“Para ver que la crisis de la justicia no es local, española, basta observar el lío que tienen en los Estados Unidos, país que suele adelantar lo que poco después pasará por estos lares europeos

OPINIÓN. Charlas con Nadie

Por Manuel Camas
. Abogado

09/05/23.
Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los acuerdos en la Justicia: “Tutelar los derechos e intereses legítimos de todas las personas, esa es la función, el servicio público de justicia, que por su trascendencia y para hacerla posible se constituye como un poder del estado, el judicial, pero que emana del pueblo y...

...que ha de ser independiente, inamovible, responsable y sometido al imperio de la ley”.

Acuerdos

Por la cultura del acuerdo ha sido el lema del XIII Congreso de la Abogacía Española celebrado en Tarragona la pasada semana.


El congreso partía de la reflexión de que en una época como la actual, de cambios constantes y acelerados, es necesario reflexionar y debatir sobre el futuro con la aspiración de generar consensos, como expresamente expuso la Presidenta del Consejo General de la Abogacía Española, Victoria Ortega.

Presentes la Ministra de Justicia, varios exministros, magistrados del Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo, además de más de mil abogados y abogadas, se llegó claramente a un consenso, la necesidad de alcanzar un pacto de estado por la justicia.

Magistralmente lo expuso Miquel Roca Junyent en la primera conferencia ante el Pleno del Congreso, sin la abogacía no es posible la justicia, que empieza precisamente por el encuentro con la abogada, con el abogado, por eso, desde luego la abogacía está especialmente legitimada para impulsar en lo necesario que se produzca ese pacto, esos acuerdos y, si somos útiles, participar y formar parte de ellos.

La intolerable crisis que vive la Justicia en nuestro país no es ajena a la responsabilidad de todos los poderes públicos, el legislativo por supuesto, donde tiene que generarse el consenso necesario para renovar el Consejo General del Poder Judicial, en el ejecutivo, el Gobierno de España, pero también de las comunidades autónomas, que deben prestar los medios necesarios (hoy por hoy son incapaces de alcanzar acuerdos en un simple programa de gestión informática común o por lo menos compatible), pero no tengan la menor duda de que, una parte muy importante  del problema radica en la propia judicatura.

El esencial art 24 de nuestra Constitución, dentro de la Sección dedicada a los Derechos fundamentales y libertades públicas, el núcleo duro del texto constitucional, el que nos permite pedir amparo al Tribunal Constitucional, establece: Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión.

Tutelar los derechos e intereses legítimos de todas las personas, esa es la función, el servicio público de justicia, que por su trascendencia y para hacerla posible se constituye como un poder del estado, el judicial, pero que emana del pueblo y que ha de ser independiente, inamovible, responsable y sometido al imperio de la ley.


El imperio de la ley, el respeto a la ley lo conecta con el pueblo, que promulga leyes a través de sus representantes, al igual que lo conecta con el pueblo el que su propio órgano de gobierno, el Consejo General del Poder Judicial sea elegido con la intervención de las cámaras, aunque siempre tendrá amplia mayoría de jueces y magistrados, puesto que al menos doce de sus veinte miembros han de pertenecer a la carrera judicial.


La mayoría parlamentaria que exige la Constitución en el art 122, y la Ley Orgánica del Poder Judicial, es tan amplia que solo puede entenderse como mandato de consenso.

Subrayo consenso, porque habitualmente confundimos consensos y acuerdos.

El consenso es una mayor categoría que el simple acuerdo. El consenso es el acuerdo producido por consentimiento entre todos los miembros de un grupo, según el Diccionario, frente al acuerdo, que requiere exclusivamente mayoría de votos de un conjunto de personas.

De la exigencia de consenso que se deduce del texto constitucional, todos conformes con todos los que nombremos, se rebajó la exigencia a un sistema en el que se consensuaba cuántos designada cada uno, pero una vez decidida la proporción, cada cual nombraba a los suyos sin necesidad de que fueran admitios por el otro, eso abría el camino para nombrar a los más militantes, a los más radicales, de ahí solo podía derivarse al descrédito y al desacuerdo  actual y a que la justicia sea instrumento político, de lo que, si no nos engañamos, tenemos que concluir que jueces y magistrados abiertamente participan y son colaboradores necesarios.

No se trata de una cuestión típicamente española, para mi desesperanza creo que tiene que ver con el signo de los tiempos, no hay realmente nada típicamente español más allá de la gastronomía, ni siquiera madrileño (el nuevo nacionalismo) o catalán, vasco, gallego o andaluz, de manera gruesa, concluimos Nadie y yo, con Iñaki Gabilondo.

Para ver que la crisis de la justicia no es local, española, basta observar el lío que tienen en los Estados Unidos, país que suele adelantar lo que poco después pasará por estos lares europeos. No me refiero al escándalo de ahora, los regalos que reciben sus magistrados y la falta de transparencia con la que lo hacen, parece que no de personas respecto de las que tengan que emitir resoluciones, pero sí con un marcado perfil de influencia política. A lo que me refiero no es a eso, de lo que creo que aún estamos más o menos a salvo, sino a la deriva hacia nombramientos de magistrados cada vez más radicalizados ideológicamente, precisamente nombrados por eso.

Si un Tribunal como el Supremo de Estados Unidos arrastra esos problemas de falta de esfuerzo personal por mantener posturas de independencia ideológica, es que el sistema a nivel global corre riesgos gravísimos, ya nos lo dice el refrán, <Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar>, cuando vemos que algo acontece a nuestro alrededor, lo mismo  nos puede pasar o nos está pasando, así que debemos tratar de evitarlo.

Claro que todo esto ocurre antes de que llegue la inteligencia artificial a ocupar y sustituir a la justicia aunque, para que no se alivien demasiado, no creo que pueda sustituir a abogadas y abogados.

El primer titular de El País, domingo 7 de mayo de 2023, Día de las Madres, felicidades mamá, mamás, aunque una amiga nos dice que ella celebra el día de la madrastra. Me viene al pelo, porque el padrino de la Inteligencia Artificial, Geoffrey Hinton, vicepresidente de ingeniería de Google, que ha decidido abandonarla para poder denunciar con libertad el lado tenebroso de la inteligencia Artificial (hablando bien de la compañía de la que afirma que, hasta ahora, ha mantenido una actitud responsable en la materia), nos dice en una entrevista, que les recomiendo no se pierdan, lo siguiente: <Si hay alguna forma de controlar la inteligencia artificial, debemos descubrirla antes de que sea tarde>.

Preguntado por cuáles son los peligros de la inteligencia artificial, distingue entre peligros inminentes y peligros existenciales.

Los inminentes, entre 5 o 20 años, pero advierte que ya se equivocó hace poco cuando dijo que no menos de 30 años, la capacidad de dividir a la sociedad con noticias falsas, el impacto en el empleo o el incremento de la desigualdad entre ricos y pobres.

Advierte no obstante que a él le preocupan los existenciales, esto es, si vamos a ser capaces de alinear la inteligencia artificial con los intereses de los seres humanos, y pone un ejemplo:

<Siempre habrá quienes quieran crear robots soldados. ¿O cree que Putin no los desarrollaría si pudiera? Eso lo puedes conseguir de forma más eficiente si le das a la máquina la capacidad de generar su propio conjunto de objetivos. En ese caso, si la máquina es inteligente, no tardará en darse cuenta de que consigue mejor sus objetivos si se vuelve más poderosa>.

Me consuelan dos cosas: su discípulo principal Yann LeCun, otro genio de la materia, piensa que lo que dice su maestro no tiene sentido; otra que se me ocurre a mí, huyendo de ser catastrofista, podemos crear inteligencias artificiales buenas, alineadas con el ser humano, con la libertad, la igualdad, la fraternidad, la democracia, y más poderosas que las malas.


En cualquier caso, el Sr. Hinton que dice de sí mismo ser optimista, se permite afirmar que hay posibilidades de que no tengamos forma de evitar un mal final. Si hay alguna forma de mantener la IA bajo control, necesitamos descubrirla antes de que sea demasiado inteligente, pero muestra desconfianza en gobiernos incapaces de tomar una decisión tan simple como no dar fusiles de asalto a los adolescentes.

Confiemos que tenga razón el discípulo y no el maestro, que el hasta ayer vicepresidente de Ingeniería de Google, Premio Princesa de Asturias, sea solo un chalao, un alelado, que esté falto de seso o juicio. El Planeta, la naturaleza, no necesitan al ser humano para sobrevivir, somos un instante en su historia, advierte Hariri para ayudar. De lo que sí estoy seguro es que necesitamos consensos y acuerdos, así que empiezo por ponerme de acuerdo con Nadie.

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