“Hubo una época en la que frecuentemente oía que en la vida había que tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro, reconozco que no sabía de dónde venía la frase, pero el buscador de internet inmediatamente me dio abundantes resultados

OPINIÓN. Charlas con Nadie

Por Manuel Camas
. Abogado

24/01/23.
Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los libros: “La frase aguanta el paso del tiempo porque refleja parte de la naturaleza humana, el deseo de dejar huellas reconocibles en el futuro. Los hijos y los árboles parecen deseos que serán inmortales, lo de los libros ya no lo sé, el mundo digital va cambiando...

...tanto las cosas, se escribe más que nunca, se lee más que nunca, pero los formatos son diferentes”.

Árboles

La primera cuestión, antes incluso de empezar la charla de hoy ha sido si debía titularse árbol o árboles. Decidimos Nadie y yo llamarlo árboles, no sé si por aquello de que no dejes que el árbol te impida ver el bosque, o porque cada uno tenía el suyo y al final eran al menos dos, el suyo y el mío.


Hubo una época en la que frecuentemente oía que en la vida había que tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro, reconozco que no sabía de dónde venía la frase, pero el buscador de internet inmediatamente me dio abundantes resultados, lo escribió el poeta cubano José Martí, exactamente dijo: Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. José Martí, héroe de la independencia de Cuba falleció con poco más de cuarenta años, en 1895, cuando sin saberlo cabalgaba hacia un grupo de soldados españoles emboscados que le dispararon. Tuvo un hijo, Ismaelillo, y escribió varias obras, en sus biografías no consta que plantase al menos un árbol, pero con seguridad lo haría.

La frase aguanta el paso del tiempo porque refleja parte de la naturaleza humana, el deseo de dejar huellas reconocibles en el futuro. Los hijos y los árboles parecen deseos que serán inmortales, lo de los libros ya no lo sé, el mundo digital va cambiando tanto las cosas, se escribe más que nunca, se lee más que nunca, pero los formatos son diferentes. Desde luego los periódicos, las revistas no son lo que eran, la revista El Jueves acaba de hacer público que sigue siendo semanal, pero solamente estará en los kioscos una vez al mes, el resto será en formato digital 45 años incordiando nos avalan, es la tarjeta de presentación de su web.


Quizás el formato libro siga siendo necesario, pero el papel no lo sé, el libro electrónico cada vez se utiliza más, los audio libros no paran de multiplicarse.

Esta semana también oía que el hábito de escribir sobre papel se está perdiendo. De hecho, yo escribo sobre papel electrónico, pero sigo escribiendo porque hacerlo a mano me ayuda a pensar, el ritmo es diferente, deja espacio para que las ideas aparezcan y se desarrollen. Haciéndolo en papel digital mantengo el hábito y me reconforta creer que así salvaré algún árbol.

En todo caso escribo, por necesidad profesional, porque cuando he tenido que hablar en público soy incapaz de no haberlo preparado previamente por escrito, porque semanalmente presento estos artículos.

Esta mañana de domingo oía a Javier del Pino charlando con Juanjo Millás, disfrutaba con envidia de la inmensa cultura de ambos, comentaban muy variadas lecturas. Me asaltó un ataque de pánico pensando que después yo me pondría a escribir estas letras, cuando tantas y tantos escriben verdaderas obras maestras y yo mis ocurrencias. Pido disculpas por ello, verdaderamente azorado. Reconozco que escribo sabiendo el poco valor de lo que plasmo, pero en hacerlo he encontrado un ejercicio que me sirve de ayuda en muchos aspectos, espero al menos no perjudicarles.

Respecto de los árboles puedo decir que en el arriate de la terraza de la casa, espontáneamente, han crecido varias palmeras washingtonias y un pino limonero, me esforcé por salvarlos y llevarlos a un sitio más adecuado. Las palmeras washingtonias, se reproducen con enorme facilidad, pero trasplantarlas requiere algo de habilidad porque si se rompe la raíz guía mueren de inmediato. Lo conseguí a la tercera., creció en una enorme maceta, pero unos años después se estropeó. El pino lleva años conmigo, también en una maceta, busco en los alrededores de la casa un lugar adecuado donde trasplantarlo y que crezca para deleite de todo el que tenga un segundo para mirarlo.

Me gustan los árboles, y me gusta los bosques, son dos miradas distintas, también he tenido varios olivos en macetones, pero fueron devorados por un pulgón después de darme diez o doce aceitunas al año.

Ahora la belleza de los árboles aumenta cuando pienso que son almacenes de CO2 y que hacen que el aire que respiran mis hijos y el que algún día respirarán los hijos de mis hijos, o de los que me leen, estará más limpio.

Volviendo a la escritura y los libros, pasé a acordarme de mi lectura constante, la de los periódicos, y no pude evitar que mi pensamiento se fuera a las hemerotecas.

Estando en el colegio nos encargaron hacer un trabajo y se nos ocurrió al grupillo de clase ir y pedir acceder a la hemeroteca del diario Sur, allí estaban encuadernados en grandes tomos, uno tras otro, creo recordar desde la República y con distintas cabeceras, todos los periódicos editados.

Hoy acceder a las hemerotecas de los diarios depende de la calidad del buscador y de la habilidad del que busca, solo hay que entrar en la web de la mayoría de los periódicos, pero solo te dejan ver lo que buscas, no la hemeroteca en su conjunto, puedes mirar el árbol, pero no te dejan ver el bosque.

Aguantar la hemeroteca se ha convertido en un problema para las personas con exposición pública. Las personas dedicadas a la política no lo tienen fácil, sus opiniones sobre cualquier tema, sus ideas en general, quedan congeladas en la hemeroteca y no siempre son las más convenientes para sus discursos actuales y futuros.

En eso pienso que tenemos que ser lo más flexibles posible, sin caer en lo absurdo.

Cambiar de opinión siempre me ha parecido noble y sensato, por qué no hacerlo si llego al convencimiento de que estaba equivocado, o las circunstancias han cambiado y lo que pensaba que podía ser ya no es factible. Claro que hay que cambiar de opinión. Más difícil es cambiar de ideas, en esos casos es la visibilidad de la evolución y el tiempo empleado en ella lo que me genera confianza. Confío en quienes cambian lentamente, desconfío de quien cambia radicalmente de ideas o de partido sin ninguna evolución, caídos del caballo como san Pablo, descubren de repente otra verdad.

En cualquier caso, en una conversación con un grupo de amigos, hay que desconfiar de los trileros.

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