“Respecto de la más que previsible proposición de ley de amnistía no conocemos el sentido propio de sus palabras, y sin embargo insignes juristas, eso sí actuando la mayoría fuera de sus funciones públicas, se expresan con toda vehemencia contra ella

OPINIÓN. Charlas con Nadie

Por Manuel Camas
. Abogado

14/11/23.
Opinión. El conocido abogado Manuel Camas escribe su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la amnistía: “Ya tendrán los y las juezas, magistradas y magistrados que deban aplicar esa ley, cuyas palabras desconocemos, la posibilidad de plantear cuestiones de constitucionalidad ante el Tribunal Constitucional”, que tendrá la “oportunidad de pronunciarse...

...sobre si un acto legislativo de las Cortes no prohibido ni expresa ni tácitamente, adoptado previsiblemente por mayoría absoluta, entra dentro del anchísimo marco constitucional”.

Sinrazón

El reguero de comunicados contra la amnistía no cesa, sirve también para aclarar cosas más allá de las palabras.


Dice el Fiscal General del Estado que "cualquier posicionamiento del Ministerio Fiscal respecto a la anunciada ley de amnistía exige, en todo caso, conocerla en su literalidad", es de primero de derecho, suspenderían en nuestras facultades a cualquiera que dijese otra cosa, pero una afirmación tan simple ha provocado la reacción inmediata de la Asociación de Fiscales, ante quien lo dijo, y solicitan su dimisión por su pasividad en la defensa del Estado de Derecho, la separación de poderes y la independencia del Ministerio Fiscal en relación con la amnistía del procés.

En el mundo del derecho conocer el texto de la ley es imprescindible, nuestro venerado Código Civil ya nos dice que las normas se interpretarán según el sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos, y la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas.

Respecto de la más que previsible proposición de ley de amnistía no conocemos el sentido propio de sus palabras, y sin embargo insignes juristas, eso sí actuando la mayoría fuera de sus funciones públicas, se expresan con toda vehemencia contra ella.

En su defensa podemos decir que lo hacen sobre sus sospechas, o sobre el contexto o su espíritu o finalidad, pero desde luego no contra el texto, por eso mismo habrá que preguntarse si tal falta de mesura, si su precipitación podrá permitirles luego manifestar sin rubor que son independientes en la aplicación de la norma si llegase a ser aprobada. Sus críticas desde luego no pueden calificarse de jurídicas porque desde un punto de vista jurídico las condenas a una ley cuyo texto no se conoce es una sinrazón, una acción hecha contra la justicia y fuera de lo razonable o debido, subrayaría lo de razonable o debido.


Ya tendrán los y las juezas, magistradas y magistrados que deban aplicar esa ley, cuyas palabras desconocemos, la posibilidad de plantear cuestiones de constitucionalidad ante el Tribunal Constitucional, y fiscales y abogados solicitar que lo hagan si no las plantean de oficio, ya tendrá el Tribunal Constitucional oportunidad de pronunciarse sobre si un acto legislativo de las Cortes no prohibido ni expresa ni tácitamente, adoptado previsiblemente por mayoría absoluta, entra dentro del anchísimo marco constitucional.

Ocurre que realmente no se están exponiendo razones, sino que se están expresando sentimientos, algunos más loables que otros, se manifiestan temores, preocupaciones, también intereses, o hay quién niegue que intereses hay en los dos lados de la discusión, pero resultaría ingenuo pensar que conociendo como conocemos la intensidad de los sentimientos que estas cuestiones despiertan no haya muchos intentando manipular exacerbando pasiones.

Los sentimientos nublan la razón, los seres humanos somos más corazón que pensamiento y en los procesos de decisión ganan por lo general las emociones, es más sencillo y menos cansado dejar nacer emociones y entonces escuchar solo argumentos que las alimenten.

Por eso hay una cuestión que debe expresarse, quizás también para exorcizar sus efectos, el independentismo catalán ha ofendido y herido profundamente a una gran parte de la sociedad española. Esa herida hay que cuidarla porque efectivamente si se infecta puede causar males mayores y hay por un lado y por el otro quienes se empeñan en que no cicatrice. En todo caso aún duele mucho.

La letra de los acuerdos con los independentistas, acuerdos entre partidos, documentos políticos, son decepcionantes en sus formas, esperemos que la propuesta de Ley, que quizás ya se conozca cuando se publiquen estas líneas, no incurra en ese mismo error.

Me preguntaba Nadie qué diría yo si tuviese que hacer un comunicado de estos que se han puesto de moda, no lo dudo, me abrazo a la Constitución, a sus equilibrios y contrapoderes, a la libertad de opinión, expresión y manifestación, al derecho a votar, al pluralismo, a la división de poderes, a la independencia de la justicia, al valor de cada una de nuestras instituciones, y pediría respeto para todas ellas, no podemos perdernos el respeto.

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