“Arriesga nuevamente Sánchez, como en su día arriesgó González por lograr objetivos en principio muy discutidos dentro y fuera de su partido, quien peca de impaciencia con los que le suceden en esa responsabilidad”
OPINIÓN. Charlas con Nadie
Por Manuel Camas. Abogado26/09/23. Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las últimas declaraciones de Felipe González: “Pasados los ochenta años de edad, se ha hecho más evidente que nunca lo acertado de su propia aseveración, ejerce de jarrón chino, sus críticas, legítimas, aunque poco explicadas, a las decisiones que quien dirige...
...el partido socialista pueda tomar, las realiza elucubrando, antes si quiera de conocer el contenido de unos supuestos pactos”.
Felipe
Felipe González como secretario general del Partido Socialista y como presidente del Gobierno tomó muchas decisiones políticas arriesgadas. Señaladamente pueden mencionarse dos de ellas: la primera abandonar la Secretaría General de su partido en mayo de 1979, cuando el Congreso de ese año no aceptó eliminar los postulados marxistas en favor de una abierta apuesta por la socialdemocracia. Un congreso extraordinario en septiembre de ese mismo año lo reponía en el cargo y decidía que la socialdemocracia de corte europeo era el fundamento ideológico del partido socialista. La segunda decisión igualmente muy arriesgada fue la de, tras haber defendido desde la oposición, en 1981, que España no entrase en la OTAN, <OTAN de entrada no>, pasar a convocar en 1986 un referéndum para permanecer en la alianza militar, de haberlo perdido hubiese complicado enormemente su futuro político.
Recuerdo pegar carteles en la Facultad de Derecho a favor de la permanencia en la OTAN ante la mirada incrédula de todos los jóvenes compañeros y compañeras universitarios de izquierda, incluidos los de las propias juventudes socialistas que estaban ausentes o eran contrarios al apoyo del sí en el referéndum, y los que eran de derecha miraban, incapaces de ocultar su deseo de que la consulta se perdiese, pese a que también entonces se anunciaban los mayores males para la patria, tanto que el locutor deportivo José María García hizo campaña a favor del sí. Ganó el sí, ganó Felipe que revalidó una holgadísima mayoría absoluta poco después.
El cambio que defendía en la campaña de 1982 logró que fuese absolutamente real y en 1996, cuando pierde las elecciones, a España no la reconocía ni la madre que la parió, frase ingeniosa de un Guerra perseguido por la derecha. Entonces Felipe González era acusado sin piedad de asesino y jefe de los GAL, el grupo de periodistas reconocidos como sindicato del crimen sigue en parte importante muy activo.
Abandonó la presidencia del Gobierno en 1996, con poco más de cincuenta años, se rumoreaba que estaba destinado a ser presidente de la Comunidad Europea, lo que él siempre negó, otros maledicentes hablaban de sus inmensas posesiones en Venezuela.
Él entre tanto, dentro de sus posibilidades, se volvió un hombre discreto y alguna vez se autodenominó jarrón chino: <Siempre he dicho que un ex presidente es un jarrón chino en un apartamento pequeño. Es un objeto de valor, pero nadie sabe dónde ponerlo. Y ahora además corre el riesgo de que un niño le dé un codazo y lo acabe tirando a la basura.>
Ahora, sin embargo, pasados los ochenta años de edad, se ha hecho más evidente que nunca lo acertado de su propia aseveración, ejerce de jarrón chino, sus críticas, legítimas, aunque poco explicadas, a las decisiones que quien dirige el partido socialista pueda tomar, las realiza elucubrando, antes si quiera de conocer el contenido de unos supuestos pactos y sin matices, se excede además al incluir descalificaciones personales al secretario general del partido socialista y presidente del gobierno.
El jarrón se ha colocado a sí mismo en un lugar del pequeño apartamento en el que molesta mucho y con razón, algunos otros pequeños jarroncitos han hecho lo posible para que moleste aún más poniéndose a su lado y dándose importancia, otras meras figuras decorativas aprovechan para llamar la atención y así resolver viejas inquinas con Felipe o con Guerra.
El liderazgo del partido socialista le corresponde hoy a Pedro Sánchez, arriesga intentando un acuerdo con muchos otros partidos, incluidos independentistas catalanes, en una estrategia declarada de devolverlos a la senda constitucional y apaciguar el malestar social generado por el <procés>, parece innegable que, aunque permanentemente haya sido discutido, en estos cuatro últimos años ha logrado en buena medida avanzar en la normalización social de Cataluña.
Arriesga nuevamente Sánchez, como en su día arriesgó González por lograr objetivos en principio muy discutidos dentro y fuera de su partido, quien peca de impaciencia con los que le suceden en esa responsabilidad.
La frase desafortunadísima de Alfonso Guerra referida a la líder de Sumar y vicepresidenta del Gobierno que, según él, carece de criterio porque pierde el tiempo en la peluquería, pone de relieve desconexión con la realidad, la sociedad española ya no ve bien ese tipo de actitudes, ni tan siquiera hacen gracia, que se lo pregunten a Rubiales, ex presidente de la Federación Española de Fútbol. Si no se es consciente de eso, es muy probable que no se sea demasiado consciente de los sentimientos y formas de pensar de la ciudadanía en general.
El Partido Socialista ha sido más que discreto en su respuesta a Felipe González, esa discreción expresa respeto a lo que ha representado y a lo que ha sido capaz de realizar, a su talla histórica; pero también él es humano y esta vez se ha extralimitado en su papel de jarrón chino, sus formas y el uso que ha permitido se haga de sus opiniones son inadecuados, ha dañado a militantes, simpatizantes y votantes del partido socialista a los que debe un respeto recíproco al enorme que se le tiene y se le seguirá teniendo.
Habitualmente mi compañero Nadie juega a la discrepancia conmigo, esta vez está de acuerdo en la admiración y en la advertencia del error.
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