“Si frente a la Gran Recesión hubo que resistir y recuperarse, descubrí unanimidad en la idea de que frente a la Pandemia las ‘erres’ ya son tres: resistir, recuperarse, reinventarse

OPINIÓN. Charlas con nadie

Por Manuel Camas
. Abogado

13/07/21.
Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los cambos que trae consigo la pandemia: “Vivimos tres transiciones claramente identificables: la tecnológica (con un aspecto predominante ahora mismo basado en lo digital, pero que no debemos olvidar que incluye la genética, la inteligencia artificial,...

...la física cuántica, etc.); la verde o ecológica, la misión universal de lucha contra el cambio climático; y la denominada de la inclusión, la necesidad de no dejar a una parte enorme de la población detrás”.

Resistir, recuperarse, reinventarse (de Londres a Soria)

En una intensa semana he pasado de un Curso de Verano de la Universidad de Málaga, en Marbella, sobre Posbrexit: cómo nos afecta, a asistir dentro de ‘Los encuentros de Soria’, al dedicado a los Diálogos para el día después.


Separarse de lo cotidiano para introducirse en el análisis y la reflexión es, sin ningún género de dudas, un lujo, más aún si se hace de la mano de dos universidades, la de Málaga y la Politécnica de Madrid.

De esos cinco días de escuchar intervenciones siempre interesantes he extraído conclusiones. He percibido un enorme consenso acerca de que la Pandemia, que ha seguido tan de cerca a la Gran Recesión, ha cerrado definitivamente el Siglo XX y nos introduce decididamente en un tiempo nuevo, de lleno ya en el Siglo XXI.

Subyace una conciencia colectiva de que entramos en una fase de la Historia no cartografiada, podemos esperar cambios realmente profundos en todos los ámbitos, tan grandes que en muy buena medida se antojan imprevisibles.

Si frente a la Gran Recesión hubo que resistir y recuperarse, descubrí unanimidad en la idea de que frente a la Pandemia las ‘erres’ ya son tres: resistir, recuperarse, reinventarse.

Ninguna de ellas es sencilla, pero desde luego la más compleja es la reinvención, volver a inventarse, según la Real Academia Española (no la madrileña): Hallar o descubrir algo nuevo o no conocido que, aplicado a uno mismo, debe añadirse, sin perder la esencia, porque si se pierde sería dejar de existir.

Según Manuel Pimentel escribía hace más de una década en Cinco Días: “Las crisis nos facilitan a cruzar el umbral del riesgo y a vencer -quizás porque no tengamos otra alternativa- el freno del miedo”.

No creo que tras la Pandemia sea el miedo el que manda, ni algo peor que el miedo, la angustia, sino la conciencia de necesidad.

Ya en octubre de 2018, en estas mismas páginas ( Revista EL OBSERVADOR - Angustia ), intentándome explicar los populismos, mencionaba la obra de Jean Delumeau El Miedo en Occidente, llamaba la atención sobre la distinción entre miedo y angustia, “el miedo tiene un objeto determinado al que se puede hacer frente. La angustia no lo tiene, y se vive como una espera dolorosa ante un peligro tanto más temible cuanto que no está claramente identificado: es un sentimiento global de inseguridad. Por eso es más difícil de soportar que el miedo”.

La Pandemia paradójicamente ha acabado con la angustia, incluso con el miedo, probablemente porque ha concluido la espera dolorosa, ha hecho ver parte de los peligros.

Aunque vivimos momentos de cambios acelerados y rotundos, tecnológicos, científicos, sociales, culturales, en la comunicación, en los negocios, en el trabajo, la Pandemia de alguna forma nos ha hecho identificarlos, mirarlos a la cara, que dejen de angustiarnos, que no nos den miedo.

Mala noticia para los populismos que viven y se sostienen de convertir la angustia en miedo por la sencilla vía de las explicaciones simples. Creo que la Pandemia y su superación, la claridad con al que se ha instalado en nuestra conciencia colectiva la necesidad de reinventarse, le come el terreno a los populismos y a sus simplezas.

Cosa distinta es que los cambios, si no los gestionamos adecuadamente, conduzcan a una parte de la población a la desesperanza o la desesperación, contra eso debemos luchar.

Pero ahora lo que predomina de forma indiscutible es la conciencia de la necesidad de transformación mediante la reinvención, una reinvención que, sin hacernos perder nuestra esencia, sea sin embargo capaz de ponernos en línea con los cambios profundos que ya se están produciendo y con los que se avecinan a gran velocidad.

A nivel consciente e inconsciente nos hemos alineado con ese gran impulso de cambio y cada uno, también la sociedad en su conjunto, se prepara para que la ola lo lleve hacia adelante lo más lejos posible, nos toca hacer surf.

Vivimos tres transiciones claramente identificables: la tecnológica (con un aspecto predominante ahora mismo basado en lo digital, pero que no debemos olvidar que incluye la genética, la inteligencia artificial, la física cuántica, etc.); la verde o ecológica, la misión universal de lucha contra el cambio climático; y la denominada de la inclusión, la necesidad de no dejar a una parte enorme de la población detrás.

Hace unos días, en una deliciosa colaboración de Berna González Harbour (El País, 1 de julio de 2021, titulada Alerta: captada señal de cataclismo en nuestro tiempo, la periodista se preguntaba: ¿Qué acontecimiento de los que hoy llenan los informativos y periódicos podría ser noticia, no ya en cientos de millones de años, sino, digamos, en décadas?

Son tiempos de reinventarse y malamente sobreviremos a los cambios ensimismados en problemas fuera del sentido de los tiempos.

No obstante, en el momento actual se genera la paradoja de que es difícil compartir un mismo espacio público entendido como espacio compartido, el modo en el que ahora se produce la comunicación aumenta la dificultad de confluencia en ese espacio común, porque al aspecto subjetivo (quiénes) y al objetivo (qué) ahora de añade la dificultad de la coincidencia temporal (cuándo), es difícil hablar de lo mismo, la mayoría y al mismo tiempo: compartir.

Me facilitó visualizarlo el ejemplo banal de cómo veíamos las series de televisión hace décadas y cómo se ven ahora, no coincidimos la mayoría, ni en las mismas series, ni tampoco las vemos a la vez, en el mismo momento, lo que hace más complejo el diálogo.

En cualquier caso, en ese viaje de Londres a Soria de curso en curso, también pude darme cuenta del enorme error que supuso la decisión del Brexit, inmensamente perjudicial para los Británicos, malo para toda Europa, esperemos que las nuevas generaciones, los erasmus, sepan gestionarlo y recuperar una confianza ahora tan dañada, tan contraria al sentido de los tiempos.

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