“Otros signos de poder sin embargo reflejan vicios ocultos que simplemente afectan a la igualdad, son maneras casi ocultas de perpetuar situaciones en las que unos quedan sometidos al poder de otros”
OPINIÓN. Charlas con nadie
Por Manuel Camas. Abogado
29/06/21. Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el catedrático Juan José Ruiz-Rico: “Entre los trabajos que invitaba a realizar a sus jóvenes estudiantes de primero estaba reconocer algunas de esas estructuras en la vida cotidiana. Así acabamos diagnosticando que el sillón que ocupaba...
...el padre, en la mejor línea visual respecto del televisor, era reflejo de una estructura de poder dentro de la familia, donde la madre ocupaba un lugar secundario, lo que también ocurría en la mesa a la hora de almorzar y entre hermanos, según edades, sexo, etc.”.
Estructuras de poder
En la licenciatura de Derecho, en el año 1982, había una asignatura que se denominaba Derecho Político, se impartía en primero y en segundo. En primero realmente se estudiaba sociología, en segundo Derecho Constitucional.
El catedrático que impartía la asignatura era Juan José Ruiz-Rico, luego marchó a la Universidad de Granada y fue designado magistrado del Tribunal Superior de Justicia, donde estuvo hasta su prematuro fallecimiento en 1993. En Granada y Málaga hizo escuela, de la que es gran ejemplo María Luisa Balaguer Callejón, catedrática y hoy magistrada del Tribunal Constitucional.
Juan José Ruiz-Rico era un profesor muy brillante, de los capaces de enfrentar a los alumnos a cuestiones que abren la mente.
Uno de los temas que trataba eran las estructuras de poder dentro de la sociedad y los signos, casi siempre sutiles, que las señalan y ayudan a mantener esas situaciones de ejercicio de poder.
Entre los trabajos que invitaba a realizar a sus jóvenes estudiantes de primero estaba reconocer algunas de esas estructuras en la vida cotidiana. Así acabamos diagnosticando que el sillón que ocupaba el padre, en la mejor línea visual respecto del televisor, era reflejo de una estructura de poder dentro de la familia, donde la madre ocupaba un lugar secundario, lo que también ocurría en la mesa a la hora de almorzar y entre hermanos, según edades, sexo, etc.
El que te enseñen a ver sutilezas, esas o cualesquiera otras, la madurez intelectual que proporcionan a los alumnos, son de los aspectos maravillosos de la Universidad que va más allá de los conocimientos científicos que te ayudarán luego a enfrentarte a una carrera profesional o el camino que cada cual elija o se le permita.
Animo a estar pendientes de las señales que reflejan estructuras de poder, esas estructuras a veces son buenas y dan solidez a nuestras sociedades, la presidencia del Congreso, la alcaldía de una ciudad, la dirección de una vista por un juez o una jueza.
En la administración de justicia a mi juicio son muy importantes, la posición en la sala, los estrados que colocan a jueces, fiscales y abogados unos centímetros más elevados al resto de los presentes, el lenguaje absolutamente formal, la educación exquisita con las que unos y otros deben tratarse, representan el ejercicio de un poder esencial del Estado, el judicial. La demostración formal de ese poder es necesaria porque la Justicia no deja de enfrentar situaciones de por sí muy violentas, en las que se decide sobre la libertad o el patrimonio de las personas.
Otros signos de poder sin embargo reflejan vicios ocultos que simplemente afectan a la igualdad, son maneras casi ocultas de perpetuar situaciones en las que unos quedan sometidos al poder de otros, son frecuentísimas en materia de género, el lenguaje crea una estructura de poder en la que prevalece el hombre sobre la mujer, por ejemplo. También aparecen en discriminaciones por raza, edad, etc.
Esas estructuras sí debemos localizarlas y colaborar a romperlas.
Juan José Ruiz Rico dedicó una parte de sus esfuerzos a ello, publicó en 1991 un libro titulado El sexo de sus Señorías. Sexualidad y Tribunales de Justicia en España, en el que analizando resoluciones judiciales iba poniendo negro sobre blanco unas estructuras del poder machista y homófobo de una España que se alejaba de la transición sin acabar de romper muchas estructuras mentales que hacían que se mantuviesen ejercicios de poder contrarios a la igualdad.
Tengo dos encuentros con él igualmente imborrables para mí. Uno fue durante su presidencia del Ateneo de Málaga, invitó a un abogado creo que de Madrid, a exponer un asunto que no recuerdo, pero que debió ser muy sonado en la época y que le supuso un gran éxito profesional; lo comentó en clase e invitó a los alumnos que quisiesen acudir a la tertulia que se celebraría con el letrado en la sede del Ateneo, entonces un pequeño piso en la plaza del Obispo. Solo recuerdo viejos sillones, en una especie de sala para estar, mucho humo, entonces se fumaba con toda impunidad en espacios cerrados, y muy pocas personas charlando sobre el asunto con el abogado que lo había defendido.
Lo que sí me quedan vivas son las sensaciones, la de estar con personas sabias, meticulosas, que usaban el derecho como herramientas para resolver injusticias.
Hoy la Cátedra Roca Junyent de la Universidad de Málaga es de alguna forma heredera de aquel magisterio y tiene como objetivo llevar abogados y abogadas a charlar con los alumnos sobre casos reales.
Como jovencillo osado que era, cuando se conoció la decisión de Ruiz-Rico de ocupar la cátedra en la Universidad de Granada y dejar la Facultad de Derecho de Málaga, le pedí hablar con él con la intención de disuadirlo y que no se fuese de Málaga; me invitó a un café en la cafetería Puerto Rico, que aun existía en la plaza de la Marina. Fue deferente, un maestro que escucha a un alumno, fue amable y atento, incluso estuvo dispuesto a explicarme algunas de sus razones para irse a Granada; Juan José Ruiz-Rico, no solo era jurista, también era escritor y poeta, necesitaba la intensidad de la vida cultural de Granada y no la encontraba en aquella Málaga de principios de los años ochenta.
La universidad deja indudablemente huellas en las personas, a cada uno la suya, y he rememorado algunas de las que tengo presentes en el recuerdo.
Probablemente los que me han traído estos recuerdos hayan sido los comentarios sobre los recientes exámenes de lo que aún denomino selectividad, pero que ahora se llaman Pruebas de Evaluación Bachillerato para el Acceso a la Universidad, y sobre lo que no hay acuerdo ni tan siquiera respecto de su acrónimo, PEVAU o PEBAU.
Cuando hablamos de la Málaga actual, de la Málaga de los museos, de la Málaga turística junto a la Costa del Sol, de la mundialmente famosa Marbella, Torremolinos, Fuengirola, Mijas, creo que no le damos suficiente importancia a algunos hechos transcendentes que han sido a mi juicio los verdaderos motores del cambio reciente de nuestra ciudad.
El más importante, sin ningún género de dudas, es el apoyo de los gobiernos andaluces al crecimiento de su universidad que, aunque se fundó en 1972, no es hasta los años ochenta cuando realmente se desarrolla y se convierte en la realidad que hoy es. Imposible imaginar la Málaga de hoy sin su potente universidad, sin sus decenas de miles de alumnos, sin su profesorado aportando ideas, enseñanza, investigación, cultura.
Otra parte trascendente del avance de la ciudad ha sido dotarla de infraestructuras de transporte: el crecimiento de su aeropuerto, el AVE, las autovías y circunvalaciones, la estación de cruceros.
La tercera, sin la que nunca hubiera sido posible la Málaga de los museos, convertir la ciudad en espacio cultural, es Picasso. Fue el Museo Picasso el que encendió una pequeña luz, en el mapa de lugares de referencia cultural en el mundo, con el nombre de Málaga. Sin esa infraestructura pública por la que apostó el Gobierno de Andalucía y Christine y Bernard Ruiz-Picasso, Málaga tampoco sería la que es.
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