y Ha estallado la Paz (muchos años después escribió un cuarto tomo que aconsejo encarecidamente que no se lea, por malo); y una lectura para mí mucho más tardía, la genial novela de Carmen Laforet ‘NADA’, permítaseme escribirlo así, toda la palabra en mayúsculas.
Ninguna comparación posible entre la novela de Almudena Grandes (La madre de Frankenstein) y Carmen Laforet; sin duda Almudena Grades no persigue comparación alguna, pero inevitablemente, el intento de recreación del ambiente existente en la España de los años 40-50, no pudo dejar de llevarme a NADA.
Qué inmensa tristeza y qué gran pobreza, no sólo económica, tenía la época. Uno de los personajes, una señora mayor, de ideas tradicionales dentro de cierto liberalismo, viuda de un médico y catedrático, leída y viajada, como antes se decía, advertía a su hijo que “la Dictadura convertía en mierda todo lo que tocaba”; en las primeras líneas de NADA la protagonista piensa, en una frase que queda aislada del párrafo anterior y el siguiente: “Luego me pareció toda una pesadilla”.
En la novela de Almudena hay un pasaje dedicado a los Cursillos de Cristiandad, ahí también se unían política y religión, recrea el ambiente de manipulación psicológico que se genera apelando a culpas, sentimientos básicos, con objetivos sectarios, en un ambiente sectario.
Me viene a la mente nuevamente la autocensura, mis articulillos se complican en cuanto se toca la política, cuanto más la religión.
Excusatio non petita, accusatio manifesta, no soy anticlerical, cuando me refiero a la persona del clérigo, hombre o mujer, con nombre y apellidos, a algunos los admiro, a otros no, como me ocurre con todo el mundo, pero no los prejuzgo por su condición, al fin y al cabo, me educaron en un colegio religioso y pude ver de todo, como en cualquier parte. Sí soy contrario a que se justifique la desigualdad (siempre habrá pobres entre nosotros), a que se cambie la solidaridad y la justicia social por la caridad.
Sigo divagando en mi mente, en estos días, con mucho cariño, 14 de abril por medio, me han dicho que sobran republicanos monárquicos. El subconsciente es poderoso, me ha unido religión y monarquía.
Es obvio para mí que, abstractamente, solo se puede ser republicano, por un mínimo de consideración a la igualdad que se tenga en el pensamiento. Sin embargo, en España, la izquierda fue muy pragmática con el tema en la Transición, facilitó una solución que no es coherente con la igualdad, para resolver un asunto que había dividido al país profundamente durante más de un siglo.
Solucionado el problema de la mera representación del país pragmáticamente, optándose por una monarquía despojada de cualquier otro poder, aunque la solución no sea la intelectualmente más coherente, me parece que volver a plantear esa cuestión solamente nos hace regresar al problema, porque con toda probabilidad faltaría consenso para la alternativa; para mí el problema de la monarquía, como mera forma de representación del Estado, es un problema muy menor si lo comparamos con los que nos afectan de verdad (por supuesto me refiero a solidaridad e igualdad) por eso no me merece la pena ese debate más que en el plano teórico y por eso imagino somos muchos los republicanos monárquicos.
Voy concluyendo estas líneas, autocensuradas en parte, lo reconozco, pero escritas en un serio intento de que mi propia censura me dejase divagar y tocar cualquier tema, con respeto hacia quien no piense como yo, realmente ese respeto mutuo sí que me reconforta.
Casi siempre, subrayo el casi, todo el mundo tiene un trocito de razón, pero matizo esa frase tan popular advirtiendo que, cuanto más al extremo se lleva el pensamiento, menos trozo de razón se suele tener, algunos se quedan con un trocito ridículamente pequeño, tienden a NADA.
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