“Popurrí: mezcolanza de cosas diversas, cajón de sastre. Esta es la definición que buscaba, en este caso se trata de un popurrí de ideas y noticias, cajón de sastre, no un desastre como otras veces puede ser”
OPINIÓN. Charlas con Nadie
Por Manuel Camas. Abogado
14/02/23. Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre inversiones públicas: “Cambian el panorama y la vida, en nuestra ciudad podemos presumir de ello: AVE, terminal y segunda pista del aeropuerto, puerto y estación de cruceros, autovías y autopistas, pero que nadie se olvide del Museo Picasso y mucho menos de...
...nuestra jovencísima Universidad, la base que genera talento y permite que se quede aquí”.
Popurrí
Enfrentarse al papel en blanco algunos domingos da un poco de vértigo. Las dos páginas y cuarto que recogen estos artículos se rellenan a menudo simplemente tirando, como si del hilo de un ovillo se tratase, de un concepto, traído por cualquier circunstancia a mi conciencia o a la de Nadie, normalmente provocado por alguna lectura de la prensa dominical.
Pero hoy la prensa nos trae muchas cosas y no sé de cuál de los hilos tirar.
Hay noticias llamativas y otras que son importantes. Las comunidades autónomas son las grandes ejecutoras del empleo de los Fondos Next Generation, pero en el frentismo en el que vivimos, la lluvia de millones de la Unión Europea para inversiones con finalidades concretas pudiera parecer un éxito del Gobierno de España, y en algunos lugares se gestiona con desconfianza y desgana, no vaya a ser que se lo apunte el rival político (borré enemigo).
Mientras Canadá pide ayuda a Estados Unidos para derribar más globos chinos, nadie duda que sean artilugios para espiar a la gran potencia y sus aliados, aunque sabiendo que un globo de esos se pasea por América del Sur, de lo que no cabe duda es que se trata de obtener información de todo quisque.
Al final van saliendo un popurrí de cosas y, como hago habitualmente, busco en el Diccionario de la Real Academia Española su significado.
Mientras lo hago dudo si el término buscar es el más adecuado, porque antes se cogía un diccionario entre las manos y se pasaban las páginas buscando en el orden alfabético, buscábamos aproximándonos poco a poco, primero de forma gruesa, luego casi hoja a hoja, al final en el golpe de vista sobre la página llena de términos y sus definiciones. Eso cuando no teníamos previamente que decidir sobre el tomo de la enorme enciclopedia. Ahora solamente se escribe en el buscador y, aunque lo hagas con algún error, te ofrece la palabra que buscas como alternativa. Realmente ahora sólo se pide, no hay acción real o intensa de buscar. Sobre el orden alfabético nos habla Irene Vallejo en su genial obra <El infinito en un junco>, no se la pierdan.
Pues eso, le pio al Diccionario la palabra popurrí y una vez más me sorprende con la precisión de sus definiciones. Popurrí: mezcolanza de cosas diversas, cajón de sastre. Esta es la definición que buscaba, en este caso se trata de un popurrí de ideas y noticias, cajón de sastre, no un desastre como otras veces puede ser.
Una segunda acepción es la de composición musical formada de fragmentos o temas de obras diversas, y en eso me asalta la imagen de Daniel Pérez participando activamente en el concurso de carnaval, y eso me parece valiente, y es noticia de prensa local.
También me llama la atención la procedencia del término, viene del francés pot pourri que significaría olla podrida.
Según Karlos Arguiñano la olla podrida es un guiso de alubias rojas, se utiliza sobre todo la alubia roja de Ibeas (Burgos). Este plato se preparaba tradicionalmente en una cazuela de barro y se añadían diferentes carnes: morcilla, chorizo y otras adobadas o curadas como costilla, panceta, oreja, rabo, pata... Además, al guiso se le añade un relleno elaborado con huevo.
Se hacía tan a fuego lento que se la califica de podrida por similitud con pocha, como la fruta que se madura en exceso y se deshace, podrida o dañada, aunque, en términos culinarios, pochar es freír a fuego lento, que se lo digan a la cebolla, y la palabra también viene del francés.
Otra noticia, del popurrí que llama mi atención este fin de semana, tiene que ver con el anuncio de la unión ferroviaria directa, por línea de alta velocidad, entre Málaga y Sevilla, la ida, porque la vuelta sería Sevilla a Málaga, para que nadie se enfade.
Un debate viejo, donde ya tuvimos al Alcalde de Málaga calificándolo de mala inversión, entonces la propuesta era de un Gobierno diferente, y salvo que me convenzan de otra cosa, siempre estoy dispuesto a cambiar de opinión si los argumentos son mejores, creo que el alcalde tenía razón.
La línea de AVE hoy une Málaga con Córdoba y, desde ahí, con Sevilla. Si se tratase de un triángulo rectángulo esos dos trayectos serían los catetos y ahora se pretendería trazar la hipotenusa, que ya se sabe mide menos que la suma de los dos catetos, aunque elevado al cuadrado arrojan la misma cantidad. Por eso, de las casi dos horas de trayecto pasaríamos a poco más de una hora, siempre que no haya paradas. La inversión son 1.200 millones de euros, que se dice pronto.
La alternativa es un recorrido que uniese los dos catetos antes de llegar a Córdoba, la inversión la mitad, el ahorro de tiempo también la mitad, todas estas cifras aproximadamente o, dicho en términos coloquiales, más o menos.
Si se considerase la alternativa y, aun así, si estamos dispuestos a una inversión de esa magnitud e impacto en la época de las videollamadas, podríamos destinar la mitad de ese dinero a arreglar la vía ferroviaria al principal puerto de España, el de Algeciras, para que esté en unas condiciones que no sean decimonónicas, y también podríamos llevar la alta velocidad a Huelva y Almería, de Jaén y Cádiz ni hablamos.
Me encanta mi ciudad y me encanta Sevilla, soy feliz circulando de una a otra en el Alvia o en el regional, también en mi propio coche, todos esos trayectos los hago con cierta frecuencia entre despacho y despacho, me parece fantástico que ambas ciudades se unan lo más posible, pero la relación calidad precio, llamémoslo así, aunque sean inversiones, debía considerarse hasta en tiempo electoral.
El AVE en todo caso, es mucho AVE. Fue un ejercicio político del Gobierno de Felipe González que quiso decir al resto de España que Andalucía no podía seguir abandonada, tenía que dejar de ser la última en las inversiones del Estado, y por eso vino la Alta Velocidad primero a Andalucía, lo recuerda Ignacio del Molino en su último libro <Un tal González>. Fue también la apuesta decidida de Magdalena Álvarez por Málaga, una decisión que no necesitaba justificación, pero que pese a ello no se ejecutaba.
Las inversiones públicas cambian el panorama y la vida, en nuestra ciudad podemos presumir de ello: AVE, terminal y segunda pista del aeropuerto, puerto y estación de cruceros, autovías y autopistas, pero que nadie se olvide del Museo Picasso y mucho menos de nuestra jovencísima Universidad, la base que genera talento y permite que se quede aquí.
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