“La Justicia tiene que ser feminista, porque la alternativa significa una Justicia que no lucha por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres”
OPINIÓN. Charlas con nadie
Por Manuel Camas. Abogado25/01/22. Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la respuesta del decano del Colegio de Abogados de Madrid a la ministra Irene Montero: “Siguiendo con lo que fue la polémica, como bien vino a decir la ministra, feminismo no es lo contrario de machismo, no es el otro extremo, como defendió el decano,...
...el feminismo no es una forma de sexismo caracterizada por la prevalencia de la mujer, como viene a defenderse desde posiciones machistas para desprestigiarlo”.
Simplemente machismo
La ministra Irene Montero defendió, en unos desayunos en el Colegio de Abogados de Madrid, que era necesaria una justicia feminista. Fue contestada por el decano de ese Colegio, con poca sensibilidad y escaso conocimiento de la cuestión que trataba. Estoy seguro de que el decano no se perdonará haberlo hecho, viendo la repercusión que ha tenido, pero lo cierto es que respondió a la ministra diciéndole:
<No estoy de acuerdo contigo en que tengamos que tener una justicia feminista. Como no estoy de acuerdo en que tengamos que tener una justicia machista. Tenemos que tener una justicia independiente> (elDiario.es, 20 de enero de 2022).
Equiparaba así machismo y feminismo como si de dos extremos de un mismo problema se tratase.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, que no parece que pueda ser tachado de documento con sesgo político o ideológico, al menos en estos niveles de conversación, se define el machismo como sigue:
<De macho e -ismo.
1. m. Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres.
2. m. Forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón.>
El sexismo es, según nos dice también la propia Real Academia Española, la <Discriminación de las personas por razón de sexo>.
Del machismo podemos afirmar pues que es una conducta discriminatoria de la mujer frente al varón, una actitud por tanto contraria a nuestra Constitución que, en su art. 14, establece el derecho fundamental a la igualdad y proscribe <discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.>
En consecuencia, contra el machismo debemos ser beligerantes y no admitirlo en modo alguno. No es sencillo, porque está inmerso en nuestra sociedad, ha sido durante la Historia de la Humanidad la forma de comportamiento comúnmente aceptada, presente en nuestra cultura, costumbres, instituciones, profesiones, religión, economía, etc., es por ello muy difícil su erradicación, a veces ni tan siquiera apreciamos con claridad conductas que son discriminatorias de la mujer.
El pecado del decano en su intervención representa el pecado de la sociedad en su conjunto, impregnada de machismo, por eso es tan importante, por ejemplo, cuidar que el lenguaje nos recuerde que debemos romper esa cultura discriminatoria de la mujer en la que estamos inmersos y de la que cuesta tanto deshacerse porque como decíamos, a veces lo somos aun no queriéndolo. Es verdad que poco a poco nos vamos corrigiendo, como sociedad e individualmente, por eso chirría tanto ese discurso de respuesta a Irene Montero.
Siguiendo con lo que fue la polémica, como bien vino a decir la ministra, feminismo no es lo contrario de machismo, no es el otro extremo, como defendió el decano, el feminismo no es una forma de sexismo caracterizada por la prevalencia de la mujer, como viene a defenderse desde posiciones machistas para desprestigiarlo.
Según nuevamente el Diccionario de la Real Academia Española, el feminismo es el movimiento que lucha por la realización efectiva, en todos los órdenes, de la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre.
Lo dicho por la ministra en su respuesta al decano es absolutamente correcto, como lo es su deseo de que nuestra Justicia sea feminista. Efectivamente, la Justicia tiene que ser feminista, porque la alternativa significa una justicia que no lucha por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres; siguiendo al Diccionario, equiparar a todos los ciudadanos en derechos y obligaciones es igualdad, y eso exige también conciencia acerca de la existencia de la desigualdad de partida entre mujeres y hombres, ya nuestro anciano Código Civil nos dice que en la interpretación de las normas debe intervenir la realidad del momento en que deben ser aplicadas.
Machista desgraciadamente lo es nuestra sociedad, aunque lentamente mejoramos. Hay sin embargo algunos machistas acérrimos entre hombres y mujeres, capaces de negar la desigualdad existente, como pueden hacerlo los antivacunas respecto de la seguridad y eficacia de las vacunas, pese a que las Unidades de Cuidados Intensivos de los hospitales están ocupadas en su mayoría por personas no vacunadas; negar la evidencia es lamentablemente, al parecer, parte de la naturaleza humana y habitualmente la excusa para crear problemas, injusticias y acabar haciendo o diciendo barbaridades.
Las discriminaciones en general, además de ser injustas, hacen más complejo el desenvolverse en la sociedad y dificulta inevitablemente el progreso personal, también generan en un grado u otro, sensaciones muy desagradables para el ser humano, pueden ocasionar angustia, ansiedad, soledad, miedo, desde luego inseguridad.
La sutileza de la discriminación de la mujer, el estar escondida detrás de lo que -siempre ha sido así, en muchas ocasiones la hace invisible. Esa desigualdad se oculta en nuestras costumbres y nuestra cultura, se resiste a desaparecer.
Para que las circunstancias cambien, para luchar en contra de cualquier forma de discriminación hay que intentar hacerlas cuanto más visibles mejor. Es importante tener sensibilidad respecto del trato desigualdad, nunca justificarlo, no despreciar la lucha por eliminarlo. En este caso hay que estar del todo con la Ministra de Igualdad, tenemos que ser feministas si queremos tener justicia.
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