“Lo gracioso del tema es que solemos defender esa opinión improvisada con el mayor ardor apenas alguien la enfrenta a otra idea que la contradice o matiza, la mayoría de las ocasiones también de forma improvisada”

OPINIÓN. Charlas con Nadie

Por Manuel Camas
. Abogado

14/06/22.
Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las opiniones: “Si tenemos opinión sobre todo y en general nuestra naturaleza humana, la sociedad y nuestra cultura nos exigen tenerla sobre cualquier cosa, es imposible que sea la mayor parte de las veces una opinión solvente, suelen ser por lo normal simplemente...

...intuitivas, improvisadas, poco meditadas, en absoluto contrastadas, pocas veces son el producto de una serena reflexión de un análisis”.

Confirmación

Todos creamos nuestras propias teorías, nuestras explicaciones para casi cualquier cosa, sin excepciones tenemos opinión, algunos incluso las difunden, difundimos.


Si tenemos opinión sobre todo y en general nuestra naturaleza humana, la sociedad y nuestra cultura nos exigen tenerla sobre cualquier cosa, es imposible que sea la mayor parte de las veces una opinión solvente, suelen ser por lo normal simplemente intuitivas, improvisadas, poco meditadas, en absoluto contrastadas, pocas veces son el producto de una serena reflexión de un análisis, de un estudio.

Estos para mí siempre han sido argumentos a favor de la democracia representativa, a favor de los órganos intermedios, de las estructuras, frente al poder directo generado entre electores y líder, sin intermediación de la representación que matiza y reparte el poder.

No quiero tener la responsabilidad de decidir sobre cuestiones sobre las que no tengo información suficiente, ni formación, ni capacidad de reflexionar o tiempo para ocuparme, prefiero que hagan ese trabajo personas elegidas con mi voto, sobre la base de la afinidad ideológica, por eso creo en los  parlamentos y plenos municipales, prefiero que sean ellos lo que tomen esas decisiones representándome y que, cada cierto tiempo, pueda expresar con mi voto mi conformidad o no en cómo lo han hecho.

En una fantasía de ciencia ficción podríamos imaginar que los ciudadanos, la tecnología lo permitiría, tuviésemos que levantarnos cada mañana y responder un referéndum, encuesta, sobre qué queremos, si el hospital aquí o allí, si se levanta el rascacielos o no, por dónde va una carretera, como repartimos los fondos sociales, cómo controlamos la inflación, si modificamos la organización judicial, los límites de velocidad o alcoholemia, etc.


Sobre casi todo eso tenemos opinión, pero en muchos casos intuitiva y muy malamente formada.

Lo gracioso del tema es que solemos defender esa opinión improvisada con el mayor ardor apenas alguien la enfrenta a otra idea que la contradice o matiza, la mayoría de las ocasiones también de forma improvisada.

Entonces echamos mano de todo tipo de argumentos, incluso de simples recuerdos; por ejemplo, si hablamos de cambio climático es frecuente que comentemos que una vez cuando éramos niños fuimos a la playa en enero, y de eso hace cincuenta años, de ahí concluir que todo sigue igual, que son normales las olas de calor, que siempre ha sido así. El aumento de las temperaturas medias del planeta, la del aire, la del agua, el efecto invernadero, el deterioro de la capa de ozono, la extinción de especies o sus cambios de hábitos, la desaparición de los glaciares, las evidencias científicas son puestas en duda frente al recuerdo de un episodio lejano que reafirma la tesis de que no existe el cambio climático.

Se trata de lo que llaman sesgo de confirmación, la tendencia de la mente a buscar información que respalde los puntos de vista que ya se tienen, de manera que apoyen nuestras creencias, expectativas o hipótesis preexistentes.

Según explican en la Escuela de Negocios de la Universidad de Texas en Austin, las personas fácilmente aceptan nueva información que sea compatible con sus creencias, pero son escépticas ante la información que contradice sus ideas preconcebidas, lo que puede llevarnos fácilmente a conclusiones inexactas. Es esencial reconocer nuestra vulnerabilidad al sesgo de confirmación y protegernos activamente contra él estando abiertos a considerar hechos, opiniones, razonamientos, información, noticias que nos contradigan en nuestras teorías.

Por qué defendemos sin más nuestras creencias desconsiderando los datos que las contradicen, evitando de esta forma poder salir de nuestros propios engaños o errores; si buscamos explicaciones a ese interrogante en parte podemos encontrarlas en que comportarnos así resulta menos exigente, por ello menos cansado, nos supone menos esfuerzos, simplificamos la tarea, le quitamos complejidad, aceptamos los atajos.

Los ejemplos sobre errores o consecuencias de actuar bajo el sesgo de confirmación son muy abundantes en todos los ámbitos: militares (Pearl Harbour), policiales y judiciales (el ser de otra raza, ser pobre, carecer de educación), también se dan en las finanzas, la bolsa, política, etc.

En el aspecto personal, cualquier defecto o cualidad la reafirmamos viendo solo lo que la confirma e ignorando lo que la niega. Suele ponerse como ejemplo a las personas que creen que son aburridas, un bostezo o un cambio de tema de conversación en una reunión para ellas inequívocamente supondrá la constatación de lo aburridas que son. Para el que piensa que es ameno o divertido esos mismos gestos pasarán inadvertidos.

En el fondo se trata de la limitada capacidad humana de procesar mucha información, finalmente seleccionamos solo la que nos interesa, no jugamos al ajedrez como la máquina, que prueba en su memoria, con su procesador, cada una de las jugadas posibles, nosotros seleccionamos por probabilidad, elegimos intuitivamente solo algunas, preferimos lo que nos gusta porque nos reconforta, elegimos así.


La capacidad de procesar información que nos aporta la tecnología irá limitando este tipo de errores.

Por volver a lo cotidiano, el domingo, en los diarios del Grupo Joly, Málaga Hoy, aparece una Tribuna de Francisco J Ferraro; <Complicado panorama económico mundial>, destaca la coincidencia de problemas económicos simultáneamente en Estados Unidos, Europa y China.

<La acumulación de problemas en las principales áreas económicas del mundo, la posibilidad de que se agrave la guerra de Ucrania, que la Fed o el BCE se vean obligados a intensificar el aumento de los tipos de interés, y que China entre en recesión no son descartables. Además, estos riesgos se retroalimentan, por lo que muchos analistas apuntan a una recesión global probable a finales de año, y algunos incluso a una estanflación, un escenario para el que la política económica no tiene fáciles remedios.

A pesar de ello, las previsiones oficiales para el conjunto del año siguen siendo positivas…
la inflación se convierte en la variable clave del devenir económico. El objetivo de los bancos centrales es conseguir un descenso continuado de la inflación sin que se precipite la caída de la demanda, pero difícilmente lo conseguirán sin la colaboración de los agentes económicos atemperando salarios, beneficios y precios.>


El ahorro generado durante el confinamiento, la necesidad psicológica de salir, de disfrutar tras la dureza de los momentos sufridos, nos están generando, y puede seguir generando en los próximos meses, sensaciones intensas de bienestar económico que nos provoquen un sesgo confirmatorio de que todo va muy bien, estemos atentos.

De todas formas, la psicología es desde luego un elemento trascendente para la economía, la pandemia ha cambiado en muchos aspectos nuestros comportamientos, quizás esos comportamientos post pandémicos eviten la crisis.

El profesor Ferraro se cuida en su artículo de no concluir con un vaticinio, al final nadie tiene la bola de cristal, pero nubarrones haberlos haylos.

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