“A su juicio (de Habermas) será Putin quien decida cuándo Occidente se extralimita en la ayuda militar a Ucrania, por tanto la entrada occidental en la guerra”
OPINIÓN. Charlas con Nadie
Por Manuel Camas. Abogado
10/05/22. Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la visión del filósofo Habermas sobre la invasión de Ucrania: “Defiende Habermas que Europa está en el peligroso brete de elegir entre dos males —la derrota de Ucrania o la conversión de un conflicto limitado en una tercera guerra mundial— porque a su juicio Occidente,...
...con su decisión moralmente bien fundamentada de no ser parte de la guerra, se ha atado las manos”.
El filósofo
En el verano de 2019, durante el mes de agosto, algunos días me iba en bicicleta desde El Palo, Málaga, a Torre de Benagalbón, solamente catorce kilómetros que se recorren prácticamente íntegros por carriles de tierra junto al mar. Allí llegaba relativamente pronto en la mañana y esperaba, refugiado en un merendero, a que llegase el resto de la familia y amigos, pasábamos el día en la playa y almorzábamos por la zona.
Como llegaba bastante antes y además desde hace años intento protegerme del sol durante las horas donde más aprieta, prácticamente no salía del merendero, donde me dedicaba a leer en esos días un libro de Habermas sobre la Constitución de Europa.
Si se quiere imaginar una Europa política más sólida, si se quiere soñar con la construcción europea, hay obligatoriamente que leer a Habermas, que ha dedicado mucha inteligencia, mucha capacidad y esfuerzo a ese asunto.
En torno a esa lectura tengo un par de anécdotas, la primera es que el camarero que nos atendía, cuando ya tuvo algo de confianza me dijo: no parece una lectura muy apropiada para el verano y la playa, entonces me comentó que él era licenciado en filosofía, no fui capaz de contenerme y le pregunté que cómo estaba allí con una carrera tan importante y bonita, hizo una mueca, le dije que era una carrera que servía para todo, que la persona que dirige mi despacho es precisamente licenciada en filosofía, que a mis hijos en alguna ocasión les comenté, medio en broma medio en serio, que había que estudiar derecho, filosofía, matemáticas o medicina, y después cualquier otra cosa que se quisiese. El camarero añadió pocos comentarios, creía que esa lectura era densa para el lugar y el momento, siguió siendo en los siguientes días aún más amable si cabe y en veranos posteriores allí lo he seguido viendo.
La segunda anécdota del libro es que me llevó a otro del mismo Habermas, que no resultó fácil de obtener, en Proteo encontré un único ejemplar, uno de mis hijos me pidió que se lo dejase y en algún vuelo se quedó en el avión. Cuánto merman los libros que uno atesora con los préstamos, al final una parte considerable se olvida en otra biblioteca y se les echa de menos, a veces porque aún no se habían leído, otras muchas precisamente porque se habían leído ya.
Todo esto viene a cuento de que Habermas, el gran filósofo de la Escuela de Frankfurt, a punto de cumplir 93 años, ha publicado en Süddeutsche Zeitung, traducido para El País, que lo ha incluido como primera noticia de su cabecera durante el sábado siete de mayo, un artículo titulado <Hasta dónde apoyamos a Ucrania>.
El filósofo y sociólogo, al que el periódico se refiere como <tal vez, el mayor intelectual europeo vivo. Filósofo y autor de la ‘Teoría de la acción comunicativa’, defiende un “patriotismo constitucional” aplicable a escala europea.>, deja una enorme sombra de preocupación en las ideas que nos regala en ese artículo.
El <arbitrio de Rusia> domina parte del mensaje. Defiende una lógica toma de partido contra Putin y contra el Gobierno ruso que han conculcado la legislación y el derecho internacional humanitario. Reconoce errores de apreciación política y toma de decisiones equivocadas de anteriores gobiernos alemanes, pero defiende la postura reflexiva y cauta del Gobierno federal actual.
Se hace eco de las palabras del canciller Scholz: <Nos enfrentamos al terrible sufrimiento que Rusia está infligiendo a Ucrania con todos los medios a nuestro alcance, sin crear una escalada incontrolable que cause un dolor inconmensurable en todo el continente, y quizá incluso en todo el mundo>.
Defiende Habermas que Europa está en el peligroso brete de elegir entre dos males —la derrota de Ucrania o la conversión de un conflicto limitado en una tercera guerra mundial— porque a su juicio Occidente, con su decisión moralmente bien fundamentada de no ser parte de la guerra, se ha atado las manos.
Parte de la idea de que la Guerra Fría nos ha enseñado que una guerra contra una potencia nuclear no puede ser ganada en ningún sentido razonable, al menos no con la fuerza militar en el plazo limitado de un conflicto caliente. Sin embargo, la existencia actual de armas atómicas tácticas hace que vuelva a ser posible la guerra entre potencias nucleares.
A su juicio será Putin quien decida cuándo Occidente se extralimita en la ayuda militar a Ucrania, por tanto la entrada occidental en la guerra, y por ello insiste y concluye en que Europa debe tener una cautelosa formulación del objetivo según el cual Ucrania no debe perder la guerra.
El artículo completo no tiene desperdicio, muy especial es la parte en la que se refiere a la mentalidad posheroica:
<De la guerra solo se puede aprender a hacer la paz”, afirma Alexander Kluge. Esta manera de ver no se traduce necesariamente en un pacifismo por principio, es decir, la paz a cualquier precio. El propósito de acabar lo antes posible con la destrucción, el sufrimiento humano y la descivilización no equivale a exigir sacrificar una existencia políticamente libre a la mera supervivencia. A primera vista se diría que el escepticismo frente al empleo de la fuerza militar encuentra su límite en el precio de una vida asfixiada por el autoritarismo, una existencia de la que habría desaparecido incluso la conciencia de la contradicción entre la normalidad impuesta y la vida autodeterminada>.
Acabo con un atrevimiento, al fin y al cabo, charlo con Nadie, siempre que he leído a Habermas me he quedado con la boca abierta, con la sensación de que describe con una precisión científica las dificultades del camino, pero a la vez me deja la desazón de que no termina de ofrecer soluciones.
Las dificultades del camino que describe Habermas dan miedo, pero preferimos el miedo a la ansiedad, deseamos conocer al enemigo antes que enfrentarnos a temores indefinidos, lo malo es que, en la comodidad mental que nos genera cambiar ansiedad por miedo, solemos simplificar en exceso.
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