“El precedente histórico similar al actual no es la Crisis del Petróleo de principios de los años 70, sino el frenazo a una primera ola globalizadora que se produce hacia el año 1914”

OPINIÓN. Charlas con Nadie

Por Manuel Camas
. Abogado

05/04/22.
Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las crisis y su impacto en la globalización: “Las tres crisis sucesivas, la financiera de 2008, la provocada por la pandemia y la que desencadena la Guerra en Ucrania, debilitan la confianza, generan percepción de vulnerabilidad y ponen en cuestión las estrategias...

...empresariales que tienen ahora un denominador común, la reducción de la dependencia de vínculos internacionales ralentizando, frenando o incluso haciendo retroceder la dinámica de la globalización”.

1914

La prensa del fin de semana está llena de referencias a 1914, como momento histórico equiparable al actual en lo relativo a la economía.


De todos es conocido que en 1914 comenzó la Primera Guerra Mundial, tras el atentado en Sarajevo al archiduque Francisco Fernando, heredero al trono Austro-Húngaro.

España se mantenía neutral en esa guerra, forzada por Francia y sumada a una fuerte fractura social y política. Según escribe Cristina Crespo Garay en National Geographic Historia, los franceses, aliados naturales rechazan el apoyo porque España podía ser un lastre en esos momentos.

Durante los 100 años previos al conflicto, España había sufrido una invasión, varios pronunciamientos militares, un cambio de dinastía, el asesinato de un primer ministro y una corta experiencia republicana. La pérdida de las últimas posesiones de ultramar en 1898, con la emancipación de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, fue la gota que colmó el vaso.


La referencia a esos años del primer cuarto del siglo anterior la provoca un artículo de Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, publicado en The New York Times (traducido para El País del pasado 2 de abril) la columna se titula ¿Acabará Putin con la economía mundial? Los beneficios de la globalización siempre corren peligro por los caprichos de los dictadores.

La tesis que mantiene el artículo es que el precedente histórico similar al actual no es la Crisis del Petróleo de principios de los años 70, sino el frenazo a una primera ola globalizadora que se produce hacia el año 1914.

En vísperas de la Primera Guerra Mundial un habitante de Londres podía encargar con facilidad “los diversos productos de toda la tierra, en la cantidad que considerara oportuna, y esperar razonablemente su pronta entrega en la puerta de su casa”, destaca Krugman de la obra de John Maynard Keynes “Las consecuencias económicas de la paz” (1919).

Keynes se lamentaba de lo que él consideraba, acertadamente, el fin de una época, “un episodio extraordinario en el progreso económico del hombre”. Pero aquello no iba a durar, por mor de “los proyectos y las políticas de militarismo e imperialismo, de rivalidad racial y cultural”.


Nos suena.

Krugman concluye que estamos a punto de ser testigos de una segunda desglobalización si unimos a la guerra en Ucrania los problemas en el control de la COVID en China.

La prensa de este fin de semana está llena de artículos de pensadores que desde la economía intentan desentrañar el futuro que nos espera.

Son llamativas las coincidencias en los análisis entre Emilio Ontiveros y Paul Krugman.

Emilio Ontiveros publica el 3 de abril en El País, Negocios: Respuestas empresariales a la inseguridad. Concluye que “las empresas se enfrentan a un mundo distinto, un entorno menos cómplice del crecimiento y más demandante de una más sofisticada planificación de escenarios y, desde luego, de la gestión de riesgos”.


Las tres crisis sucesivas, la financiera de 2008, la provocada por la pandemia y la que desencadena la Guerra en Ucrania, debilitan la confianza, generan percepción de vulnerabilidad y ponen en cuestión las estrategias empresariales que tienen ahora un denominador común, la reducción de la dependencia de vínculos internacionales ralentizando, frenando o incluso haciendo retroceder la dinámica de la globalización.

Larry Fink (BlackRock): “La invasión rusa de Ucrania pone fin a la globalización”. El presidente de la mayor gestora de fondos de inversión del mundo alerta de que “la reorientación de las cadenas de suministro será intrínsecamente inflacionaria” (Ignacio Fariza en El País del pasado 24 de marzo).

Es fácil darse cuenta de que dejar de adquirir petróleo a Rusia o productos manufacturados en China, generará un aumento de costes para las empresas, pero la inseguridad, inicialmente ya provocada en la pandemia (recordemos lo qué se decía ante la falta de mascarillas o respiradores) nos conduce aceleradamente a ese escenario.

Las decisiones empresariales son secundadas por la geopolítica, unas y otras se apoyan, se sumará el impresionante aumento en gastos militares que asumirá Europa de manera inevitable, unido a los gastos e inversiones necesarios para afrontar un imprescindible cambio de modelo energético que evite nuestra dependencia de los baratos recursos rusos.

Esperemos que tantas desventajas sean contrarrestadas por los beneficios que genere el fortalecimiento de la Unión Europea, siempre necesitado de crisis como catalizador. Desde luego ahora nos sobran aceleradores que fomenten las reacciones a favor de la Unión.

El tercer artículo, en esta misma línea económico que destaco es el de Joaquín Estefanía, El compromiso histórico español”. Ningún partido cuenta por sí solo con respuestas y fuerzas suficientes para salir de esta crisis (El País, Ideas, 3 de abril).

Sostiene el autor que los dos principios clave que comprendieron los pactos de la Moncloa siguen vigentes en esta coyuntura: “exigir de cada grupo social la asunción de sus responsabilidades frente a la crisis, y que ninguna ideología o partido político cuenta con respuestas y fuerzas suficientes para imponerse al resto de la sociedad y superar las dificultades”.

Pero si esto es lo que ocurre en el “primer mundo económico”, cuáles pueden ser las consecuencias para los países que estaban saliendo de la pobreza o ni tan siquiera eso, qué va a ocurrir en este nuevo escenario global con África: menos ayudas, menos inversiones externas, más problemas de sequía y fenómenos asociados al cambio climático, etc.

Para Gran Bretaña, la primera crisis de la globalización a principios del siglo pasado no tuvo consecuencias negativas, se ordenó y reorganizó, probablemente redujo su potencial de crecimiento, pero siguió creciendo. Eso puede pasar también ahora en Europa si hacemos los deberes.

Pero no nos olvidemos de África. La semana próxima el presidente del Gobierno en Marruecos.

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